Perfecta de nacimiento

Ser delgadas, rubias, altas, con un
cuerpo “perfecto” y exitosas, se ha convertido en una obsesión que en lugar de
generar la felicidad y salud ocasiona depresión, estrés e, incluso, la muerte.
Combatir este mal implica reconocernos como una raza fuerte y hermosa que ha logrado
erigir una gran nación.

María Luisa siempre se sintió menos por tener senos
pequeños. A pesar de que era una de las mujeres más guapas, exitosas e
inteligentes de su círculo de amigas, ella solía quedarse callada,
especialmente cuando algún hombre las abordaba.

Durante años ahorró para lograr
lo que, creía, la haría una mujer atractiva y, por lo tanto, feliz. Al cumplir
los 30 años se operó los senos para aumentarlos dos tallas. Con su “nuevo
cuerpo” comenzó a usar blusas cada vez más escotadas, lo que llamaba mucho la
atención de los hombres. Sin embargo, tras un par de citas, terminaban por
dejar de llamarla. El hecho de no aceptarse y darle mayor énfasis al físico en
lugar de fortalecer su parte emotiva e intelectual, se veía reflejada en sus
relaciones.

María Luisa, como muchas otras
mujeres mexicanas padece la influencia de los estereotipos anglosajones. A
pesar de que cuenta con múltiples características que la hacen una mujer
atractiva, ella es incapaz de comprenderlo, pues cree que sólo siguiendo los
cánones de belleza de las actrices y modelos de los Estados Unidos logrará el
éxito sentimental que busca.

Tania Meza Escorza, maestra en
Comunicación y especialista en estudios de género, afirma que la delgadez, la
piel blanca, el cabello rubio, los ojos claros, la estatura alta, la feminidad
(asociada a la sumisión) o lo “muy masculino” (relacionado a la fuerza y al
poder), son las características que principalmente intentan reforzar tales
estereotipos. Tratar de alcanzar esta tipología opuesta a los rasgos y belleza
mexicanas, ocasiona múltiples daños físicos y psicológicos tan graves que,
incluso, pueden ocasionar la muerte o traducirse en una vida sin calidad.

La obsesión por tener una
apariencia “perfecta”, puede ocasionar que la persona se someta a múltiples
intervenciones quirúrgicas con fines estéticos. Uno de los mayores riesgos de
este padecimiento, llamado cuerpo cyborg,
es que alguna de estas cirugías cueste la vida o la salud a la persona: “Aún
cuando esto no suceda, el intento desesperado por transformar el físico lleva a
un desequilibrio emocional que irá creciendo hasta que se apliquen nuevos
cambios corporales o se realice un trabajo psico-emocional con profesionales
que lleve a aceptar y amar al cuerpo tal y como es”, apunta la especialista.

También pueden presentarse otras
enfermedades como la bulimia, la anorexia, la vigorexia (preocupación obsesiva
por el físico y distorsión del esquema corporal) o las purgas indiscriminadas,
que además del daño físico, conducen a depresiones y crisis emocionales que, de
igual forma, deben ser tratadas por especialistas.

En el caso de las mujeres estas
situaciones se agravan porque desde tiempos inmemoriales han sido valoradas por
su apariencia física, por lo que se les ha exigido tener un cuerpo perfecto
para ofrecerlo a los demás.

Sin embargo, estos estereotipos
no se limitan al aspecto físico, sino que además se exige a hombres y mujeres ser exitosos, siempre jóvenes,
siempre ricos, seguidores irredentos de la moda, cosmopolitas, fuertes y, sobre
todo, poderosos, en el caso de ellos. Para ellas, la exigencia también incluye
ser excelentes amas de casa y profesionistas exitosas, pero siempre
deteniéndose a tiempo antes de osar rebasar académica, laboral o económicamente
a su pareja.

“Para que un hombre sea estereotípicamente exitoso, debe tener
una mujer estereotípicamente exitosa, y viceversa, —advierte Tania Meza—. Esto,
además de ocasionar un enorme estrés, limita el desarrollo de las verdaderas
características de cada individuo, impidiéndole que reconozca y haga crecer sus
aptitudes”.

Combatir este mal, si bien es una
tarea personal, nos involucra a todos. En el caso de quienes padecen este
problema, se debe reconocer el fracaso ante el padecimiento y aceptar que se
necesita ayuda profesional. Desde lo institucional, apunta la especialista, se
debe crear el compromiso de no fomentar estos estereotipos desde los tres
órdenes de gobierno.

Sin embargo, tal vez el papel más
importante lo juegue la sociedad. La especialista afirma que estos estereotipos
se deben erradicar desde la promoción de la historia y la idiosincrasia
nacionales, para que las nuevas generaciones atrapadas en estos inclementes
modelos inalcanzables, sepan que sus características físicas provienen de una
historia colectiva que nos hace bellos y nos hace grandes. “Debemos reconocer
que estos cuerpos –—los mexicanos—
han forjado una gran nación, han resistido desgracias, han gozado con placeres
y han sido fértiles como para hacer perdurar esta raza y esta especie”.

 

* Angélica Velázquez contáctala en www.sermexico.org.mx, bojorge@teleton.org.mx

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