Recuperar la paz interior después de la pandemia

Estamos frente al primer episodio de pánico mundial de los tiempos modernos. Una guerra contra un enemigo invisible llamado Covid-19. Lo primero por analizar es la psicosis social, el miedo y las consecuencias derivadas de la emergencia sanitaria.

Esta no es la primera ni la única pandemia que ha sufrido la humanidad, pero sí es la primera que cuenta con la inmediatez de las redes sociales. La forma de reaccionar ante un enemigo invisible fue correr a comprar papel sanitario y alimentos. Cuando iniciaron con las cifras de muertos, el confinamiento, el toque de queda en Nueva York, el cierre de Disneyland, la cancelación de las Olimpiadas y de tantos torneos, la alarma en nuestro cerebro se puso en alerta. Nos quedamos paralizados. Nos dimos cuenta de la magnitud de una guerra muy peligrosa, sin misiles ni armas nucleares. El miedo se apoderó de la mayoría. La psicosis social se extendió cuando nos dijeron que no había armas para defendernos. Todos los días a todas horas nos aturden con el número de fallecidos, con los que ingresan a los hospitales y los pocos que se recuperan. Es obvio, no publican los que enferman levemente ni los que mejoran con terapias alternativas.

El confinamiento

Lo extraño —y quedará para la investigación de las ciencias sociales y otras disciplinas— es la docilidad de las personas que se sometieron a la nueva normalidad. Cualquier presidente municipal impuso reglas en su municipio como un dictador. Obstruyeron el libre tránsito, prohibieron el paso a los turistas, en Mazamitla, incluso a los dueños de cabañas con escrituras en mano, solo les permitieron media hora de ingreso a sus propiedades. Incluso impusieron policías en las playas y multas a los paseantes y a todos los centros recreativos. Cerraron escuelas, hoteles, iglesias y restaurantes. Las preguntas a investigar serán varias ¿Por qué tanta docilidad? ¿Por qué no protestamos ante las nuevas reglas? ¿Por qué permitimos que truncaran la libertad, el libre tránsito? Como resultado, los negocios se fueron a bancarrota y millones se quedaron sin empleo. Las respuestas llegarán y quedarán para la historia, cambiamos la libertad por el confinamiento, parecía que garantizaba la salud. Otras restricciones fueron avanzando: uso obligado de cubrebocas, distancia entre personas, prohibieron besarse, saludarse de mano, convivir en reuniones, visitar a los abuelos, a los adultos mayores en los asilos, impusieron distancia social que nos aleja de los otros. La paranoia fue tal que algunas casas se convirtieron como si fueran hospitales; dejan los zapatos en la puerta como los japoneses, se cambian la ropa, se lavan cada cinco minutos las manos, utilizan desinfectantes y se obsesionan, cualquier objeto, aseguran que es fuente de contagio. No les importa el daño que les pueda causar los desinfectantes y las dermatitis por lavarse las manos. Algunas parejas hasta han dejado de tener intimidad. El resultado, una distancia social que cada vez nos aleja a los unos de los otros. A pesar de que las medidas poco a poco se han ido relajando para volver a abrir los negocios, vamos a seguir un tiempo con la desconfianza y las ideas obsesivas del contagio. Divide y vencerás. Pasado el impacto viene la recuperación.

Cómo encontrar el equilibrio

El confinamiento afecta la confianza en sí mismo, el miedo a perder la salud nos vuelve irracionales. Se modificaron las rutinas, con los nuevos protocolos, dejaron de acudir al trabajo, a la escuela, al gimnasio, se cambiaron los horarios para alimentarse, la ansiedad la mitigan comiendo, otros bebiendo alcohol. Sin hacer nada parecían vacaciones, pero, las autoridades se tomaron el poder de manejarnos imponiendo reglas, nos bombardearon con la orden: “No son vacaciones”. Entonces vino la confusión, la duda, la incertidumbre. En varios Estados impusieron multas por andar en la calle y no utilizar cubrebocas, con el argumento de cuidarnos, perdimos la libertad.

Establecer objetivos

Pasada la emergencia, lo primordial es recuperar la confianza, iniciar con objetivos sencillos, alcanzables; el horario para levantarse, alimentarse; la práctica de ejercicio, es importante permanecer activos para que no los atrape la depresión, los que no pueden asistir al gimnasio se las ingenian para no perder condición muscular, hasta que regresen a sus hábitos. Que otro de los objetivos sea mantener sus redes de apoyo, amigos, familiares, terapeutas, sacerdotes, pastores, en fin.

