Adaptarnos a la incertidumbre
Es un hecho, los seres humanos vivimos en la incertidumbre; sin embargo, la inseguridad se agrava en la pandemia, dentro o fuera de casa estamos en peligro. Para sentirnos tranquilos necesitamos certeza. Entre más nos acostumbramos a la vida cotidiana, nos volvemos menos flexibles y menos adaptables; cuando aparece lo inesperado entramos en pánico, el miedo nos paraliza y cuesta trabajo tomar decisiones.
Los seres humanos y los animales contamos genéticamente con el instinto de conservación, todo el tiempo está en alerta para defendernos. Cuando la inestabilidad domina el entorno en el que vivimos la mayoría puede perder el control; la tierra firme de la vida cotidiana se convierte en arenas movedizas, el temor se apodera de nosotros. La reacción de luchar o prepararse para correr es parte de la defensa natural, ante el peligro real o imaginario; algunos sujetos toman las mejores decisiones y otros se paralizan.
Cuando los nazis derrotaron Francia, la invasión de la Gran Bretaña era inminente, la incertidumbre, el temor del futuro y el instinto de salvar la propia vida. De pronto se olvidaron de los otros. La orden en el cerebro estaba en alerta: te defiendes o te mueres, no se podían confiar, todos parecían enemigos. Muchos escaparon, otros robaron en los negocios ante el miedo de quedarse sin alimentos y otros cometieron asesinatos. Afortunadamente siempre hay equilibrio, la otra parte reaccionó con heroísmo, se unieron tratando de ayudar a los demás.
En momentos de crisis: social, sanitaria, económica y en desastres naturales, en esos momentos en que se altera el orden establecido, la persona tranquila puede perder el control de tal manera que es capaz de matar por defenderse o defender a sus hijos. La lucha por la vida: “struggle for life” de la teoría de Darwin, es el instinto natural de la sobrevivencia, y la ley del más fuerte, el combate de las especies por conservarse. En otro ejemplo, la Biblia dice: “Creced y multiplicaos”, no dice conservaos, no es el crecimiento y la multiplicación lo que les pide más alimento a los animales y para lograrlo los lleva a luchar entre ellos, es la búsqueda de más alimento, lo que les hace multiplicarse. No es la tendencia de los vivos a conservarse, es a excederse, a imponerse ante los demás, la especie más fuerte es la dominante y se apodera del territorio, esto se nota más en los humanos, los animales respetan el territorio.
El encargado de la sobrevivencia es el cerebro, actúa de forma automática; esta maravilla se encuentra en el sistema límbico, el cerebro más primitivo del hombre: el reptiliano. El problema hoy en día es que ya no nos persiguen los animales salvajes, sino los microscópicos. También los de la misma especie se han vuelto depredadores y quieren las pertenencias del otro. En la pandemia la alarma se encuentra en alerta por temor al virus, además por las consecuencias económicas y lo que impacta a la salud física y mental. Cuando el cerebro instintivo capta un peligro, algo urgente, no busca confirmar la percepción, actúa de manera apresurada y dispara una respuesta. Prepara las hormonas del estrés para darnos la energía y la orden: correr o pelear. Puede que reaccionemos con un arrebato de rabia o nos paralicemos por el miedo, este mecanismo de defensa instintivo reacciona antes que el córtex; el cerebro racional, el que identifica de manera razonada lo que está sucediendo. La emoción se pone en marcha antes que el pensamiento. El área prefrontal constituye un moderador, permite la emisión de una respuesta más analítica y proporcionada al hecho. La alarma siempre está en alerta en situaciones de emergencia y de tanto cuidarnos también agota la respuesta.
