Heridas emocionales: la raíz de la ira y cómo sanarlas

En este preciso instante, me gustaría que te detuvieras a reflexionar sobre algo que, si bien es incómodo, esconde una verdad profunda sobre nosotros mismos. ¿Te has preguntado alguna vez qué se esconde detrás de esa emoción tan intensa a la que llamamos ira? Aquí te ofrezco quizás una nueva perspectiva: normalmente la ira es la expresión de una herida emocional situada en las profundidades del inconsciente.

 

Si entendemos nuestras emociones, no como simples reacciones a lo que nos sucede, sino como revelaciones de lo que tenemos dentro, comenzaremos a ver que cada emoción negativa, cada enfado, cada resentimiento, es en realidad el grito de una herida emocional interna pidiendo ser reconocida, atendida y sanada. Así que, si nos hiciéramos responsables de nuestras heridas, en lugar de hacer responsables a los que consideramos que nos las causaron, no solo estaríamos aliviando ese dolor, sino que también seríamos capaces de disminuir en gran medida el nivel de nuestra irascibilidad, de nuestro resentimiento, de nuestro enfado.

Imagínate un volcán que de vez en cuando lanza lava y ceniza. Esta analogía representaría nuestras reacciones iracundas y que se traducen en formas de ataque contra nosotros mismos y contra los demás.

 

Tú sabes que cuando hablamos de volcanes, en lo profundo, en las entrañas de la tierra, hay un magma incandescente y que de vez en cuando, parte de ese magma sale al exterior en forma de erupción volcánica. Ese magma representaría nuestra ira acumulada, nuestros resentimientos, nuestros rencores y todo aquello que hemos sido incapaces de perdonar a lo largo de nuestra vida.

Simplemente reconozcamos que si dichos resentimientos siguen estando presentes es porque no estamos dispuestos a “pasar página”. No nos juzguemos por ello, simplemente tomemos consciencia de ello y decidamos si queremos ser como ese volcán que, ante una provocación, empieza a escupir lava.

 

La distancia de observador nos ayudará a descubrir qué fue aquello que desencadenó la herida. Es entonces cuando tendremos la opción de soltar, de dejar marchar.

 

Mi propuesta para ti es la siguiente: tómate un momento cada día para reflexionar sobre una emoción o sentimiento que hayas experimentado. Pregúntate a ti mismo, a ti misma, qué herida podría estar manifestándose a través de esa emoción. Anótalo si lo consideras útil. Esta simple acción te dará claridad y te ayudará a sanar desde dentro.

 

¿Estás dispuesto a embarcarte en este viaje de autoconocimiento?

 

P.D. Recuerda que, al final del día, el amor hacia uno mismo es la herramienta más poderosa para sanar. Empecemos por ahí.

 

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