Paso a paso

No se quieran comer el pastel de una sola mordida o terminarán indigestos. Los deprimidos bajan la velocidad, no tienen voluntad, el deseo, el placer por la vida está suprimido, nada los emociona, van a necesitar ayuda terapéutica. En cambio, los ansiosos para recuperar el tiempo, se vuelven compulsivos, se ponen demasiadas metas, traen en la mente varios planes, de tantos dispersan su energía.

 

Lupita se embarazó a los tres meses de casada, tiene varios objetivos: en cuanto nazca su hijo se embarazará de nuevo, así, seguirá con su trabajo actual y además abrirá un negocio, objetivos que seguramente no podrá cumplir ya que un bebé requiere demasiados cuidados.

Luis, perdió su negocio, tiene hijos que alimentar. Unos días estuvo en confusión, triste, no sabía qué hacer. Buscó apoyo económico y ahora está a punto de iniciar su proyecto.

 

Ser flexibles

Los obsesivos con la limpieza y el orden difícilmente cambian sus rutinas, durante el confinamiento reforzaron aún más la sanitización de su entorno. Es increíble, los que menos se cuidan son los que menos se enferman. Cuando mi hijo estaba pequeño, la vecina tenía un hijo de su edad, era tanto el orden que prefería que el niño viniera a nuestra casa; se sorprendía de ver a mi hijo caminar descalzo, ella, con su hijo, era todo lo contrario, lo extraño es que el niño de todo se enfermaba. No se olviden que tenemos un sistema inmunológico que se encarga de defendernos de los invasores invisibles, de los visibles se encarga el consciente.

Ser flexibles para escuchar ideas, cambiar de trabajo, incluso cambiar de ciudad si no hay otra opción. No es verdad que en estos tiempos sufrimos más, pregunten a sus abuelos de todas sus pérdidas. Todos han pasado por pérdidas y recuperación, esa es la constante en los seres humanos.

 

Tomar decisiones

Es un hecho, la crisis sanitaria y económica nos ha bajado las defensas, es importante recuperar la seguridad y confianza en nosotros mismos. Puede ser que por la crisis económica tienes que cambiar de casa, de trabajo, cerrar el negocio, vender el carro, terminar una relación después de tantas dificultades.

En la crisis de 1994 en nuestro país sufrimos un efecto dominó, como dice el refrán: “No es lo duro, sino lo tupido”. Mucha gente perdió su casa, el país se paralizó y eso que no tuvimos crisis sanitaria, pero los efectos emocionales fueron muy costosos. En mi caso fueron tantas situaciones que sufrimos: robos, asalto a mano armada, ingreso a cirugía, casi muero, en fin, terminamos en divorcio. Soltar los apegos no es tarea fácil, pero la vida sigue, pedir ayuda, orientación, terapia, lo que sea necesario, el silencio y la inmovilidad son grilletes que no nos dejan avanzar.

 

Cambiar el pensamiento

Es increíble, el pensamiento cambia la fisiología del organismo, los que han estado enamorados, saben que todo les parece tan fácil. Aprende a capitalizar el enojo, lo más difícil es el coraje hacia nosotros mismos, sentir culpa, vergüenza. La vida es un continuo aprendizaje, de los errores se aprende y si no se aprende se repite. Los deprimidos en todo ven obstáculos, el pensamiento los bombardea con pesimismo, temores, inseguridad. Anota las frases que vienen a la mente, date cuenta cómo te saboteas, quémalas. Cambia por frases en positivo como: ¡si puedo, lo voy a lograr!, ¡merezco abundancia! Y si tienes fe en alguna religión eso ayudará a no perder la esperanza.

Recomendaciones

  • Toma unos minutos para estar a solas, si tienes jardín siéntate, recuéstate, camina, siente la naturaleza. Si no tienes jardín, sal al campo, a un parque. Pon tu mano en el corazón y la otra en el abdomen, respira profundo y mentalmente repite: “Yo estoy en paz, en mi hay paz, estoy en armonía con la naturaleza”. Lleva la mano a la nuca, la otra en el área del plexo solar, respira profundo y repite la frase. Responde a las preguntas ¿qué huelo, que siento, que escucho?
  • El sistema inmunológico necesita descanso, dormir sus horas para recuperarse. Mantente hidratado; ojos, nariz, boca, el aparato digestivo, todos los órganos necesitan agua para formar una capa protectora contra las infecciones, la capa húmeda atrapa a los invasores. Si están secos se convierten en el caldo de cultivo de la infección.
  • La vitamina C, la A y el jengibre combaten las infecciones de las vías respiratorias. El ajo es un antibiótico natural, además es un probiótico que ayuda en la microbiota (la flora intestinal) ¡Qué tu medicina sea tu alimento!

 

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/

 

 

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