El nervio vago

La parte inferior del encéfalo está compuesto por una compleja red de nervios que conocemos como “nervios o pares craneales”. En total son doce, se originan en el encéfalo y se distribuyen a lo largo de distintas fibras por medio de orificios que están en la base del cráneo, se distribuyen hacia el cuello, tórax y abdomen.

Cada uno de estos nervios se compone de fibras que cumplen distintas funciones y surgen de una parte específica del encéfalo (puede ser en la base o en el tallo). Según su ubicación y el lugar específico del que parten, los pares craneales se dividen en subgrupos:

 

  • Sobre el tallo se encuentran los pares I y II.
  • En el mesencéfalo los pares III y IV.
  • En el puente de Varolio los V, VI, VII y VIII.
  • Finalmente, en el bulbo raquídeo están los IX, X, XI y XII.

Cada uno de ellos tiene nombres según su origen, actividad o la función específica que cumplen. El nervio vago es el más largo de todos los nervios craneales, controla el sistema nervioso parasimpático (SNP). El SNP es el encargado de supervisar las funciones cruciales para la salud; comunica impulsos sensoriales y motores a los órganos, se centra en la función del tubo digestivo. El otro, es el Sistema Simpático, es otra de las ramas del sistema nervioso autónomo, controla las reacciones y los reflejos viscerales.

 

Para entender los trastornos del aparato digestivo es importante conocer la conexión entre el tracto gastrointestinal y el cerebro, ambos se conectan a través del nervio vago, esto permite una comunicación bidireccional, el cerebro y la conexión con el otro cerebro: el aparato digestivo. En la actualidad tenemos mucha actividad química en el cerebro de manera que el estómago produce más ácido, con este exceso las consecuencias son: gastritis y colitis. Las molestias y la automedicación son tan conocidas para el ardor y la inflamación, el estreñimiento y la diarrea. Incluso la creencia popular y hasta de algunos médicos, desparasitarse, sin antes llevar a cabo un examen de laboratorio, las consecuencias son graves; arrasar con la flora intestinal y afectaran hasta el estado de ánimo.

El equilibrio de bacterias buenas y malas en el microbioma intestinal, también llamada flora y actualmente microbiota es muy importante para la comunicación con el cerebro; pero, la composición de las bacterias en el tracto gastrointestinal de cada persona es única. Somos billonarios y no lo sabemos contamos con un banco de bacterias, unos 40 billones, son mayoría, las células en general la forman aproximadamente unos 30 billones.

 

Como efecto del estrés crónico en el que vivimos, la microbiota intestinal se sale de control lo que causa inflamación, por la conexión que existe entre ambos, la inflamación también se ocasiona en el cerebro. La incomodidad es evidente. Cuando las bacterias se desequilibran como en cualquier ecosistema, las bacterias malas, las patógenas, superan a las buenas, la consecuencia es que la comunicación entre cerebro y tracto gastrointestinal se viene abajo. El equilibrio se consigue cuando mejora la alimentación, problema que no fácilmente sucede. La costumbre de la era moderna es el cambio sin esfuerzo, todos los trastornos lo quieren arreglar con fármacos, de manera que la automedicación y la medicina milagro son buen negocio.

 

Hemos crecido en una sociedad obsesionada con la asepsia, con la pandemia por el coronavirus la obsesión se ha incrementado y siguen viendo a las bacterias como enemigas. Un ejemplo de ello es el abuso de antibióticos, la cloración, el uso de jabones antibacterianos, el lavado frecuente de manos, el uso de gel, entre otras muchas otras prácticas.

 

Esta idea es mal fundada, está demostrado que somos una comunidad de microorganismos, buenos y malos que dependen unos de otros y se olvidan que tenemos un sistema de defensas llamado sistema inmunológico. La creencia que todos los microorganismos tienen que desaparecer ha incidido en nuestra salud y nos priva de consumir y preparar alimentos fermentados.

¿Qué alimentos debemos ingerir?

  • La dieta Mediterránea es un patrón alimentario que se complementa con la práctica de ejercicio físico, se basa en ingredientes propios de la agricultura local, lo más fresco posible. Se resume en reducir el consumo de hidratos de carbono, consumir carnes magras, pollo, pescado, alimentos vegetales y grasas monoinsaturadas.
  • Alimentos integrales con fibra que es el alimento de las bacterias.
  • Consumir alimentos para el cerebro: frutos rojos que contienen fibra y antioxidantes. Arcoíris de colores en frutas y verduras que brindan nutrientes y fibras.
  • Nueces, cacahuates, almendras, ajonjolí, contiene calcio, la chía y la linaza que contienen fitohormonas .
  • Los probióticos y los fermentados que alimentan a las bacterias buenas del intestino: yogurt, cambucha, tepache, vinagre de manzana y piña hecho en casa. Los fermentados han sido parcialmente digeridos por bacterias, convierten el azúcar en ácidos o alcohol. Esto es exactamente lo que ocurre con el yogur, la lactosa se convierte en ácido láctico. Cuando incluyen yogur en la dieta, se incrementan las bacterias benéficas para el organismo. Lo mismo ocurre con otros fermentados, como el kimchi, chucrut o kéfir. Es importante que los fermentos estén vivos. Si el chucrut ha sido pasteurizado para conservarlo, las bacterias habrán muerto y no tendrá el mismo efecto.
  • Aceites saludables: oliva que tiene propiedades antioxidantes y antinflamatorias. Aceites como Omega y alimentos ricos en ácido graso: pescados como el salmón y los charales que contienen calcio.
  • Productos lácteos que añaden bacterias buenas para el intestino: queso fresco, panela y requesón.

La fermentación se originó como una necesidad. En la antigüedad, por la falta de refrigeradores, era el método que permitía conservar durante años los alimentos. Fermentar es crear las condiciones para que crezcan microorganismos sanos en los alimentos. La fermentación láctica es, técnicamente, un proceso de descomposición anaeróbica (sin oxígeno) de la materia orgánica por medio de levaduras.

 

Transformar el sabor es la tercera aplicación de la fermentación: ampliar el sabor de los alimentos. La fermentación es una forma de cocinar sin fuego que llevamos practicando desde el Neolítico. Entonces, era fabricar bebidas alcohólicas y pan. En nuestra cultura actual hay muchos productos elaborados con fermentación: pan, café, chocolate, té, cerveza, vino, miso, salsa de soja, yogur, queso, chucrut, kéfir; sin embargo, la industrialización y las entidades sanitarias regulan estos procesos y promueven métodos que aniquilan los organismos vivos propios de ella, tan beneficiosos para la salud.

Recomendaciones

  • Cuando nos encontramos en estado de ansiedad, la alarma en el cerebro está en alerta lo que impacta a las hormonas del estrés: adrenalina y cortisol, las hormonas alteran el metabolismo de manera que se incrementa el peso.
  • Por la mañana un vaso de agua tibia con una cucharadita de cúrcuma con una pizca de pimienta recién molida. La curcumina mejora el ecosistema microbiano en el intestino, eleva la serotonina, la dopamina, reduce el cortisol, disminuye el colesterol y los triglicéridos. La pimienta mejora el metabolismo y la absorción de la curcumina.
  • En la depresión, disminuye la serotonina, la hormona de la felicidad. Los alimentos que ayudan a elevarla son las frutas tropicales: piña, melón, mango, papaya, sandía. Pescados, semillas como chía, linaza. Alimentos que además son antiinflamatorios. La depresión incluye elementos de neuroinflamación, es poco conocido que la colitis produce depresión severa y dolor de cabeza.

 

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/

 

 

Deja un comentario