Seis formas efectivas para superar una ruptura sin tanto lío (de verdad efectivas)

Hablando de relaciones de pareja, cuanto terminan —franca y sinceramente— acabamos hechos pomada. Seamos hombres o mujeres, a todos nos duele cuando una relación en la que pusimos todas nuestras esperanzas llega a su final.

 

En este punto muchos optan por ponerse una pesada armadura del tipo “todo está bien. El mundo sigue”, para continuar en pie mientras su corazón va muriendo lentamente asfixiado por dentro; para otros, este momento se convierte en un parteaguas que los hace preguntarse hacia dónde están dirigiendo su vida y por qué algo así ha sucedido; una gran mayoría ni si quiera se pregunta nada y opta por seguir las consabidas recetas que los medios nos sugieren como “rápidas y comprobadas salidas”, aunque muchas veces en realidad no son las más efectivas. ¿Quieres saber cuáles son y su efecto a largo plazo? Échales un ojo a continuación.

 

Salida rápida #1 ¿Cambio de look?

Los medios nos han enseñado que si algo termina hay que seguir, dar vuelta  a la página cómo si nada hubiera pasado y empezar de nuevo con un majestuoso cambio de look que te hará sentir renovada y lista para enfrentar el mundo; no obstante, y pese a lo bien que suena, esto no funciona por una sencilla razón: es un cambio aparente, no de fondo. Y sin una reflexión, curiosidad o aprendizaje del proceso experimentado, nada pasa.

Un cambio de corte de cabello, tinte o extensiones te harán lucir diferente por fuera, pero malas noticias: seguirás siendo la misma persona por dentro y si no has sentido ni tantita curiosidad de en qué contribuiste para que las cosas fallaran, ese asunto seguirá repitiéndose constantemente en tu vida. Así que, hasta este momento cabría hacerse una pregunta ¿por qué empezar por el exterior si en el interior está sucediendo lo más importante?

 

Salida rápida #2 ¿Vicios?  

Pocas veces entendemos que estamos metidos dentro de un vicio hasta que el problema se hace evidente y empieza a afectar otras áreas de nuestra vida. Por lo regular, una ruptura no termina solo con una relación sino que se expande hasta otras áreas como el trabajo, la escuela, la familia, las amistades, etc. La falta de atención, tristeza extrema, ansiedad e ira mal enfocadas nos pueden llevar a tomar malas decisiones en busca de evadirnos del dolor que provoca la pérdida de esa persona tan especial.

Entonces, a modo de parche emocional utilizamos los vicios para tapar temporalmente ese enorme hueco que tenemos por dentro y que nos forzamos en ocultar ante los ojos de los demás por vergüenza al qué dirán. Es quizás por ello que —siguiendo escenas de películas, novelas, series y hasta videos de canciones— vaciamos la tarjeta de crédito, consumimos una cantidad impresionante de comida calórica, decidimos que tomar no sería tan mala idea si nos permite olvidar o que refugiarnos en el entorno “seguro” del trabajo.

Con estos paliativos intentamos tapar huecos afectivos para poder seguir adelante; sin embargo, esto tampoco funciona porque aunque nos hayan enseñado en la pantalla grande, chica o la digital que todo se arregla con una tarde de compras, un bote de helado gigante, el mejor martini o vivir esclavizado del teléfono celular, todas estas aparentes salidas lo único que harán es hundirnos más en un abismo del que será difícil salir y cuyo coste beneficio será más alto conforme pase el tiempo.

 

¿Qué hacer?

¿Cómo buscar la salida correcta en un castillo de espejos donde todo apunta hacia nosotros (casualmente la única persona que en realidad no deseamos ver)? Quizás no se trate de cambiar lo que somos por fuera, sino empezar por cambiar lo que somos por dentro, reconociendo que si una relación falló algo tuvimos que ver y no todo fue culpa del otro. Este puede ser el inicio para salir de una maraña de la que ni Spider-Man lograría salir ileso.

 

Por lo regular tras una ruptura lo que la mayoría suele hacer es señalar con el dedo acusador los defectos del otro, poniéndolo como verdugo y colocándose como dulce víctima; sin embargo, habría que recordar una premisa básica: ”sin víctima no hay victimario”. Nosotros escogemos con quién relacionarnos, nadie nos obliga y si esto es así, entonces habría que empezar por un punto neurálgico: la responsabilidad de asumir nuestras propias elecciones y decisiones.

El camino para salir del túnel oscuro no es echar culpas, sino asumir responsabilidades y por más que duela cerrar los ojos, regresar atrás y mirar de nuevo nuestra historia como una película para detectar no en qué falló el otro —eso de seguro lo tenemos clarísimo—, sino en qué fallamos nosotros y qué es lo que tenemos que trabajar y aprender de esta experiencia.

