La ganancia secundaria en psicología

Es muy común que un paciente acuda al psicólogo después de peregrinar por varios médicos para atender sus síntomas y que comente que ningún tratamiento le ha funcionado. Este tipo de pacientes, incluso, llegan a comentar que ya fueron con un psiquiatra y que tampoco les ha servido de nada: “Tomé los medicamentos y solo me sirvieron para mantenerme dormida”. Lo más seguro es que el psicólogo se convierta en uno más en la lista de los que “no funcionan” y hasta corre el riesgo de que se publique su nombre y se diga que no es un buen profesional.

 

Es un tema muy delicado. Detrás de muchos problemas de salud se esconde la ganancia secundaria o resistencia al cambio. Los síntomas tienen un significado que no cualquiera puede interpretar. En los tratamientos biomédicos lo que importa es quitar el síntoma y la causa: dicen que se debe a un contagio o herencia genética, pocas veces importa la causa emocional. Algunos pacientes comentan que señalan al médico un suceso doloroso acontecido días antes de presentar los síntomas, pero piensan que el especialista no lo toma en cuenta, solo les da el diagnóstico y les extiende la receta.

Muchos latinos que viven en Estados Unidos se quejan de la frialdad de los médicos y los profesionales en salud mental. La razón de esta frialdad son las demandas de los pacientes, son tantas que los profesionales necesitan pagar un servicio de abogados para que se encargue de su defensa, esta es una de las causas del costo tan alto de las terapias en salud mental en el país del norte.

Luis es un pastor cristiano que vive en Estados Unidos; él vino a fungir como orador en un evento en Guadalajara y aprovechó para acudir al médico con su esposa. Me pidió consulta, se le habían olvidado los medicamentos preescritos por el psiquiatra, con la confianza de estar en su país, me comentó su experiencia: “En la primera consulta le conté mi historia, el psiquiatra volteaba a ver el reloj y llegó un momento en que me interrumpió y me dijo: ‘Ya hablaste demasiado, te pasaste y suben los honorarios’. En la siguiente consulta ya no hablé, y por más que me tomaba los medicamentos no sentí mejoría”. Lo escuché con mucha atención, una persona sensible, humana, sintió la empatía. Los días que estuvo en la ciudad disfrutó tanto el viaje que su cerebro se olvidó que necesitaba los químicos de los fármacos.

Un caso de ganancia secundaria

La señora Catalina fue operada de varias hernias en las vértebras, aseguraban que ella podía caminar. El desfile de médicos era impresionante, cada uno le dejaba una receta. Un día me vieron en televisión y las hijas me llamaron para preguntarme si podía ir a su casa a dar consulta a su mamá. La señora me atendió muy amable, me contó que habían secuestrado a uno de sus hijos, pagaron el rescate y lo liberaron. El clóset estaba repleto de medicamentos, ella controlaba todo desde su cama, contaba con tres turnos de enfermeras que pagaban entre todos los hijos. Me compartió que su nieto se iba a casar el fin de semana y no quería ir en silla de ruedas, le di ánimos. Me mencionó que me llamaría para la siguiente semana. No asistió a la boda, y me pidió consulta. Cuando la enfermera le anunció que yo había llegado, gritó fuerte y le informó que ella no tenía ninguna consulta. Ingresé a su recamará y le confirmé que ella me había pedido que acudiera. Discutió conmigo y me señaló que mi secretaria se había equivocado. Al verla tan molesta le anuncié que me retiraba; me ordenó que le dejara homeopatía, el gotero estaba vacío, seguramente lo había tirado. Entré a la cocina con la enfermera y le pregunté si así las trataba a ellas, me respondió que sí: “A los médicos, a su esposo y a sus hijas”. Al despedirme me preguntó que cuanto me debía por mis honorarios, le comenté que no me debía nada: “¿De qué vives?”, observó, “Vine a dar consulta, pero no aceptaste”. Llame a la hija y le dije que necesitaba hablar con ella. La hija acudió con sus hermanas. Escuché las quejas, la madre las tenía controladas, todas las tardes tenían que estar en su casa con sus nietos, las llamaba a cualquier hora de la madrugada, los esposos ya estaban cansados de la manipulación de la suegra. Les sugerí que le pusieran límites.

 

La ganancia primaria y secundaria

La ganancia primaria corresponde a los beneficios psicológicos directos que se obtienen al estar enfermo, por ejemplo, posterior a una cirugía o una lesión por un accidente. Esta ganancia se centra en la incapacidad de realizar actividades cotidianas o laborales, como no arreglar la casa, no manejar, no asistir a la escuela o al trabajo, esta ganancia es temporal.

