El divorcio: cuando el amor deja de ser para toda la vida

Las jóvenes de mi generación soñábamos con el cuento del príncipe azul, casarnos vestidas de blanco y tener hijos. Las reglas eran explicitas había que llegar virgen al matrimonio, no importaba tener una casa ni carro, lo importante era el amor en la pareja y permanecer casado hasta que la muerte nos separara.

 

Recuerdo que un día mi padre me dijo: “La ropa sucia se lava en casa”, como era muy joven no comprendí el significado. Tiempo después entendí: los conflictos se quedan en la pareja. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Hoy en día todos se enteran de las discusiones y hasta de las infidelidades. Las redes sociales se convirtieron en el chismógrafo en donde revelan lo bueno y hasta las intimidades.

Las generaciones de mis padres, abuelos y las anteriores se casaban de una manera muy austera, no había el consumismo que vemos hoy en día, las fiestas parecen competencia con Hollywood a ver quién las hace más espectaculares. Cuando era adolescente, en el rancho de mi abuelo me tocó asistir a un matrimonio de campesinos, la fiesta duraba una semana, el vestido de la novia lo confeccionaba alguna conocida, no había donde comprarlo. La fiesta era como un tequio, todas cooperaban, las mujeres se dedicaban a matar los pollos, hacer el pipián, la sopa de arroz y a cocer el maíz para la masa y tortear a mano. Los hombres bebían y jugaban competencias en carreras de caballos. Con escasos recursos, ellos disfrutaban la boda y la tornaboda.

 

Les haré una pregunta y los invito a que la reflexionen: ¿para qué sirve el matrimonio? La respuesta la encontramos en el estado legal que concede derechos y beneficios para los cónyuges y los hijos. Los derechos y beneficios son independientes del amor entre la pareja. Los beneficios sociales del matrimonio no son garantía de que las parejas permanecerán felices para siempre ni que los hijos estarán mejor educados. Las parejas deben tomar en cuenta que formar una familia lleva implícitas responsabilidades y compromisos. Antes de una separación hay que tomar en cuenta el estado de salud mental, depresión, ansiedad, enfermedades renales, cáncer y otros factores como la pérdida de trabajo, el aburrimiento en la relación, la lucha de poder y la baja autoestima.

Inmersos en la cultura desechable y consumista el divorcio se ha incrementado de tal manera que llama la atención. Los conflictos de pareja tienen que ver con la inmadurez, la carencia de afectos, los problemas económicos y la falta de vocación para ser padres, la mayoría carga con la responsabilidad de hijos no planeados. Un hogar donde las relaciones interpersonales son insatisfactorias, en donde nunca llegan a un acuerdo, no tienen la capacidad de conectar con los afectos de cada miembro, en donde impera la superioridad del machismo y feminismo; una familia invadida de tensiones y violencia, el ambiente se vuelve tan tenso que las casas se vuelven expulsivas. Los hijos buscan sentido de pertenencia fuera de casa y para evadirse se atrapan en hacer lo que otros hacen, el consumo de drogas y alcohol.

 

El problema de las parejas es que son incapaces de enfrentarse a los cambios que suceden en la ruptura final, algunos no pueden, otros se niegan a reconocer, aceptar y superar las emociones abrumadoras que les invaden. Llama la atención los que se comportan de forma autodestructiva motivados por el odio a sí mismos, a la pareja, complicando aún más el conflicto. Entre más inmaduros más se enfrascan en la lucha de poder por la custodia de los hijos; motivados por el deseo de venganza, por el rencor, son incapaces de llegar a algún acuerdo o compromiso. Invadidos de revancha con ayuda de sus abogados complican la separación, dañan la autoestima y la falta de confianza de los hijos, lo que les produce trastornos de ansiedad y depresión. Los niños pueden cargar con la culpa de la separación.

Un caso clínico del ego herido. Luis y Mariela tuvieron dos hijos, la crisis de pareja llegó a su culmen cuando ella se enteró que Luis tuvo un hijo con otra mujer. Mariela tomó sus objetos personales a sus dos hijos pequeños y regresó a casa de su madre. Tiempo después promovió el divorcio. La inmadurez de Luis no se prestó para llegar a un acuerdo. Luis utiliza al niño para que se convierta en su informante ofreciéndole regalos, situación que complica la relación del niño con su madre y su hermana con quien desquita las tensiones y las alianzas con su padre, afectando, además, el bajo rendimiento escolar y dificultándole socializar con sus compañeros. Ya divorciados, para seguir en conflicto con Mariela, promovió juicio de custodia para quitarle al niño, quiere llevarlo a vivir con su nueva pareja y su hermanito. El juicio ha sido largo, costoso y desgastante por tener que desplazarse a otro estado; en el proceso a los niños los han sometido a interrogatorios pidiendo califiquen la relación con su madre. Mariela no quiere separar a los hermanos considera que el padre tiene ideas muy machistas, misóginas y no es un buen ejemplo para el niño.

