La fortaleza

La fortaleza tiene un lugar importante en la historia de las tradiciones filosóficas y espirituales del ser humano. En el cristianismo, se le consideró una de las cuatro virtudes cardinales; en la filosofía de Aristóteles es una de las actitudes más deseables que debe poseer el ser humano. La fortaleza es un conjunto de habilidades, características de aspecto psicológico y actitudes que al llevarlas a la práctica se pueden convertir en virtud.

La fortaleza se agrupa entre las virtudes como la esperanza y la fe. Desde hace unos años, incorporamos otro término: resiliencia, la diferencia es casi imperceptible, la persona con fortaleza resiste los embates de las circunstancias a las que se tiene que adaptar y la persona resiliente es la que se adapta y crece ante las pérdidas. Se considera una persona con fortaleza la que tiene el valor y la fuerza para enfrentarse a la vida. En el extremo puede ser que tanta fortaleza no sea lo más deseado, puede que tolere grandes abusos.

La resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inesperada. Es esa fuerza, la necesidad de volver a la realidad y adaptarse y de cambiar la estrategia. Resiliencia es un término que deriva del verbo latín resilioresilire, que significa «saltar hacia atrás, rebotar».

 

Muchas personas no saben que cuentan con fortaleza, esa habilidad es desconocida hasta que se enfrenta a la adversidad o a una situación difícil. Esta virtud no se comparte por la genética, se aprende y se descubre. El problema que enfrentamos en la actualidad es la debilidad del ser humano y hasta de las mascotas que están sobreprotegidas, esta cultura deriva del modelo permisivo y hedonista en el que estamos inmersos. El individuo busca el placer y evita el dolor, está programado para evadir el dolor incluso antes de sentirlo. Hay una frase del lenguaje popular que dice: “Lloran antes de que les peguen”.

 

Las generaciones anteriores, las que sufrieron el hambre, la guerra, saben lo que significa ser fuertes, perderlo todo, sentir frío, resistieron y se adaptaron, de hecho, la generación de los baby boomers es considerada la más emprendedora de la historia moderna. Saben lo que significa perderlo todo, carecer de comida, perder a sus familiares y vivir con miedo. Las generaciones presentes como los millennias y los centennials los que nacieron con el internet tienen muchas facilidades, sus padres les pueden comprar los dispositivos aun sin tener los recursos con el poder que les da el dinero plástico. Son la generación más sedentaria viven de la innovación del marketing, el resultado es que cuentan con poca tolerancia a la frustración.

 

Un testimonio de gran resiliencia

Alma es una mujer con mucha fortaleza, sabe lo que son las pérdidas. Una de las más significativas fue la pérdida de su hermana y su cuñado. Una noche regresaban de trabajar, cuando venían por el periférico un camión embistió el vehículo en el que viajaban su hermana, su cuñado y unos trabajadores. Fallecieron en el momento. Alma se hizo cargo de su sobrina de cuatro años. Su hermana era socia de su padre y él sufrió la “culpa del sobreviviente”, después de la pérdida lo atrapó el alcohol. Dejó el alcohol y se volvió adicto a los fármacos, la adicción legal le causó estragos a su hígado, hasta que falleció. Hacía unos años, Alma se había divorciado de una relación tóxica en la que no tuvo hijos. Al año del fallecimiento de su padre, sufrió otra tragedia. Su tío, el hermano de su padre, la esposa y sus hijos viajaron desde Estados Unidos, su lugar de residencia, visitaron a sus familiares en La Barca, un pueblo cerca de Guadalajara. De nuevo se repitió la tragedia: un camión los embistió y fallecieron los cinco familiares. Alma no sabía que contaba con tanta fortaleza y resiliencia, recuperada comparte su experiencia con los jóvenes, es una maestra de vida, un ejemplo para sus hijas y sus alumnos.

