Boda de segundas nupcias

Las segundas nupcias, en lo que a protocolo se refiere, no son tan complejas como lo aparentan; aquí algunos consejos para quienes vuelven a enfundar sus mejores galas en busca de una vida de dicha, bonanza y plena felicidad.

No importa cuál haya sido el motivo, el caso es que no funcionó o no duró tanto como se anhelaba; claro que todos tenemos el derecho de comenzar de nuevo e intentar la búsqueda de la felicidad una segunda vez.

Estas segundas nupcias requerirán preparativos muy especiales. Veámos aquí los puntos más importantes.

Los hijos
En primer lugar, si hay hijos por parte de alguno de los cónyuges, su pareja deberá estar dispuesta a tomarlos como sus propios, con la mente y con el corazón. De ningún modo cabe el comentario de “Que los cuide su mamá (papá)”, pues al contraer nupcias se debe estar conciente de la responsabilidad que un hijo conlleva.

Los hijos requerirán un lapso de tiempo muy considerable para asimilar que papá o mamá ya no volverán a estar juntos; para ellos la esperanza muere cuando los ven preparar su nuevo matrimonio, situación que los llena de temor el pensar que serán delegados, olvidados o considerados como una carga. Esto primordialmente en los adolescentes, a quienes por la etapa que viven les puede resultar mucho más complejo de comprender. Siendo así, será necesario platicarlo con ellos y en todo momento expresarles que el amor que se le tiene seguirá intacto, toda la vida.

¿Y qué tal cuando ambos tienen hijos? Y, desesperadamente, como por arte de magia, desean y hasta exigen que ambas partes se quieran como hermanos. Eso es un proceso sumamente delicado que requiere de toneladas de paciencia y de amor, no de palabras pues éstas para ellos no sirven de nada, la actitud y el ejemplo lo son todo. En este caso no deberá existir la distinción entre los hijos con el fin de que ellos puedan comenzar a quererse como hermanos.

Es muy importante que antes de comprometerte una segunda vez estés conciente de que querrás y cuidarás a los hijos de tu pareja como si fueran tuyos, procurando siempre su bienestar.

El ex en la boda
En cuanto a la boda, aunque mi ex sea ya un súper amigo o amiga, no deberá asistir a la boda ni a ningún festejo de la nueva pareja. Lo mismo va para mi ex-suegra o ex-suegro, pues una vida nueva debe de olvidar de corazón el pasado. Claro que podrás frecuentarlos, pero recordemos que es una nueva vida de pareja por lo que los festejos tendrán que realizarse sólo con los miembros de las actuales familias.

La novia
Nuestro arreglo si soy novia, debe ser elegante, pero lo más separado posible de una novia de primera vez. Cero caudas largas, cero velo, tocado o ramo súper espectacular; elijamos un atuendo más bien sobrio y distinguido que refleje mi madurez y mi interés porque en esta ocasión sí la voy a hacer bien, y no que parezca que lo que me importa es verme como una modelo de pasarela.

Invitaciones
En las invitaciones ya no son nuestros padres los que participan el enlace sino solo nosotros, los novios. Si hubiese boda por la Iglesia, los papás ya no entregan a sus hijos, simplemente el novio espera a su futura esposa en el altar y la novia entra sola o con sus damas, si así se desea.

¿Mesa de regalos?
Definitivamente, no. No es adecuado pedir, sugerir o esperar obsequios, así que olvidemos la mesa de regalos, éstos se recibieron en la primera vuelta (como se dice hoy).

Concepto
En general, procuremos que el concepto que maneje el festejo de nuestra segunda vuelta sea más bien sencillo sin dejar de ser elegante, sobrio y distinguido. Es decir, esta celebración ha de mostrar la madurez de la paeja quienes solo desean compartir la felicidad de estar juntos, y no tirar la casa por la ventana para anunciar con bombo y platillo su nueva unión. Seamos pues, más sobrios y recatados en la planeación y organización, y no tanto porque así lo marque el protocolo, sino porque lo que ahora buscamos está más claro que nunca: la verdadera felicidad.

Finalmente, estemos conscientes de que vivimos tiempos muy difíciles en donde los divorcios son cada día más frecuentes; desafortunadamente, esta ruptura o fracaso es causa de altos índices de violencia, drogadicción, alcoholismo y suicidio. Preparémonos muy bien y demos lo mejor de nosotros para evitarlo; si desgraciadamente fracasamos y por fortuna tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, pongamos todo nuestro ser para hacer feliz a quien nos confía su vida: nuestro nuevo cónyuge.

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