 

No solo en México, en la historia de Estados Unidos el divorcio estaba prohibido en varios estados, en otros limitado, solo se permitía en ciertas circunstancias: abandono, adulterio y por violencia, si no podían presentar pruebas no procedía el divorcio. El ataque de los republicanos y conservadores contra el divorcio va en serio, algunos legisladores en la actualidad no aceptan el divorcio, como si fuera un pacto religioso. Fue hasta el año 1969 cuando California se convirtió en el primer estado en permitir el divorcio sin causales.

A lo largo de la historia se ha confirmado que el amor no es el único objetivo del matrimonio, también se lleva a cabo por beneficios económicos como créditos para comprar una vivienda o por documentos de migración, es muy conocido que muchos se casan para obtener una ciudadanía con un costo elevado en dólares. Parece chiste, pero se publicó en un periódico “Hombre con granja busca mujer con tractor”. Vamos revisando algunas de las causas del divorcio: la comunicación, las familias de origen, falta de compromiso, infidelidad, lucha de poder, expectativas defraudadas, leerle la mente al otro y la falta de acuerdos.

 

El divorcio ha estado estigmatizado por la iglesia católica: “Hasta que la muerte los separe” y “Es tu cruz y la tienes que cargar”, muchos cargan la cruz a pesar del maltrato y la violencia, no solo las mujeres, también los hombres sufren: falta de intimidad, indiferencia y maltrato de parte de su pareja. La convivencia diaria saca a flote la sombra, lo desconocido de sí mismos y lo proyectan en el otro.

Hoy en día, los jóvenes se precipitan en vivir juntos sin el compromiso de firmar un matrimonio. Otros inmersos en la cultura permisiva y consumista se casan en fiestas espectaculares pagadas en su mayoría por los padres, pero en unos cuantos años resulta que ya se desmotivaron y piden el divorcio. Llama la atención en las nuevas generaciones la poca tolerancia a la frustración y la cultura desechable incluso en las relaciones de pareja. Los que tienen hijos quedan con el ego herido y se desquitan en el proceso de divorcio, se vuelven verdaderos enemigos, triangulan a sus hijos en sus conflictos, los convierten en sus terapeutas, obligando a aliarse uno contra el otro. Hasta acusan de manera infundada de abuso sexual a su hijo para dañar severamente al cónyuge. Los abogados salen beneficiados en las demandas por los bienes y la pensión alimenticia. La pareja y los hijos quedan muy afectados, desconfiados y resentidos. La película Kramer contra Kramer y la Guerra de los Roses, resultan educativas al respecto.

 

Llama la atención el otro grupo, los que llevan a cabo el divorcio amistoso, pero siguen viviendo en la misma casa, algunos por comodidad y otros por hipocresía para guardar las apariencias y evitar el qué dirán.

Finalmente, mi recomendación como terapeuta es, agotar los mecanismos de solución de conflictos: terapia de pareja con redes de apoyo confiables, separación terapéutica, terapia personal y hasta unas vacaciones individuales para liberarse del estrés. En caso de infidelidad, tomarse el tiempo para asegurarse que el enamoramiento no será temporal.

 

Recomendaciones

  • La comunicación directa, honesta, evita conflictos y malentendidos.
  • Tratar de no interpretar o suponer. Dialogar, ofrecer disculpas.
  • La terapia de pareja es complicada, cualquier comentario del terapeuta se toma como alianza con alguno de los cónyuges. Si es mujer piensan que defenderá a la esposa, si es hombre al esposo.
  • Algunos se niegan a asistir a terapia, tienen la creencia que el terapeuta tratará de conciliar para que sigan juntos. La tarea de la terapia es que ambos tomen consciencia de lo que más les conviene a ambos y a los hijos.
  • Algunas parejas están inseguras si es momento de divorciarse y presionan para que el terapeuta tome la iniciativa. ¿Me divorcio? Vale la pena confrontarlos para que tomen su tiempo para la reflexión.
  • En un conflicto de pareja se calientan los ánimos y hacen o dicen cosas que luego se arrepienten. No tomarlo como agresión, puede servirles para una toma de consciencia.

 

* Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Visita su sitio web: www.rosachavez.com.mx Síguela en: https://www.facebook.com/DrRosaChavez y https://www.facebook.com/Tratamientointegral/ Comentarios a la autora: [email protected]

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