Cerveza una rubia muy saludable
Cuenta una leyenda nórdica que Gambrinus, dios de la cerveza, desafió al diablo invitándolo a elaborar un “vino sin uvas”. La cerveza como hoy la conocemos se originó en Bélgica en el siglo XII, aunque se conocen brebajes similares que datan de seis mil años atrás.
Refrescante y nutritiva, con propiedades sedantes, es la bebida con alcohol más consumida en el mundo: negra, rubia, ale, especial, pilsen… la cerveza es una bebida con muchas presentaciones y una interesante historia que abarca todos los territorios conocidos por el hombre.
Esta bebida resulta de la fermentación alcohólica de levadura seleccionada de un extracto procedente de la malta (germinación, secado y tostado de granos de cebada) a la que se le agregan lúpulos, sometiéndose a un proceso de cocción para posteriormente filtrarla y envasarla. Todos ellos, ingredientes naturales que le confieren sus propiedades benéficas.
Historia
La historia de esta espumosa bebida data de la antigüedad, cuando los sumerios descubrieron el proceso de fermentación, hace 6000 años. Desde entonces, los babilonios, los egipcios e incluso los romanos saboreaban esta bebida. Para los teutones la cerveza era un sacrificio para los dioses.
Los griegos la llamaban zythos, mientras que los romanos la denominaban cerevisia (de Ceres, diosa griega de la agricultura); los celtas bebían vino de cebada en el 300 a.C. antes de luchar con los romanos y la denominaban kusmi, las tribus germánicas también tenían su propia cerveza, muy distinta de la de Roma. En Asia, alrededor del año 2000 a.C., hacían una especie de cerveza, tsiou, a partir del mijo, mientras que en Japón se comenzaba a fabricar el sake (cerveza a base de arroz).
En el México antiguo existían bebidas que tenían cierta similitud con la cerveza. Una de ellas era el tesguino, un líquido de claro color ámbar, más denso que ligero, batido con molinillo antes de beberse para levantar la espuma.
En el siglo X, en la Edad Media, la elaboración de cerveza se concentró en monasterios y conventos. Con las cervezas de abadía, la bebida tomó una modalidad industrial ya que comenzó a producirse no sólo para el consumo personal, sino que también fue utilizada como parte de pago. La producción industrial masiva se produce a partir de fines del siglo XVIII. En la actualidad no se encuentran rastros de las marcas de aquella época
El Lúpulo se incorporó a la mezcla en el siglo XIII, lo cual le daría otro sabor y aroma, y evitaría que la mezcla se eche a perder con el tiempo. El lúpulo ya era conocido por sus cualidades antisépticas.
Salud
Muy pocas bebidas alcohólicas tienen tantos beneficios para la salud como la cerveza consumida de forma moderada: aumenta la masa ósea, es diurética, tiene efectos preventivos frente al cáncer, favorece el sistema cardiovascular y digestivo, además de ayudar a cubrir las necesidades diarias de vitamina B12 y de ácido fólico en personas sanas que no tomen medicamentos.
Los extractos utilizados para la elaboración de la cerveza protegen a las células del daño oxidativo, tanto de los lípidos como de las proteínas favoreciendo el retraso del envejecimiento celular y disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, así como su capacidad cancerígena.
Reporta un 10 por ciento de fósforo, proteínas, carbohidratos, sales, agua y ácido fólico.
Su singular característica de poseer un mínimo contenido en sodio le confiere un fuerte efecto diurético.
La relación entre esta bebida y la prevención de la osteoporosis se basa en que el alcohol reduce la pérdida de masa ósea, al tiempo que el silicio —presente en la cerveza— la favorece.
En cantidades moderadas, la cerveza favorece la concentración de lipoproteínas de alta densidad (HDL), el denominado “colesterol bueno”. Este aumento reduce los riesgos de enfermedades y accidentes cardiovasculares frente a las posibilidades de los abstemios y consumidores abusivos de alcohol.
¿Engorda?
No hay ningún estudio que pueda demostrar que el consumo de cerveza está estrechamente relacionado con la obesidad. Son los otros hábitos de alimentación y de forma de vida, que frecuentemente acompañan a un alto consumo de cerveza, los que han hecho pensar a través de los años que la corpulencia es atribuible a la cerveza. El consumo moderado de cerveza no afecta al peso de una persona, ya que un litro de cerveza equivale a entre 400 y 500 Kcal. El consumo moderado de cerveza en adultos sanos que observen una dieta equilibrada se estima en 250 ml al día para las mujeres y 500 para los varones.
Calidad
El método para comprobar su calidad es la forma en que la espuma se adhiere al lado del vaso después de cada trago. A esta silueta de espuma se le denomina «encaje de Bruselas» por el origen de esta cerveza.
La cerveza debe ser servida siempre con dos dedos de espuma y a una temperatura de 5°C, pero nunca en vaso congelado porque al derretirse la película del interior se añade agua. La espuma deberá ser fina y persistente para que se adhiera al vaso. Debe tener un color brillante y un aspecto espumoso.
En México
De acuerdo con la encuesta realizada por Consulta Mitofsky en 2009, en México el consumo de cerveza se aprecia alto, siendo de once cervezas al mes (una cerveza cada tres días en promedio), siendo los hombres y jóvenes quienes más declaran consumir este producto.
En exceso…
Influye negativamente en el hígado, el corazón, la sangre y el cerebro.
Irrita el estómago y lesiona el recubrimiento del intestino.
En ayunas puede producir hipoglucemia.
Disminuye el aporte de un gran número de vitaminas y minerales.
Aumenta el nivel de triglicéridos en la sangre y los niveles de hierro.
Los beneficios de esta milenaria bebida son variados, aunque será necesario recordar es una bebida alcohólica que debe ser consumida de forma moderada y responsable por adultos sanos que no consuman fármacos con los que el alcohol pueda interferir.