La ganancia secundaria se refiere a las ventajas adicionales, como podrían ser los privilegios económicos que se pueden recibir en el trabajo, la jubilación por un accidente o los beneficios al anunciar que se padece depresión, ansiedad, diabetes o discapacidad y por este motivo no deba trabajar, manejar o encargarse de otras responsabilidades. Es increíble que haya personas que buscan enfermarse para dejar de asistir al trabajo. Me comentó un psiquiatra que laboraba en los Estados Unidos que varios pacientes le llegaron a ofrecer dinero para que los diagnosticara como esquizofrénicos, las ventajas de este padecimiento es que reciben el apoyo mensual de su Gobierno y así evitan trabajar.

 

El hijo con enfermedad psicosomática

El trastorno psicosomático es aquel que aparece cuando las emociones no pueden expresarse verbalmente y la energía que permanece reprimida de forma crónica produce una disfunción en los órganos. Amigdalitis, colitis, gastritis, alergias en la piel, en el aparato respiratorio, la “calentura de pollo” para no asistir a la escuela… En los niños representa la expresión del sufrimiento emocional, un mecanismo defensivo de supervivencia ante la angustia que produce un conflicto psíquico que va de los psíquico a lo somático. El síntoma posee una función defensiva: cuando el síntoma aparece, la angustia desaparece. El problema es que el niño está triangulado con los padres: algunos viven en casa y cada que discuten el niño se enferma, el síntoma del niño es el distractor de sus conflictos; en otros casos, los padres están divorciados y la “enfermedad” del niño o adolescente funciona para mantenerlos unidos o en eterno conflicto. El pediatra alimenta la enfermedad, cada que el niño presenta síntomas le da antibiótico, lo que acaba con sus defensas y en unos días vendrán las consecuencias, el cuento de nunca acabar. Otro medicamento con efectos secundarios es la cortisona, este le va a traer consecuencias incluso en su vida adulta, problemas renales y enfermedades autoinmunes: lupus, fibromialgia, incluso el síndrome de Sjogren: un trastorno del sistema inmunitario que afecta primero a las membranas mucosas y las glándulas que producen humedad, ojos, boca, no sudan y presentan problemas digestivos severos. Es un hecho que muchos profesionales no tienen ética, con sus tratamientos logran hacer cautivos a los pacientes. Lo mismo sucede con las personas que se dedican a la brujería y terapias alternativas que lo ven como un negocio, y no para curar.

Cuando en terapia me doy cuenta de cuál es la razón por la que el paciente no mejora de una depresión, le pregunto: “¿Qué cosas positivas le aporta la depresión?”. Casi siempre el paciente se molesta y responde que cómo le va a aportar algo si lo que quiere es aliviarse: “Ya estoy harta de sentirme triste, de no ser feliz y de engordar con las pastillas que me da el psiquiatra”. Es posible que ese no sea el momento adecuado para romper la resistencia al cambio. Y lo más seguro es que el paciente no regresa a terapia y hasta comente con sus amistades: “Otra psicóloga inexperta”. Pero cuando llega el momento de explorar el significado del síntoma podemos descubrir que la persona le está haciendo honor a su madre o a su abuela que falleció de dolor por un duelo no tratado. O que a la mamá de la paciente le conviene que esté deprimida para que no se case y la deje sola. En el caso de pareja, incluso, podría ser para evitar la intimidad ya que presenta un trauma por abuso sexual… El descubrimiento es amplio.

 

La manipulación

Una vez que el paciente acepta que detrás del padecimiento obtiene ganancia secundaria y lo sigue haciendo, entonces se trata de manipulación. En una ocasión un joven pedía limosna por una infección en la pierna, me acerqué a platicar con él y le sugerí que acudiera a los servicios médicos que ofrece el Gobierno, incluso le hablé fuerte: “¡No se vale que te dañes la pierna para estar de flojo, no sabes lo que es estar en silla de ruedas y depender de otras personas para tu cuidado!”. Me dio las gracias. Días después pasé de nuevo y ahí estaba: “¡Eres un holgazán, serás un parásito de la sociedad, qué pena por ti!”, le señalé. Una vez que se acepta que detrás del padecimiento se obtiene ganancia secundaria y se sigue haciendo, se trata de una manipulación.

Recomendaciones

  • Cuidado con los diagnósticos a la ligera en donde les dicen que tienen que tomar medicamentos toda la vida, como en el caso de la depresión.
  • En las enfermedades crónicas como diabetes, cáncer y las autoinmunes, es importante acudir a terapia para liberar los traumas y emociones reprimidas.
  • Una enfermedad psicosomática es aquella que constantemente se repite, los padres deben acudir a terapia para que tomen consciencia del lenguaje no verbal de su hijo.
  • En los adultos una enfermedad psicosomática como alergias, trastornos digestivos, colitis, deben tratarse en terapia, pueden ser síntomas que aprendieron a esconder desde la infancia, asuntos no resueltos, como abuso sexual, maltrato, muerte de un familiar cercano o abandono.

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Visita su sitio web: www.rosachavez.com.mx Síguela en: https://www.facebook.com/DrRosaChavez y https://www.facebook.com/Tratamientointegral/ Comentarios a la autora: [email protected]

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