Vivir en pareja: signo de madurez

Para que las personas puedan
alcanzar un grado determinado de madurez psicológica es necesario adquirir una
serie de capacidades y habilidades propias de cada etapa de nuestro desarrollo
psicosocial, así como aprender a reconocer y superar nuestras debilidades. Esta
madurez resultará la mejor herramienta para comenzar la vida en pareja.

Es de vital importancia adquirir
en nuestra infancia capacidades como empatía, respeto, valores morales,
autonomía, autoestima, comunicación y tolerancia, entre otras. Así lo es
también en importancia el superar o controlar el egoísmo, las diferentes formas
de dependencia, los apegos, los miedos, las tendencia a mentir y las conductas
inadaptadas.

Si durante la niñez nuestros
padres nos apoyaron y contamos con su amor y respeto, tal vez estas capacidades
las habremos adquirido sin mayor problema logrando llegar a la adolescencia con
más recursos psicológicos y físicos que nos permitieran superarla sin
contratiempos, adquiriendo entonces una serie de habilidades propias de este
periodo, como lo son una mejor adaptación social, comunicación, identificación,
sentido de pertenencia, respeto, responsabilidad social y familiar, astucia,
adecuada autoimagen, solidaridad y capacidad de amar.

Lograr llegar a la etapa
adulta con cierta madurez mental y emocional, como lo hemos visto, no está
garantizado, y por desgracia en no pocas ocasiones se arrastran traumas y
crisis que se vivieron en épocas pasadas que bien pudieron darse tanto en el
ámbito social como en el familiar.
Por lo tanto, es de vital importancia reconocerlas para poder superarlas y, por
supuesto, para lograr nuestra recuperación.

Dar el gran paso del
matrimonio es una decisión que reviste vital importancia para el futuro de cada
uno de los miembros, por lo tanto, sería conveniente que ambos hicieran una
reflexión concienzuda acerca de lo que les representará el vivir juntos, tanto
a nivel pareja como de manera individual. Habrá que evaluar nuestras
capacidades y estar convencidos de que se está psicológicamente preparado para
compartir nuestra vida en todos los sentidos; hay que tomar conciencia y darnos
cuenta del compromiso adquirido, además de poner lo mejor de cada uno al
servicio de la relación.

La vida en pareja es una
oportunidad para continuar con nuestro desarrollo como ser humano; de ella se
podrán adquirir experiencias y capacidades que modificarán la óptica del sentido
de la vida. Esto se dará al reconocer y respetar las diferencia individuales,
aprendiendo de ellas con un sentido de apertura y compartiendo lo que cada
miembro de la pareja piensa sobre el significado que tiene la relación,
independientemente de lo semejante o diferente que parezcan, sobre todo cuando
los ambientes familiares y socio culturales entre ellos resultan muy
diferentes.

Compartir y vivir en pareja
resulta una responsabilidad que se adquiere libremente, pero también es una
oportunidad de crecimiento para ambos; una comunicación asertiva nos permitirá
comunicar y escuchar los sentimientos e ideas mutuas sin temores ni censuras.

Durante las primeras semanas
y meses, el vínculo afectivo se puede consolidar o por el contrario debilitar.
Las expectativas puestas en la vida en pareja pueden ser, en muchas ocasiones,
demasiado elevadas y poco realistas, incluso es posible que resulten
“fantasiosas”, por lo que será conveniente platicarlas antes de tomar la
trascendental decisión. Este tipo de sucesos pueden afectar o dañar la
relación, así que, siempre será mejor estar preparados emocionalmente y confiar
en las capacidades de cada uno de ustedes, así como en las que se desarrollarán
dentro de su nueva vida.

Honestidad, respeto,
solidaridad, empatía, tolerancia y comunicación, son algunas de las capacidades
con las que se debe de llegar al matrimonio, claro, sin olvidar la de estar
enamorado y consciente de la decisión tomada.

Sin duda, muchos proyectos
en pareja se modifican y se adaptan a cada nueva circunstancia que se vive y
eso se logra mediante una actitud adaptativa; recordemos que cada día podemos
decidir qué tipo de vida deseamos seguir viviendo. Esta decisión es sólo el
principio de una larga cadena de experiencias y proyectos que ustedes
construirán con lo vivido y con lo deseado.

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