¿Para qué vivo?
La espiritualidad es el área más íntima del ser
humano: le permite profundizar en él mismo con el fin de dar sentido a su vida
y superar sus dificultades; sin embargo, en la actualidad, son muy pocas las
personas que toman conciencia de la importancia que tiene este valor humano
fundamental.
Para el sociólogo Carlos Macías Vences, catedrático
de la Universidad Iberoamericana, la espiritualidad es la parte no tangible del
ser humano. Si pensamos en un automóvil, sería el conductor. Es decir que
mientras el cuerpo, que es nuestra parte física y biológica, es el vehículo, el
espíritu es lo que lo mueve, es la razón o motivación por la que la máquina
existe y está aquí.
El experto explica que en la Era Moderna, que
va desde la Ilustración hasta la Segunda Guerra Mundial, se afirmaba que lo
único que existía era el cuerpo, lo concreto y lo tangible; sin embargo, cuando
surgió la física cuántica y se demostró que las cosas están hechas de átomos y
que éstos se conforman de quantums, los cuales no son materia sino sólo
energía, cambió totalmente el concepto de nuestro ser. Si sólo la energía
existe, lo único real es el alma, y lo material, por lo tanto, se reduce al
campo de la ilusión.
Siendo la espiritualidad un valor fundamental,
¿de qué manera podemos fortalecerla en nuestra vida cotidiana? Para abordar
esta cuestión, el especialista cita al filósofo alemán Friedrich Nietzche: “Si
tienes un ‘para qué’ vivir puedes resistir cualquier ‘cómo’”. Y añade que por
desgracia se nos va el tiempo en preocuparnos por el ‘cómo vivo’, es decir, en
pagar la renta, comprarnos un coche, cambiar de trabajo o lograr un ascenso,
entre otros.
La mayoría de la gente, continúa el experto,
no podría responder por qué está en el mundo, para qué nació o está haciendo lo
que hace. Son temas olvidados. Sin embargo, mientras más llevemos nuestra
atención al ‘para qué’, estaremos más en contacto con nuestro espíritu. Decía
el psiquiatra austriaco Víctor Frankl, gran estudioso del desarrollo humano,
que en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial sobrevivía sólo
una de cada veinte personas; lo extraño es que no se salvaba el más fuerte,
inteligente o joven, ni siquiera el más sano, sino el que sabía la respuesta a
esta pregunta.
La espiritualidad se puede experimentar y está
al alcance de los seres humanos en la medida en que nos lo proponemos, señala
el sociólogo. Lo que sucede es que no dejamos espacio para eso. Lo primero que
debemos hacer, es preguntarnos la razón de nuestra existencia y tratar de
responder a este cuestionamiento, no sólo hoy, sino cada día de nuestro vivir.
Otro aspecto que
está ligado directamente con el espíritu es la responsabilidad. Al ser
conscientes y libres, debemos responder por nuestros actos. Para Víctor Frankl,
comenta el especialista, encontrar la razón de la existencia comienza
formulando dos preguntas: ¿De qué y ante quién soy responsable? La capacidad de decidir se
convierte entonces en responsabilidad ante la problemática del sentido.
Si sólo nacemos y
morimos sin ninguna finalidad, ¿para qué sirve la vida? Pues bien, para que el
hombre alcance su plenitud no debe solamente atender los aspectos biológicos,
intelectuales y sociales de su persona, es imprescindible que se aventure en
ese mundo inexplicable e infinito que es la dimensión espiritual. Es tiempo de
que nos decidamos a reflexionar sobre los motivos más profundos de nuestra
presencia en este mundo.
* Rebeca Orozco Mora contáctala en www.sermexico.org.mx, [email protected].
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