El rubor ideal

Al encender sutilmente las mejillas, la piel transmite energía y nos ayuda a lucir más bellas y saludables. De ahí el protagonismo del rubor, cosmético básico e indispensable que le da el toque de frescura a tu maquillaje.

Unas
suaves pinceladas de rubor destacan el maquillaje y le dicen adiós a las
huellas de cansancio. Elegir el tono correcto, la presentación más adecuada y
conocer los secretos de su aplicación, te ayudarán a lucir un rostro impecable.

Los
rubores compactos son un clásico y, sin duda, los más elegidos. Su color es más
intenso y puede adaptarse a cualquier tipo de piel, lo ideal es aplicarlo
después del polvo traslúcido.

El
blush en forma de perlas es una de las novedades de la industria cosmética,
éstos combinan diferentes tonalidades y lo ideal es aplicarlo con brochas
gruesas.

Otra
de sus presentaciones es en barra o cremoso, actualmente con novedosas fórmulas
cero grasosas y nada pesadas; una de sus ventajas es que se funde con el
maquillaje y queda muy natural, además de durar más tiempo. Se aplica con las
yemas de los dedos hasta difuminarse completamente con la base. Son especiales
para las pieles muy deshidratadas que suelen descamarse y para usar en verano.

Para
saber cuál es tu color ideal siempre hay que escoger el tono que armonice mejor
con las sombras, el labial y la ropa, aunque también es conveniente tomar en
cuenta el color de la piel.

El
color rosa es el más común, pero se pueden remplazar por los tonos durazno que
dan una sensación rozagante y más natural. Este último es ideal para pieles
apagadas o enrojecidas y se adapta a casi todo tipo de maquillaje, en especial
a aquellos que tiran al naranja —pero sin exagerar el tono—, tipo terracota
suave. Los rubores muy bronceados sólo se recomiendan cuando las sombras son de
color dorado, verdes o marrones.

Para
aplicarlo, y si no hay que corregir ningún defecto, hay que dar pinceladas
ascendentes en la parte alta de los pómulos, dirigidas hacia la parte superior
de las orejas, en forma de lágrima: la parte más fina hacia las sienes y la más
ancha hacia la nariz. El colorete
también puede aplicarse hacia el centro del mentón y de la frente, siempre y
cuando quede muy sutil, como un toque de aire fresco, difuminando los bordes
para evitar límites notorios.

Secretos del experto

Para
sacar el máximo provecho de estos cosméticos hay trucos muy útiles, aquí te
comparto algunos de mis secretos.

  • Es importante aplicar el rubor con una buena brocha, grande y redonda,
    de buen pelo, para lograr un efecto natural.
  • Para una apariencia más juvenil, aplícalo en formas de círculos en el
    centro de la mejillas, bien difuminado.
  • Aplícalo pasando la brocha dos o tres veces con muy poco color.
  • Nunca hay que aplicar demasiado color de una sola vez pues el exceso es
    muy difícil de retirar; si te ha sucedido, aplica un poco de polvo translúcido
    para suavizar el efecto final y corregir el exceso. 
  • Si hay arrugas alrededor del ojo, aplícalo sólo debajo de los pómulos
    para evitar remarcarlas.
  • Así
    de fácil es lucir un rostro natural, fresco y radiante. Ahora sí, ya estás
    lista para salir a deslumbrar al mundo entero.

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