 

Una vez emprendido este camino y ya que nos hemos dado cuenta de lo que no nos ha funcionado, vamos con lo que sí nos va  funcionar.

 

1.- Vencer el orgullo, rendir el ego y pedir ayuda

Resulta que, cual tortura de la Santa Inquisición, pedir ayuda nos cala más hondo que cualquier cosa. De repente, parece un tema de humillación pública tener que reconocer que fallamos y que aquello en lo que teníamos puestas todas nuestras expectativas no funcionó dejándonos con un montón de sueños rotos.

Una vez que tenemos claro que hemos perdido el rumbo y que necesitamos encontrar de nuevo nuestro centro, es necesario pedir ayuda hablando sobre lo que sucedió con personas de confianza que puedan ofrecernos un punto de vista neutral. Hasta cierto punto de las relaciones, los amigos y familia pueden apoyar, pero cuando las relaciones los involucran a ellos, es necesario buscar ayuda profesional.

 

2.- Buscar un norte espiritual

Tras una ruptura amorosa puede parecer que hemos perdido la brújula que guiaba nuestra vida. De pronto todo parece descontrolarse y nos aterra porque, quizá, nunca estamos preparados para el momento del cambio que trastoca todo nuestro entorno. En estos momentos de tormenta donde todo se nos hace una terrible marejada, es común buscar ayuda celestial que nos indique de nuevo el camino. Al respecto existen múltiples opciones que se enfocan en la mente, el cuerpo o el alma tratando de sacar lo mejor de cada uno y tratando de devolvernos la fe en el mundo.

3.- Rodearte de personas positivas

Probablemente en el momento de la ruptura lo menos que deseamos es esbozar una sonrisa, ser amables o buenos con quien sea. Todo se nos hace un lío y caminamos como con una nube gris encima. Necesitamos rodearnos de personas positivas que realmente aporten a nuestras vidas, personas que muestren genuino interés por nosotros y nadie mejor que los amigos más cercanos o familia para brindarnos es cariño y buenas energías que tanto estamos necesitando.

Justo en este momento las personas amargadas, criticonas, envidiosas y chismosas no son para nada una buena opción, por lo que lo mejor será mantenerlos a una sana distancia.

 

4.- Superar la pérdida y patear el banco de la victimización

Todo empieza y termina por dos. Nada surge de generación espontánea ni por ósmosis. Para comenzar y finalizar siempre tiene que haber una decisión y un motivo, por lo cual, quedarse sentado en el banco de la víctima no contribuirá nunca en nada.

Una vez concluida la relación, una cosa es segura: el ciclo del duelo estará presente y posiblemente experimentaras incredulidad, ira, tristeza en diversas gradaciones.

 

5.- La música que escuchas y las vibraciones

Para algunas corrientes de pensamiento, la música va mucho más allá de lo que escuchamos cotidianamente. Según el Dr. Masaru Emoto en su libro Los mensajes ocultos del agua, el agua que existe en nuestro cuerpo reacciona a la música, oraciones y vibraciones, acorde a ella se transforma y actúa en nuestro interior desencadenando diversas reacciones, como las que Louise Hay identifica en su libro Tú puedes sanar tu vida como emociones que posteriormente pueden transformarse en enfermedades de no hacerlas conscientes y trabajarlas.

La sabiduría milenaria de los hindús, chinos y tibetanos señala que la música puede equilibrar e incluso llegar a sanar el cuerpo. Con base en todo lo anterior, es válido escuchar canciones que contienen mensaje de ira o melancolía durante un tiempo prudente posterior a la ruptura; pero, una vez superada esa etapa y esa ira, debemos enfocarnos en redirigir nuestra mente, espíritu, cuerpo y corazón hacia un mejor ambiente emocional que se verá reflejando en lo que escuchamos, decimos y hacemos.

 

6.- La buena alimentación

Una alimentación balanceada es lo que necesitamos en los momentos en los que más tristes estamos porque nuestro organismo necesita de energía para hacer funcionar todo nuestro sistema. Una buena alimentación nos garantiza que nuestro sistema funcionará de mejor forma y que, combinado con una carga adecuada de actividad física, nos proporcionará el equilibrio que en ese momento tanto estamos buscando.

Superar una pérdida no es tarea fácil, conlleva tiempo y mucho esfuerzo, así que, empaca tu alma y trabaja con tu corazón para descubrir una nueva etapa donde lo mejor siempre estará por venir. Recuerda que el mejor cambio empieza por ti trabajando con todo tu ser desde dentro, porque justo ahí es donde encontrarás la pieza clave del equilibrio que te llevará a ser una mejor versión de ti mismo si decides abrazar un nuevo camino y centrarte en una transformación de la que jamás regresarás siendo el mismo.

 

* Mireille Yareth, comunicóloga e historiadora, contáctala en: [email protected]

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