Ni azul ni rosa

La frase es común: “Esas, son cosas de mujeres”, y más allá de describir o explicar una actividad, la expresión se refiere con cierto menosprecio a temas y ocupaciones que se creen exclusivas del género femenino y, de algún modo, prohibitivas para los varones.

Existen un sinnúmero de temas que se asocian o se pretenden asociar con preocupaciones sólo de las mujeres, limitando así a los varones a participar, decidir y compartir situaciones de interés para ambos. Cuestiones como el embarazo, número de hijos y su educación, cuidado de la casa o las compras para el hogar, son sólo algunos ejemplos.

Una de las consecuencias que genera el pensar que hay temas exclusivos de un sexo, es que se fortalecen las ideas que separan a los hombres de las mujeres en los espacios más íntimos de vida: la pareja y la familia. No se trata solamente de la repartición de las tareas en la casa; se trata de no menospreciar las actividades que se asocian como “femeninas” para dar paso a una situación equitativa y respetuosa para todos, en cualquier actividad y escenario social.

Pensar que no vale la pena invertir en la educación de las niñas porque después se casan; que a una familia le brinda más seguridad tener hijos varones en que hijas; devaluar la capacidad laboral de una persona por su sexo; repartir de manera distinta las tareas domésticas entre hijos e hijas; atribuir la responsabilidad del embarazo sólo a la mujer; subestimar el trabajo en casa; negar el empleo a una madre soltera, ¿son situaciones femeninas o masculinas?

Además de discriminar, este tipo de actitudes logra que tanto hombres como mujeres se sientan incapaces o poco interesados en explorar y desarrollarse en áreas que se dice “no corresponden a su sexo”. Si la vocación profesional, los intereses y gustos se ven amenazados por las creencias que se tienen acerca de las áreas de desarrollo de uno u otro sexo, bien vale la pena cuestionar cuáles temas se piensa que pertenecen a cada uno.

Cuántos chefs, astronautas, abogadas, sastres, ginecólogos, entre muchos otros profesionistas, han seguido su vocación y se desarrollan sin pensar que el crecimiento profesional depende de llamarse Matías o Cristina, Pablo o Beatriz.

Afortunadamente, existen hombres que no piensan que las demostraciones de afecto y ternura, la paternidad responsable o la empatía con la pareja, son temas femeninos. Así como hay mujeres que no piensan que la formación universitaria, cooperación en la economía familiar o la manutención de los hijos, son situaciones ajenas a las “atribuciones propias de su sexo”.

Ni débil ni fuerte, ni capaz ni incapaz, ni delicado ni agresivo. No pertenece a un sexo la seguridad o el éxito, tampoco la solidaridad, cariño, participación y respeto. Por qué no, en lugar de decir hay “cosas de mujeres”, decimos que hay preocupaciones de hermanas, madres, hijas, esposas, novias… mujeres, queriendo compartir con hermanos, padres, hijos, esposos, amigos, cuestiones de interés y ocupación de ambos; ni azul ni rosa.

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