La lucha de poder en la pareja
después de la pérdida del enamoramiento, surge de la decepción, los
resentimientos acumulados y las peticiones insatisfechas.
cruda realidad después de la ‘borrachera del idilio’, el duelo por la pérdida
de las fantasías, es una oportunidad para dar paso al verdadero amor, ese que
acepta y tolera las diferencias del otro, además de la aceptación recíproca de
las virtudes y los defectos de uno y otro.
Después de pasar la
euforia del estado alterado de conciencia baja el nivel de exaltación de la
fase inicial del encuentro amoroso a otro orden de hechos más calmados y
permanentes.
El enamoramiento es
repentino, brusco y de breve duración, constituye una de las etapas más
placenteras de la vida; las maripositas en el estómago, el deseo sexual
incrementado, así como el estado de atarantamiento del que tanto se burlan los
padres en sus hijos adolescentes. El enamoramiento no sólo pertenece a los
jóvenes, se presenta a cualquier edad, incluso en los adultos mayores, la
diferencia es que los adolescentes no tienen experiencia sobre cómo controlar
los impulsos y se atrapan en el éxtasis provocado por los químicos que libera
el cerebro.
El amor conyugal se ha
vuelto muy superficial como consecuencia de la vida consumista llevamos; la
verdadera fidelidad en la pareja está casi en peligro de extinción. Las
rupturas matrimoniales al por mayor que vemos hoy en día tienen su origen en
una profunda crisis antropológica del mundo civilizado.
La lucha de poder con la
pareja tiene sus raíces en la psiqué individual, en la familia y en la
sociedad; el objetivo puede centrarse en cualquier asunto respecto al cual no
se esté de acuerdo o, simplemente, se difiera, sin importar las diferencias que
tanto agradaron al inicio. La tolerancia brilla por su ausencia. Cuando las
expectativas de llegar a acuerdos se ven frustradas, se continúa por medio de
la lucha entre ambos, hasta que agotados desiden que la discrepancia entre lo
que se quiere y lo que se consigue es suficientemente grande para justificar el
final de la relación.
El propósito del conflicto
· Puede servir para
arremeter contra la resistencia al cambio. Moverse del sitio de confort para
enfrentar el crecimiento de la relación de pareja.
· La finalidad es
darse cuenta de las diferencias existentes entre ambos, cómo cada uno percibe
al mundo a través de filtros creados por sus propias necesidades y preferencias
personales.
· Es un paso esperado y normal hacia la
consecución de una relación en la que el poder estará equilibrado y compartido.
En las
crisis conyugales, las palabras hirientes, venenosas, cargadas de acusaciones y
descalificaciones dejan honda huella en quien las recibe. Los conflictos tienen
su origen en las crisis internas personales, producto de la convivencia diaria.
Una de
las principales causas que genera conflicto tiene que ver con el mecanismo de
defensa llamado “Proyección”. La proyección es una manera de aventar la
‘basura’ al vecino de al lado, mirarnos en un espejo, como el de la bruja del
cuento de Blanca Nieves que miente al afirmarnos: “Eres lo máximo, tú estás
bien, el otro tiene la culpa”. Todo aquello que rechazamos en nosotros, de
manera inconsciente, lo proyectamos en el otro, es lo primero que vemos, lo que
más nos molesta. Por supuesto que el otro se defiende: “El que está mal eres
tú”. De esta confrontación surge la necesidad de un juez que esté de su parte y
les dé la razón, de manera que se alían con hijos, amigos o familia, librando
verdaderas campañas verbales destructivas. Cuando acuden a terapia en esta
etapa están tan desconfiados que al mínimo detalle que indique que el terapeuta
está de parte del otro abandonan la consulta.
Otra
de las causas es el lenguaje no verbal: gestos, ademanes, indiferencia, miradas desafiantes,
posturas de hastío, anulan cualquier reconciliación. Este tipo de lenguaje
viene del inconsciente y puede ser más dañino que un golpe. Como en el caso de
los Pérez: cuando ella quería dialogar y solucionar un conflicto entre ambos,
él contestaba al modo de aquí se rompió una taza y cada quien para su casa, con
mirada desafiante: “Ya vas a empezar a fastidiar con lo mismo de siempre,
igualita a tu madre, por eso la dejó tu padre”.
La
lucha de poder es una guerra entre dos territorios enemigos, puede ser de dos
tipos: guerra fría, llamada resistencia pasiva, y guerra declarada, hasta que
uno de los dos se dé por vencido.
Guerra fría
La resistencia es
activa y pasiva. En la pasiva se anestesia para no sentir, se cubre con una
armadura contra las balas del enemigo: “Nada de lo que digas o hagas logrará
quitarme las ventajas del estado mental en que me encuentro y pagarás caro el
‘daño’ que me hiciste”. Este estado de anestesia se encuentra en las parejas
codependientes que han vivido con un alcohólico o adicto, o cuando se enteran
de que existe un triángulo amoroso. El estado de letargo tiene sus
consecuencias: el aplanamiento de los sentimientos no permite el disfrute,
pierden la líbido, energía indispensable de la fuerza vital de todo ser vivo.
Este tipo de resistencia es la que viven los esclavos, la misma que soportaron
en los campos de concentración. En la pareja acumulan el resentimiento,
aguantan y aguantan hasta que llegan a la explosión como los volcanes.
La
resistencia activa es la que vivió Gandhi, sólo bastaba con comunicar que se
pondría en huelga de hambre para poner en jaque a los ingleses. En este estado
no se tolera ni soporta que se viole la dignidad, tampoco se hace cómplice del
otro en sus agresiones. Los activos no le entran a la lucha de poder, defienden
la dignidad y se niegan a ser cómplices pasivos de cualquier acto que disminuya
la dignidad humana. La finalidad: confrontar y transformar el conflicto en
oportunidad.
Guerra
declarada
Los cambios en los
roles de género han provocado que se incremente la lucha de poder. A pesar de
que la mujer se incorporó a la carga laboral, el trato hacia ella no termina de
ser diferente del machismo al que estamos acostumbrados. El dinero da poder e
independencia, por esta razón la mujer no permite ser tratada como objeto; el
ego evolucionó al nivel del hombre, cada uno quiere imponer sus ideas y
controlar todas las áreas como las finanzas y hasta el sexo. La necesidad de
control se convierte en irracional al buscar culpables en vez de soluciones.
Los conflictos del presente son producto de la incapacidad para llenar los
vacíos que dejaron las carencias infantiles insatisfechas por el cónyuge.
Recomendaciones
· Para
solucionar los conflictos en la pareja es necesario esforzarse por asumir y
digerir el pasado. Perdonar al otro, pero principalmente a sí mismo.
· No hay
crecimiento sin dolor.
· No es
importante ganar-ganar. Perdiendo también se gana.
· Cuando se
agota la voluntad y la convivencia se vuelve imposible, lo menos dañino para la
familia es la separación.
·
No tomar decisiones de separación hasta agotar las
estrategias de solución de conflictos con profesionales en el área.