Cuando la madre de sus hijos los abandonó, Rafael tardó unos meses en darse cuenta que tenía que desempeñar el rol de padre y madre. Ocupado en conseguir el sustento, hacer la comida, lavar la ropa y todas las tareas destinadas a una madre, ni cuenta se daba de lo difícil que era desempeñar tantos roles. Entre sus duelos trajo a la memoria una tragedia, cuando unos ladrones entraron a su casa y se llevaron todas sus pertenencias, todo su equipo de trabajo; en aquel tiempo, recién había terminado la universidad e iniciado su negocio de diseño, era la crisis del 94, él y sus padres no sabían ni qué hacer para recuperar lo perdido. Su madre les pidió que se sentaran en el suelo, se tomaron de las manos y cada uno, desde su dolor, dio las gracias por estar vivo. Ha pasado por grandes batallas, desde el bullying en las escuelas por ser padre soltero y el único hombre que asistía a las juntas. Aprendió a peinar a su hija y todos los menesteres que hace una madre. Los años han pasado y ha seguido soportando injusticias en las escuelas. Los niños ya son adolescentes, saben lo que significa cuidar el dinero, el costo de la vida, agradecer y cuidarse entre ellos. Dice, muy convencido, que la mejor escuela de sus hijos ha sido la comunicación, la cooperación y las carencias, se siente satisfecho del resultado, la inversión ha sido grande.

 

En la pandemia nos dimos cuenta de la importancia de crear programas que promuevan las habilidades resilientes en niños y jóvenes. Basta observar cuantas personas carecen de esas habilidades y están atrapadas en el miedo por la amenaza de contagiarse, no entienden que el miedo afecta las defensas naturales del sistema inmunológico, esa vacuna natural, la que crea defensas ante los microbios invisibles.

La persona con fortaleza confía en la toma de decisiones, pregunta cuando tiene dudas, se informa, pero, no se deja llevar por el miedo y las falsas noticias que recibe por las redes sociales. Su bandera es el orgullo: ¡vamos a salir adelante!

 

La fortaleza como virtud se ha diversificado a varios campos de la ciencia: la medicina, la educación y las ciencias sociales. Los padres son los principales modelos de fortaleza y resiliencia; unos padres inseguros, temerosos, son el peor modelo para sus hijos, para esconder sus debilidades son presa fácil para atraparse en adicciones y se dejan llevar por lo que opine la mayoría. La escuela tiene un rol importante, es el segundo modelo, depende de las habilidades y las actitudes del profesor. Los niños aprenden por imitación, los patrones de conducta se incorporan a su vida. Las escuelas que llevan programas en estos temas se han dado cuenta del resultado, los niños se adaptan más fácil al estrés, a una familia disfuncional, hasta se convierten en consejeros de sus padres y compañeros. Cuando los niños cuentan con un buen consejero, recurren a él como modelo positivo que los oriente. Las redes de apoyo de personas son un factor poderoso en niños y adultos.

 

En cuanto a las mujeres, no se trata de que sean fuertes y toleren vivir en relaciones tóxicas, la fortaleza tiene límites. Para eso es importante reconocer el nivel de autoestima y el deseo de superación. Es primordial la seguridad y confianza en si mismo y la autonomía para no depender de relaciones tóxicas. Es muy diferente amar que ser codependiente. La persona codependiente, se convierte en una víctima de ella misma, se corta las alas por miedo a volar libremente.

Recomendaciones

  • La resiliencia y la fortaleza son una forma de protección que todos los seres humanos desarrollan por el simple hecho vivir, es un mecanismo de defensa inconsciente, en situaciones difíciles se vuelve consciente. Es la lucha por la sobrevivencia del Eros contra el Tánatos (el instinto de muerte).
  • La resiliencia es un proceso de adaptación y crecimiento, el tiempo depende de las habilidades adquiridas y el deseo de salir adelante.
  • El duelo es un proceso que se tiene que vivir, no es saludable recomendar que no lloren o que ingieran fármacos para evitar el dolor de la pérdida. Un duelo en el que evaden el dolor tarde o temprano va a reclamar la salida con somatizaciones o conductas inapropiadas. En la pandemia el duelo de la pérdida de sus familiares queda incompleto, es algo parecido al de los familiares desaparecidos, no pueden llevar a cabo los rituales inherentes a su cultura, esos momentos que les permite despedirse de sus seres queridos.

 

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/

 

 

 

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