Personalidad paranoide

Entre los trastornos psicoemocionales el que más se ha incrementado en los últimos años es el paranoide. El término viene de la raíz griega para: fuera, y nous: mente. La personalidad paranoide es un estilo de vida aprendido en la familia o en el grupo social. El exceso de estrés cambia la conducta, actúan a la defensiva, se vuelven intolerantes, desconfiados. El ambiente laboral competitivo, jefes autoritarios, se convierten en un disparador de las emociones. Sin darse cuenta fabrican la armadura caracterológica para defenderse.

Entre tantos estilos de personalidad, creencias y maneras de pensar es difícil diferenciar entre lo normal y lo anormal, cada uno ve desde su óptica, defienden sus ideas, no hay tolerancia. En las familias disfuncionales acostumbrados a la violencia, aprenden a defenderse para sobrevivir.

Las reacciones paranoides son intentos por escapar de los impulsos y la fantasía inconsciente ante los procesos de negación y proyección de la mente. La persona trata de mantener el equilibrio con la realidad externa reconstruyéndola de acuerdo con los impulsos y fantasías que no puede contener en el inconsciente. Las reconstrucciones falsas son intentos espontáneos de curarse a sí mismo. El paranoide cree en sus ficciones a pesar de que para los demás son absurdas. La negación y la proyección son mecanismos de defensa inconscientes. Una frase muy ilustrativa en cuanto a la proyección: “Lo que te choca te checa”, y en cuanto a la negación: “Yo no soy neurótico, la loca eres tú”.

La ansiedad

La persona con Trastorno de Personalidad Paranoide (TPP) sufre de ansiedad. La tensión y la angustia limitan su capacidad, perturban el pensamiento y le restringen la libertad de acción; las tareas cotidianas le producen estrés, las tareas ordinarias se le escapan de las manos. Hacen intentos por evitar la explosión de impulsos inconscientes, de tal manera que cualquier gota derrama el vaso.

 

En la reacción de ansiedad sin causa aparente, se intenta descargar la tensión incrementando la actividad corporal; entonces aparecen las compulsiones: exceso de ejercicio, adicción al trabajo, mantener el orden y la limpieza, morderse las uñas, arrancarse el cabello, acumular objetos. El ansia, distraídos, inquietos, disminuyen la capacidad de relajación, el gozo y la eficacia. El problema se va complicando, ante la falta de conocimiento personal, niegan que están mal y no aceptan ayuda terapéutica. Incrementan actividades al grado de no dormir o mal dormir, lo que se convierte en un disparador de una crisis paranoide más severa.

Las enfermedades mentales están rodeadas de supersticiones, son estigmas que causan culpa y vergüenza. El pensamiento mágico, actúa como negación; aseguran que van a mejorar, no aceptan que la voluntad está atrapada, socialmente es menos criticado acudir con un brujo o ingerir remedios que acudir a un psiquiatra o psicólogo.

 

Es menos amenazante un diagnóstico de causa orgánica como una lesión cerebral o que las neuronas hacen corto circuito, que aceptar cambios de conducta y actitud para mejorar.

La imagen del Yo

Similar a la imagen corporal, el Yo tiene un aspecto social externo y otro privado interno; las dos perspectivas interactúan para producir el concepto del Yo. El Yo es la máscara que usamos, según los griegos, para esconder la realidad, suele ser narcisista porque se origina en el ideal del ego. En los desórdenes de la personalidad y en los trastornos mentales como la esquizofrenia y la bipolaridad, la imagen del Yo está distorsionada.

Signos y síntomas  

  • Patrón generalizado de desconfianza injustificada.
  • Ansiedad, inquietud, trastornos del sueño.
  • Siempre están a la defensiva y se ofenden fácilmente.
  • Desconfianza. Aseguran que todos están en su contra.
  • Incapacidad de autocrítica, no ven sus defectos ni errores.
  • Resentidos, no perdonan.
  • Proyección (lo que no les gusta de ellos lo ven en los demás).

 

Causas

  • Abuso sexual, abuso físico.
  • Abandono.
  • Yo débil.
  • Maltrato en su familia, en la escuela, en una escuela militar; por la práctica de alguna religión con muchas culpas.
  • Represión del impulso homosexual.
  • Abuso de alcohol y estupefacientes.

Factores de riesgo: preocupación, aislamiento, traumas de la infancia no resueltos, depresión crónica. Conflictos recientes como secuestro, accidente, asalto, abuso sexual, abandono, inseguridad, falta de sueño, exceso de trabajo. Los efectos del alcohol o drogas, incluso cuando ya son abstemios y posterior a la rehabilitación. La diferencia del TPP con la esquizofrenia paranoide, son las alucinaciones, auditivas y visuales.

 

Tipos de TPP

  • Persecutoria
  • Celotipia
  • Megalomanía (grandiosidad).
  • Somática (hipocondríaca).

 

El caso de Luis resulta ilustrativo. Vivieron carencias, su padre alcohólico desaparecía por temporadas, cuando regresaba golpeaba a su madre, a él y a sus dos hermanas. Vivían aterrados, su madre no ponía límites, cuando regresaba lo volvía a recibir. Familia y amigos le recomendaban: “déjalo, un día te va a matar”, hasta que sucedió lo que tanto se temía: mató a la madre. Con la mamá muerta, el padre cumplía su condena en prisión, recuerda que lo llevaban a visitarlo a la cárcel. Luis vivió con unos tíos y sus hermanas vivieron con su abuela. Con todo el trauma a cuestas, creció con inseguridad y falta de confianza en sí mismo. Siempre a la defensiva, lo corrían del trabajo, las novias lo dejaban por celoso, por cualquier nimiedad armaba conflicto. No ha podido consolidar una relación ni lograr un trabajo estable. Los mensajes del celular le causan mucha ansiedad; no deja de discutir con su actual pareja, relación en la que más tiempo ha durado: similitud de historias, el padre de ella también es alcohólico.

Recomendaciones

  • Es indispensable enseñar habilidades sociales y emocionales también en la escuela como medida de prevención para evitar la violencia. De poco sirve enfocarse en las habilidades cognitivas de los programas de estudio, si los niños viven conflictos familiares y emocionales. Por eso resulta indispensable proporcionarles herramientas para el diálogo en lugar de actuar con violencia.
  • No acostumbrarse a vivir en conflicto, las parejas habituadas al conflicto expulsan a los hijos.
  • Aceptar que los síntomas del estado de ánimo como depresión, ansiedad, falta de sueño, no son debilidades, son reacciones a un problema orgánico, una situación familiar o algo en el ambiente; es necesario buscar ayuda profesional, como decía aquel mensaje: “Cuéntaselo todo a quien más confianza le tengas”, por favor: busquen ayuda profesional.
  • Ser feliz no es sinónimo de tener dinero para comprar lo que deseas. Tampoco es la ausencia de problemas. La felicidad no se compra, se cultiva, es un estado mental, una actitud de la mente.

 

* Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/

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