El control emocional no funciona eficazmente en un cerebro estresado. El confinamiento y la crisis económica han afectado el control de las emociones, se pierde tolerancia y por cualquier nimiedad se actúa a la defensiva, veremos cómo se va a incrementar la violencia y la delincuencia como en la posguerra y posterior a los desastres naturales. Son tiempos de incertidumbre, sufrimos ansiedad anticipatoria y no tenemos certeza de cuando volveremos a la vida cotidiana. Por el temor al contagio perdimos la libertad, todo se volvió un peligro. Mientras los gobiernos aprovechan para tomar el poder, imponen reglas absurdas, faltos de empatía exigen cobros para reactivarnos. Las medidas tomadas para evitar el contagio nos separan hasta de los más cercanos, los adultos mayores sufren soledad y rechazo, no les permiten ingresar ni para comprar sus víveres, la mayoría de los adultos mayores tienen un año sin ver a su familia. Esta medida es como un exilio y afecta demasiado.
Uno de los valores que tenemos que fomentar en momentos de crisis es la solidaridad, no permitir que nos dividan, ayudarnos entre nosotros. Las personas que perdieron su negocio, su trabajo, necesitan apoyo, la angustia impide salir del problema.
En esta batalla ya tenemos identificado al enemigo, ni siquiera lo vemos, es microscópico; sin embargo, vivir con miedo y ansiedad afecta nuestra arma más poderosa, el sistema inmunológico. Ese que la industria farmacéutica no menciona, no le conviene, lo que les interesa es vender fármacos. Científicos honestos sugieren que aprendamos a coexistir. Tenemos que acostumbrarnos a vivir con los virus y bacterias circulando en el mundo. Mientras me dedico a observar, veo a los exagerados en la limpieza, en la sanitización en sus casas, y también a los indigentes; tienen años sin bañarse, usan la misma ropa, se les cae a pedazos, duermen en la calle, comen lo que encuentran en la basura y por la falta de consciencia en la realidad no se enferman. También observo a los mecánicos, los albañiles, se la pasan escuchando música, a la hora de la comida se reúnen, prenden la fogata, calientan sus tortillas en la tapa de un barril, la mayoría de las ocasiones sin lavarse las manos porque carecen de agua y son los que menos enferman, gracias a ese sistema maravilloso, el inmunológico.
El daño emocional que niños, jóvenes, adultos, han sufrido es muy grande. Es momento de que regresen a las aulas como lo han hecho en muchos países, me entero de tantos conflictos familiares por el confinamiento, no se puede continuar en el encierro y los niños sin socializar. Ya aprendimos a llevar las medidas para evitar otro repunte, en los lugares cerrados es conveniente utilizar el cubrebocas. También es importante alimentarnos de manera saludable, beber agua en lugar de bebidas endulzadas, practicar ejercicio, dormir de manera que el sueño sea reparador y practicar la buena actitud mental.
Recomendaciones
- Es importante despertar habilidades: la creatividad, imaginación, la capacidad de pensar para reconstruirnos. Otra habilidad importante, es la adaptación. Siéntate y escribe: ¿cómo adapto mis habilidades a este nuevo mundo? Otra pregunta: ¿cómo puedo trabajar con otras personas para ayudarlas y ayudarme? El país, el mundo, mejorará en la medida que todos mejoremos. Cuidado, si estamos divididos los políticos se aprovechan y se vuelven dictadores.
- Es un hecho, dependemos de la tecnología, en la pandemia se ha vuelto indispensable, pero, no alimenta nuestras almas. La tecnología nos da información y sensación de seguridad; sin embargo, niños y jóvenes aprenden mejor vía presencial, en grupo. Somos seres sociables, necesitamos el contacto humano, solidaridad, fuerza vital, fortaleza (resiliencia) y sentirnos seguros. La paradoja es que entre más distantes estamos más nos necesitamos. Nos necesitamos para no perder la esperanza, para darnos inspiración, ideas y motivarnos.
- No te contamines de los pesimistas, siembra pensamiento positivos y cosecharás felicidad. Como dijo atinadamente Viktor Frankl: “Al hombre, se le puede arrebatar todo, salvo una cosa; la última de las libertades humanas. La elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”.
* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: [email protected] Visita su sitio web: www.rosachavez.com.mx Síguela en Facebook: https://www.facebook.com/DrRosaChavez y https://www.facebook.com/Tratamientointegral/