La estructura del carácter

La religión, el nacionalismo, las costumbres y las creencias son un lazo de unión entre las personas, un refugio contra el aislamiento que, con el tiempo, podría convertirse en una carga.

El sentido de pertenencia es inherente al ser humano. Por una parte, tiene horror a la soledad, necesita de la cooperación de los demás para vivir y, sin embargo, desearía vivir libre de reglas y normas.

Para sobrevivir, desde pequeños nos vamos fabricando la “coraza caracteromuscular”. Esta coraza o armadura cumple una función defensiva, es una respuesta visceral y neurovegetativa de protección contra el miedo que nos causa la adaptación a los estímulos, una constante alteración del Yo que poco a poco nos hace rígidos. Correr o pelear es la consigna de la sobrevivencia.

La coraza es un mecanismo de defensa que cumple la función de hacer más llevaderos los conflictos a costa de una menor capacidad de contacto con los propios deseos y necesidades; disminuye el sentir hacia los otros y nuestras necesidades afectivas, con detrimento de la percepción de los que nos rodea.

El miedo es el origen de todos los trastornos, nos afecta en función del momento histórico en que se produce. Desde el nacimiento hasta la vida adulta el estrés tendrá consecuencias diferentes, de manera que la coraza se va formando como medida de protección. Con el tiempo la armadura resulta un obstáculo para la salud y el fluir de las emociones, las consecuencias pueden ser enormes: soledad, disminución de la libido, síntomas o dolencias que se manifiestan tanto a niveles psíquicos como a través de manifestaciones somáticas, depresión y falta del disfrute de la sexualidad.

Recomendaciones
Si has buscado remedio a tus males en la medicina alopática y no lo encuentras, la respuesta puede estar en las emociones reprimidas.
El miedo al cambio es propiedad del ego, él te hace creer que “Estás bien como estás”, “¡No me cambies!”, ordena tu voz interna.
Es mejor vivir un día libre y feliz, que vivir infeliz el resto de tu vida.
Dale gusto a los demás y cuando los necesites todos estarán ocupados.
Cargar con los prejuicios es una consigna muy pesada.
Cuando se toma conciencia es muy fácil encontrar la llave de la armadura; pero, cuando no existe el deseo del cambio, habrá que investigar cuál es la ganancia secundaria, el “beneficio” que te hace permanecer atado a tu enfermedad o padecimiento.

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