Creencias que nos limitan

Para entendernos primero, vamos a revisar lo que es una creencia. Son patrones mentales, códigos adquiridos desde la cultura en la que nos desarrollamos, los roles que compartimos en el inconsciente colectivo.

 

Las creencias o patrones de comportamiento, también llamados arquetipos, forman parte del inconsciente colectivo, son innatos, son un legado de nuestros ancestros, de la evolución de la especie. Los arquetipos son imágenes universales, las experiencias y el conocimiento que se conoce a través de las manifestaciones que forman parte de lo que compartimos como especie humana, para ponerlo en tiempos de tecnología es como el disco duro de las computadoras, el que trae todo el sistema operativo.

Son muchos los roles que desempeñamos, pero los principales arquetipos o comportamientos son: la persona, la sombra y los relacionados con la identidad de género. Los secundarios son el rol de padre, la madre, el maestro, el policía, el médico, el sacerdote, etcétera.

 

La persona

Es la forma en la que nos adaptamos al mundo que nos rodea, son las diferentes máscaras que utilizamos en sociedad para proteger al yo-ego y contener impulsos y emociones que no son socialmente aceptables. Para eso fueron creadas las leyes, para respetarnos unos a otros y poner un orden.

Para los que vieron la entrega más reciente del Oscar a la premiación de las mejores películas, se habrán dado cuenta de que uno de los actores actúo de manera primitiva, de manera violenta tirando un golpe al presentador; lo que también nos asombró fue que no se sancionara de inmediato el comportamiento.

 

Las máscaras que se utilizan en el mundo profesional quedan claras en muchos profesionistas. Algunos médicos, por ejemplo, son muy amables con sus pacientes, pero, al llegar a casa, se quitan la máscara y dejan que salga el estrés y los impulsos reprimidos descargándolos en su pareja o en sus hijos. El empresario exitoso que es un tirano con sus trabajadores, es otro ejemplo, en fin.

 

La sombra

Representa los instintos, las pulsiones, los deseos reprimidos, las debilidades, es la otra personalidad, la que contiene lo que no queremos ver de nosotros mismos y lo que la consciencia moral nos obliga a reprimir. La sombra contiene lo inaceptable para la sociedad y la religión, como el odio, los prejuicios y los valores.

Reprimir la sombra genera un esfuerzo, se necesita disciplina para ocultarla, por temor al castigo, de manera que emerge en los sueños y en las proyecciones. Los que están atrapados en la adicción al alcohol y a otras sustancias lo saben, se dan cuenta cómo se desinhiben y cuando pasa el efecto se presenta la cruda moral. La persona muy educada, muy obediente con sus padres y con sus valores religiosos, no va a recordar sus sueños, esos en donde se permite que salgan los impulso, su consciencia moral no le permite ese desliz, pero si lo hará en sus proyecciones: se volverá homofóbico, rechazará a la mujer que labore como sexoservidora, al que se divierta bebiendo alcohol, con el tiempo de tanto reprimirse se presentarán las enfermedades: artritis, trastornos obsesivos, incluso cáncer.

 

Los arquetipos masculino y femenino

Los arquetipos masculino y femenino han cambiado de manera sorprendente en estos últimos años. Anteriormente las mujeres no podían estudiar carreras destinadas para los hombres, ni usar pantalones; pero, poco a poco el movimiento feminista fue ganando espacios en la búsqueda de igualdad de derechos, al grado de que hoy en día los roles se intercambiaron: la mujer presenta comportamientos propios del rol masculino tradicional, se volvió más activa y aprecia su libertad, el hombre al no luchar por sus derechos que siempre los ha tenido se volvió más pasivo. Hoy en día el mercado laboral cambio la estrategia de solicitar hombre o mujer y dejó un espacio libre para otras preferencias.

Tenemos dos opciones: las creencias que nos limitan y las potenciadoras, esas que conectan con las posibilidades y las empoderan. Vamos revisando las que nos limitan.

 

El yo representa la unión de la conciencia y lo inconsciente de cada individuo, los problemas psicológicos derivan de la debilidad del yo. El yo se fortalece desde la infancia con la aceptación y el amor de nuestros padres, las reglas, la educación, la disciplina y hasta la nutrición; una madre nutricia es aquella que está al pendiente de las necesidades de sus hijos y se encarga de motivarlos, pone todo su empeño en darles las herramientas para su independencia y autonomía. El que careció de esas herramientas las va a buscar en la vida, le va a costar más trabajo o se dejará llevar por la corriente y crecerá con un yo débil, se unirá a cualquier ideología, delincuencia o adicción.

