Las cartas sobre la mesa en tu relación de pareja: verdad Vs. mentira

Mucho se habla de las relaciones, pero poco de las decisiones que nos hacen llegar a ellas. Una de las que impacta de manera decisiva es ser honesto desde el principio y seguir siendo uno mismo.

 

La mayoría de las veces, las relaciones comienzan con una mentira, que es el hacerle creer al otro que somos una lindura con patas y que somos, justo, lo que él o ella está buscando. Tanto nos desvivimos por ser eso que otros quieren que, paulatinamente, nos vamos olvidando de ser nosotros mismos porque, desde nuestra mirada interior, pensamos que no somos suficientes para esa otra persona y la idealizamos pensando que ella/él sí lo es, cuando en realidad son tan humanos y están tan plagados de defectos y virtudes como nosotros.

Lo cierto es que mentir no ayuda a nadie en nada porque, como en toda mentira, tarde o temprano, la verdad siempre sale a la luz y nos deja mal parados, en el peor escenario y forma. Generaciones anteriores a la nuestra ocuparon esa estrategia y no les funcionó. A la larga derivó en dolorosas separaciones que desembocaron en una conclusión lógica: “Me hubiera gustado que fueras tú mismo desde el principio para darme la oportunidad de decidir si en realidad era contigo con quien quería estar o no”. Y que conllevaron a una pregunta nodal: ¿porqué mentir?

 

Vivimos en una sociedad global complicada en la que estamos acostumbrados a decir mentiras cual si fueran verdades para evitarnos el amargo trago de: sentir, enfrentar, continuar y, sobre todo, luchar. Queremos que todo sea sencillo, mientras más mejor. Cuando en realidad las más duras lecciones son las que ponen a prueba nuestra fortaleza y nos ayudan a levantarnos tras la debacle, crecer y ser mejores.

Evitar el dolor es un error muy del siglo XXI con rastros del XX, en el que nadie quiere hacerse responsable de nada por que, ¿qué difícil es, no?  Ser responsable, maduro y comprometido, no es para todos, solo para los valientes. Seamos francos: ser así, asusta. ¿Qué hacer al respecto?

 

Todo aquello que en verdad vale la pena es y va a ser difícil, justo por eso es que merece el esfuerzo. La felicidad, como todo, es una presea que nadie puede obtener sin una fuerte dosis de esfuerzo, perseverancia y tenacidad. Si nos preguntamos, ¿por qué tan pocos son felices? La respuesta trasluce al ver que son pocos los que se arriesgan a luchar por sus sueños, por el amor y por lograr sus metas. El resto se queda en la cómoda barandilla de la mentira esperando llegar a la meta bajo la ley del menor esfuerzo. Sólo para llegar a la meta haciendo trampa y descubrir a mitad del camino, tarde o temprano, que su treta resultó errada y, aun asím tampoco lograron ser felices.

La verdad: una apuesta que vale la pena

Generaciones anteriores han mentido y todo ha ido mal. Las relaciones actuales son frutos de los errores pasados. ¿Y si intentamos cambiar ese panorama? Grandes cambios requieren grandes esfuerzos, pero los resultados lo valen.

Decir la verdad y ser tú mismo desde el inicio de la relación no te garantiza que todo irá viento en popa, ni será miel sobre hojuelas. Vas a tener que enfrentarte a muchas cosas; pero, quizás salgas mejor parado que diciendo mentiras.

Si dices la verdad desde un principio y te aseguras de ser tú, quizás descubras que esa persona a quien tanto anhelabas te quiere por eso y no por una máscara que, a lo largo de los años, se adherirá a tu piel y te pesará más que un yunque arrastrándote justo como un ancla al final de un sucio mar de emociones confusas y tenebrosas. Este sería el panorama lindo; pero, ¿y si no se queda contigo? ¡Mejor aún! Duele, yo no digo que no; pero, por duro que sea y por mucho que cueste entenderlo, quiere decir que no eran piezas correspondientes de un mismo escenario y que alguien mejor te está esperando. Recuerda que los zapatos ni a fuerza entran y que, si no son de tu medida, y te los calzas por más del tiempo adecuado, aunque luzcan hermosos te sacaran un horrendo callo que te dolerá muchísimo. Igual en las relaciones, ¿para qué sufrir tan sólo por gusto?

Si esa persona es para ti, ambos harán lo posible e, incluso, lo imposible por estar juntos, si no, ese gusto se diluirá con el tiempo.

¿De qué sirve ser honestos en las relaciones? Te da la oportunidad de sentirte más cómoda, de generar un lazo basado en la confianza y la fortaleza de las diferencias reales. Te ayuda a sumar, te cansará menos y te liberará más. Así, al menos, ya sabes que si se queda es porque él también sabe a lo que se está enfrentando y que no te podrá reclamar después  porque las cartas siempre estuvieron sobre la mesa, sin embustes y ni tretas.

Así que, ¡vamos por relaciones honestas!, horizontales, en las que podamos ser como somos en realidad, con la certeza de ser aceptados y amados por ello y no con la obsesiva ficción de intentar llegar a ser como estereotipos rancios que se caen con el peso de los años y que nadie, ni nada, pueden soportar.

* Mireille Yareth, comunicóloga e historiadora, contáctala en: [email protected]

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