El regalo más grande del mundo

Cada día, tenemos frente a nosotros la oportunidad de hacer de ese momento la mejor experiencia de nuestra vida.

Hoy me di cuenta que el día amaneció soleado como hace mucho no lo estaba, jugué y me reí con los niños y no me importó el paso del reloj, dialogué sobre cosas que me molestan con mi pareja sin subir la voz; así, pude ir a la cama con la satisfacción de haber cumplido con mi único deber como ser humano: ser feliz.

Desde los filósofos clásicos hasta nuestros días, la vida ha sido tema de discusión y, a pesar de que todos la poseemos, todavía nos cuesta trabajo entenderla, disfrutarla y aprovecharla al máximo. Pero a pesar de todo, el milagro se repite día a día y, entonces, tenemos nuevamente la posibilidad de intentar, de probar, de soñar y, sobre todo, de experimentar la libertad de vivir.

“Si nos diéramos la oportunidad de entender la vida como un regalo, nuestra actitud sería sencillamente de agradecimiento y no de reclamo”, asegura el maestro en Desarrollo Humano Eduardo Garza Cuéllar, autor del libro «Serpientes y Escaleras» y director del Proyecto Síntesis.

“Muchas veces, sufrimos pensando en lo que no tenemos; es decir, como no me he sacado la lotería sufro ambicionándola, sin darme cuenta que ya me la saqué y que la vida misma, nuestra existencia, es el premio. Al tener vida contamos con un abanico abierto de posibilidades y el poder de decidir cuál de éstas deseamos seguir cada día”, afirma Eduardo Garza.

Para el autor de Serpientes y Escaleras, Eduardo Garza: “lo importante no es haber alcanzado la plenitud de la felicidad, sino que estarla buscando signifique también la felicidad”. Por eso mismo, es fundamental situarnos en el momento actual de nuestra existencia y no quedarnos atrapados en las quejas que tuvimos ayer o en las incertidumbres del futuro.

“Para no sentir que es inalcanzable el bienestar emocional, es necesario que no confundamos el gozar la vida con la obtención de ciertos momentos especiales, porque entonces, se estará postergando la felicidad pensando en que se será feliz cuando se tenga esto o cuando haga aquello,” afirma Garza Cuéllar.

La vida es, sin duda, una caja mágica en donde las sorpresas no terminan y donde nosotros somos los afortunados poseedores de los instrumentos mágicos de la grandeza humana. “Somos una obra inconclusa de un proyecto de nosotros mismos; pero hay una cosa más, nosotros también somos los escultores; y para terminar la obra, nuestra obra, se requiere trabajo, algunos golpes de cincel y pulimento, y en eso puede haber satisfacción”, afirma Garza Cuellar.

“La vida es como un manantial —asegura el especialista— de donde brota todo lo inimaginable e imaginable, pero para no perdernos en la vorágine de opciones que ofrece, es importante tener acceso a los momentos de reencuentro con lo más íntimo de uno mismo para hacer una relectura de nuestra propia historia. Es como un ejercicio de respiración existencial, hay momentos hacia fuera (contacto con la realidad) y hacia adentro (reflexión profunda) y los dos se necesitan y se enriquecen mutuamente y así, vamos creando una filosofía de vida propia que nos permite funcionar y disfrutar”.

Así pues, “la vida es una pregunta cuya respuesta se construye viviendo y nunca se termina la búsqueda; por lo tanto, nadie tiene derecho a sentirse derrotado. Si estás vivo es que no has terminado. Si estás vivo es que hay luz, es que hay esperanza. Si estás vivo es que hay posibilidades de que las cosas sean mejores y distintas”, concluye Eduardo Garza Cuéllar.

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