¿Si es amor?

El amor construye, no hace que una relación se fracture o sea motivo de sufrimiento para alguien.

La mayoría de las personas tenemos en mente, cuando hablamos de la familia, mostrar u ofrecer lo mejor de nosotros mismos y de lo que podemos hacer en beneficio de ella. Si hay conflictos, intentamos resolverlos, cuando uno de los miembros lo requiere, cuidamos de él hasta que sea autosuficiente.


A esto se le llama unión familiar, y es una característica indispensable en cualquier núcleo. Es claro observar en el comportamiento de cada integrante una buena comunicación aunada de solidaridad: “todos para uno y uno para todos”. Además de encontrar equidad en las decisiones y propuestas, así como el empleo de todos los esfuerzos y recursos para el miembro que lo necesite en algún momento determinado: “nosotros podemos aportar con esto”, “yo puedo quedarme a ayudar”, y “yo puedo realizar las demás actividades“, por ejemplo.


Estas acciones de fraternidad forman un lazo sólido, sin embargo, ¿hasta qué grado es sano cuidar a los demás, nuestros padres, hermanos o hijos sin llegar a ser un vínculo codependiente?


Para Miriam Zavala Díaz, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, cuando algún integrante, que, por lo regular es la madre o el padre, tiende a ser exagerado en sus atenciones o precauciones con los hijos o parientes, incluso con uno solo, su comportamiento es excesivo en cuidados o intenta controlar la vida de los demás, corre el riesgo de generar una relación codependiente hacia el resto de los integrantes.

¿Existe codependencia en su familia?
María Magdalena Egozcue autora del libro “Primeros auxilios psicológicos”, Editorial Paidós, afirma: “La codependencia es un patrón persistente de conductas en el que un individuo intenta desesperadamente satisfacer sus demandas afectivas, ya que siente que otras personas importantes en su vida, no las han logrado, por lo cual, su búsqueda por lo regular termina en el fracaso y en un precario equilibrio emocional propio y de los que lo rodean”.


Tomando esta definición, es común detectar este patrón en el hogar por una serie de comportamientos que, por lo regular, se basan en la exaltación de decisiones, el apego excesivo a la persona, actividad que para el integrante con estas condiciones, es sólo para brindar protección o evitar que sufra su entorno.


Estas conductas con las que se puede detectar eficazmente si el patrón de interacción está presente en su núcleo familiar, según la psicóloga Miriam Zavala, son:


a) Apego excesivo, el individuo codependiente tiene una necesidad excesiva de saber cada detalle acerca de los suyos, en dónde están, con quién, a qué hora se fueron, a qué hora llegarán, por qué se fueron y que harán los demás días, lo cual puede causar distanciamiento, ya que los hijos o la pareja, pueden sentirse acosados y así, evitar la relación.


b) Control extremo, “no saldrás hoy, y tal vez mañana tampoco porque iremos a ver una película o lo que quieras, pero con nosotros”, es un ejemplo de manipulación muy recurrido por el sujeto con este desorden psicológico. 


c) Victimización, por lo regular, las personas con esta característica emocional, resultan siempre ser las víctimas, con el único objetivo de modificar el pensamiento de los demás.


d) Hiperresponsabilidad, cuando la persona siente que es el más apto para ser responsable de los integrantes de su familia, y evita cualquier acción que según él, pueda dañarla. Por lo regular se presenta por falta de autoestima, por descontrol o ineficacia.


Si sientes que en tu hogar está presente esta situación, es indispensable tomar cartas en el asunto con el fin de cambiar para obtener mejores relaciones.

El autoanálisis, el primer paso de ayuda
La codependencia, es una característica que se da mucho en México, comenta la especialista universitaria, y agrega que puede ser un problema cultural ya que estamos acostumbrados a seguir roles en el hogar (el líder, el indiferente, el responsable), por lo cual, de alguna manera se tolera ésta característica psicológica y se torna de alguna forma normal. Por esto, es importante percatarse si en casa existen este tipo de relaciones y decidirse a tratarlas.


En muchas ocasiones este patrón de interacción se confunde con alguna preferencia emocional, lo que comúnmente se le conoce como “ver un poco más por el (hijo o pariente) consentido”.

Busca el bienestar familiar
Para la psicóloga Miriam Zavala, algunas recomendaciones importantes que pueden ser el repartir responsabilidades equilibradas en cada uno de los miembros, así como dejar que cada uno de ellos experimente las consecuencias de sus propios actos. 


Las pláticas grupales y las terapias familiares son, de igual forma, un elemento importante para la comunicación, en éstas, puede hacer que cada integrante se involucre con los problemas y las necesidades de los demás y viceversa.


“La mejor terapia es aquella que comienza con cambios pequeños pero alivianadores”, comenta la catedrática, y agrega que por lo regular, si es que se decide por recurrir a este tipo de ayuda, estas son muy accesibles en tiempo y en costos, así mismo, que la UNAM tiene diversas sedes especializadas en tratamientos grupales e individuales, a las cuales es muy sencillo ingresar. 


La familia es la base emocional de cada uno de nosotros, en ella, aprendemos la mayoría de nuestras virtudes, visiones, metas y comportamientos desde que somos pequeños, por ello, es indispensable mantener una relación sólida cada uno de nosotros. Con comunicación, paciencia, y solidaridad, sí podemos buscar llegar a ser una familia feliz.

Deja un comentario