 

Los prejuicios

Son juicios previos que se transmiten de generación en generación y tienen un gran peso en el grupo al que se pertenece por raza, sexo y religión. Las mujeres han luchado por generaciones contra los prejuicios en un mundo machista y discriminatorio.

Ejemplos hay muchos: “El dinero no da la felicidad”, si lo analizas, es cierto, el dinero no te da la felicidad por sí mismo, pero el trabajo y lo que hagas con las ganancias del trabajo si dan felicidad. No considerarse merecedor de una vida de lujos por la creencia absurda que dice: “Primero pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”, ¡pero qué paradoja! Las religiones no son recintos de pobres. Lo contario son los budistas que luchan contra sus impulsos y sus apegos. Otro ejemplo: ganarás el pan con el sudor de la frente, bueno, eso era antes, cuando no había computadoras ni trabajo en línea, ahora se ganan el salario sentado frente a una pantalla con los conocimientos adquiridos. Son muchas que utilizan los padres y dejan huella desde niños, “que no sirves para el estudio, que te pareces al tío flojo y que no llegarás ni a la secundaria”, entre muchas más.

 

Las generalizaciones

En el área emocional pueden resultar limitantes; pero, si estamos buscando mejorar la comunicación con los demás y descifrar qué quieren transmitir, vamos a desafiar las generalizaciones que se consideran limitantes.

Las generalizaciones más representativas son: siempre, nunca, todos, nadie, todo, nada, todo el mundo, todos los días, diario. “Nunca haces nada bien”, “Siempre llegas tarde”, en este caso el que recibe el mensaje va a contestar a la defensiva. Viene cansado de un día muy pesado y la otra persona emite un juicio antes de averiguar si estaba trabajando. A pesar de la molesta o enojo, el lenguaje que emite debe ir a su favor: “Estaba muy preocupa, pensé que te había pasado algo”, cuando su pareja escuche la preocupación no contestará a la defensiva, al contrario, le brindará una aclaración.

 

Las creencias potenciadoras son las que conectan con las posibilidades y elevan la seguridad y confianza en sí mismos. Cambiar las que limitan por las que potencian, por ejemplo: no merezco, por soy capaz; no tengo derecho a tan buen trato, por si lo merezco. “Es imposible, no llegaré a ese cargo nunca”, por “Sí puedo, lo voy a lograr”, mas ejemplos: “No debería aspirar a tanto”, cambiar la frase por: “Me estoy preparando para eso”, “Todos los hombres son iguales”, por “todos somos diferentes”, “Cuánto tienes, cuánto vales”, “Valgo por lo que soy, no por lo que tengo”.

Recomendaciones

  • Para liberarse de las creencias limitantes, lo primero es reconocer qué es lo que te limita. No tomen todo de manera personal, si un comentario les molesta, puede ser que sea una proyección de la otra persona. Es solo la opinión de alguien más, tus padres o maestros que se ven frente a ti como en un espejo. No cargues con los prejuicios, analízalos.
  • Revisa tu autoestima, es muy importante la estima personal, quiere decir la aceptación de sí mismo. Si no te gusta el color de piel, el tamaño de tu cuerpo, tienes que buscar la manera de aceptarte, otros detalles se pueden modificar, el cabello, las facciones con un buen maquillaje. El tema es que no les suceda el síndrome de Michael Jackson que nunca aceptó el color de su piel. En este tema como en muchos, ayuda acudir a psicoterapia. Los sistemas no se pueden revisar a sí mismos.
  • Busca a un personaje qué admirar y prepárate para que sea tu modelo a seguir, pero que sea realista, lo importante es que luego te admires a ti mismo. El otro extremo es el narcisismo, el amor exagerado a sí mismo, se traduce como falta de autoestima. Dice la sabiduría popular “dime qué presumes y te digo de qué careces”.

 

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Visita su sitio web: www.rosachavez.com.mx Síguela en: https://www.facebook.com/DrRosaChavez y https://www.facebook.com/Tratamientointegral/ Comentarios a la autora: [email protected]

 

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