Manejo del coraje

Si eres de los que avientan el teléfono cuando una grabación te responde, gritan maldiciones cuando les ganan el estacionamiento, maltratan a los niños por regar los juguetes, golpean la pared cuando algo no sale bien, regresan furioso del estadio porque perdió su equipo… ¡cuidado! El coraje puede estar controlándote.

Toño y Luisa planean casarse en unos meses; debido a que la relación ha sido de constantes conflictos que van en aumento, ella condicionó a su pareja diciendo que si no acudían a terapia se daría por terminada la relación. Los celos de Toño los han metido en varios problemas, al grado que ella se ha negado a asistir a las reuniones con sus amigos ya que por el mínimo detalle, Toño entra en cólera. Cada vez que se trasladan en el auto él se transforma, maneja a la ofensiva agrediendo a quien se atraviesa en su camino incluso, debido a esta actitud, Luisa a regresado a casa en taxi en varias ocasiones. Estando ambos en terapia Toño negó los hechos hasta que, avergonzado de su conducta, reconoció que necesitaba ayuda.

El coraje en sí no es malo si se expresa apropiadamente; puede ser saludable gracias a que nos protege de situaciones peligrosas, nos llena de energía para resolver problemas o lidiar con las estructuras sociales. Por supuesto que tenemos tareas que se nos salen del control; en las grandes ciudades el parque vehicular ha aumentado considerablemente, trasladarnos de un lugar a otro nos vuelve irritables. El mundo competitivo en el que nos desenvolvemos es causa de que nuestro nivel de tolerancia se encuentre al tope. Para los que su capacidad de respuesta se encuentra en el nivel óptimo, estas situaciones de estrés se resuelven fácilmente y regresan a una sensación de calma sin necesidad de explotar.

Sin embargo, si eres de los que te hierve la sangre ante la menor nimiedad como esperar unos minutos en la fila del banco, en el semáforo o en la caja del supermercado, es necesario que aprendas a mantenerte bajo control.

El coraje fuera de control es destructivo, causa problemas con las amistades, en el centro de trabajo, en la salud, en el disfrute de la vida, además de que corres el riesgo de que un impulso no controlado te traiga problemas legales y, en consecuencia, irreparables.

Desde pequeños nos enseñan las reglas sociales: a las niñas a que sonrían, a dar las gracias, a que calladitas se ven más bonitas, a guardarse el punto de vista y, a lo más absurdo, que es de mala educación enojarse. En esas reglas los varones aprenden a sobrevivir en la ley del más fuerte, en la creencia de que, el que tiene más saliva traga más pinole, o el que pega primero pega dos veces. Esta demostración de las reglas del juego, se lleva a cabo con el ejemplo, los niños aprenden a hacer lo que ven. Las emociones son al mismo tiempo el medio y el mensaje.

La demostración de las emociones tiene consecuencias en las personas; si se aprendió que defender ideas es malo y por ende es mejor guardar silencio, con el tiempo las emociones reprimidas van a salir sin control, se pueden desviar a personas que no tienen ni vela en el entierro. Por otro lado, si los padres se encontraban emocionalmente distantes, irritables y daban golpes ante la menor provocación, es muy probable que de adultos la respuesta a los estímulos se lleve a cabo con las vísceras.

Patrones de coraje
Las respuestas al coraje pueden ser habituales, es decir que se responde en automático a situaciones que causan frustración. Identifica los patrones de respuesta para que puedas cambiar las conductas y las actitudes.

¿Cómo expresas el coraje?
¿Te enojas más de lo necesario?
¿Utilizas lenguaje vulgar o haces gestos?
¿Expresas el coraje de manera que alteras a los demás?
¿Te enojas más que otras personas ante la misma situación?
¿Es tanto tu enojo que golpeas o avientas objetos?
¿Permaneces enojado durante horas?
¿Utilizas alcohol o drogas para calmarte?
¿Experimentas reacciones físicas tales como tensión muscular o aumento en los latidos del corazón cuando te enojas?
¿Expresar el coraje contra otro te hace sentir mejor?

Recomendaciones
Es importante descartar que sentirse enojado sea por un problema orgánico como gastritis, hipertensión, trastornos del corazón, etcétera.

En terapia vas a encontrar herramientas para el control de impulsos, manejo del estrés, así como las claves para demorar la respuesta y aprender a manejar las emociones.

Detrás de cada agresión hay una frustración

La práctica de ejercicio o deporte es una de las mejores herramientas para canalizar tus energías.

Manejar el coraje no garantiza que no te vuelvas a enojar o que abusen de ti. Es bueno sentirse enojado; en efecto, reprimir o negar el coraje trae consecuencias a la salud como dolor de cabeza, depresión, estrés, ulcera, trastornos en el sueño y en la alimentación, y conductas violentas sin sentido. La clave se encuentra en cómo manejar los impulsos y cómo expresar el coraje de manera asertiva y controlada.

Manejar el enojo impulsivo trae beneficios a los que te rodean; la salud mejora de manera considerable; te sientes mejor contigo mismo, y las relaciones en tu entorno mejoran.

Mantén el coraje bajo control, antes de que este te controle a ti.

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