Ser un padre comprometido

Hay una figura dentro del sistema nuclear familiar que ha sido muy cuestionada en las últimas décadas: la figura paterna. Esto se debe, entre muchas otras causas y circunstancias, a la falta de claridad que actualmente se tiene respecto a este rol.

Son muchos los hombres que llegan a la edad madura sin haber contado con el apoyo de un padre, otros ni siquiera tuvieron la oportunidad de tener contacto con él o, peor aún, vivieron experiencias totalmente disfuncionales. A esto, habrá que sumarle que nos ha tocado vivir en una sociedad envuelta en problemas, desde la violencia y las drogas hasta la falta de educación y de oportunidades laborales que garanticen la manutención básica de la familia, adversidades poco favorecedoras para el desarrollo moral de la comunidad.

La figura y las funciones del padre ante la familia y con la propia sociedad se han debilitado sobre todo en aspectos como su responsabilidad en la formación moral y espiritual, el rol de proveedor y protector de sus propios hijos —estas dos últimas cada día se comparten más entre mujeres y hombres—, capacidades del rol paterno que nos corresponde reivindicar a todos. Y me refiero a que no sólo lo deben hacer los mismos hombres, pues en esta tarea el apoyo de la madre será clave ya que por su proximidad en la formación de su hijo —de vital importancia—, incluso llega a superar la del propio padre, y esto lo observamos cuando la figura paterna por diversos motivos se encuentra distante de su hijo.

Durante mucho tiempo se ha señalado que el hijo aprende de su padre cierto tipo de capacidades por medio de la convivencia con éste, destacaremos una denominada paternidad comprometida que será un excelente ayuda en el desarrollo psicosocial del niño.

Paternidad comprometida
El concepto de paternidad comprometida refiere ciertas características presentes o ausentes en las relaciones entre padres e hijos. William Doherty y Martha Erickson (1998), señalan las siguientes:

– Tener sentimientos y conductas responsables respecto del hijo.
– Sentirse emocionalmente responsable respecto al hijo.
– Sentirse físicamente accesible.
– Ofrecer apoyo material para sustentar las necesidades del niño.
– Ejercer influencia en las decisiones relativas a la crianza del hijo.

Son muchos los efectos positivos de una paternidad comprometida en los hijos: favorece el desarrollo de su capacidad cognitiva, mayor empatía, creencias sexuales menos estereotipadas y mejor capacidad de autocontrol, entre otras.

Estas investigaciones también revelaron que la relación paterno-filial se vuelve más igualitaria y de respeto, logrando desarrollar cada uno habilidades que hacen la relación más satisfactoria.

A la par de ello, se adquiere mayor grado de cercanía con los hijos, mientras que a las madres se les da la libertad para alcanzar metas profesionales manteniendo un adecuado grado de cercanía en la relación con los hijos.

Un importante nivel de compromiso paterno genera un contexto familiar en donde tanto el hombre como la mujer se sienten satisfechos con su matrimonio y con los acuerdos sobre la crianza infantil a los que han llegado.

La paternidad comprometida incluye actividades donde los hombres ayudan a la estimulación física y psicosocial de sus hijos. Su cercanía, presencia y participación en las tarea y juegos de los hijos les ayuda a reafirmar su autoimagen y su autoestima.

Las características de muchos padres como masculinidad, intelecto y la calidez son también muy importantes, de ahí se fortalece la motivación para compartir tiempo vida con los hijos.

Se reconoce que los hijos que tienen relaciones seguras, contenedoras, reciprocas y sensitivas con sus padres, tiene más herramientas para lograr ser psicológicamente mejor adaptados —socialmente hablando—, que aquellos niños cuyas relaciones con los padres son menos satisfactorias.

Por último, los padres logran beneficiar más a sus hijos cuando tienen relaciones nutritivas y contenedoras con ellos, cuando son competentes y se sienten satisfechos como proveedores, así como cuando son una pareja exitosa donde cada uno tiene su espacio dentro de la formación de los hijos.

No existe un rol paterno único al cual los padres deberían aspirar, lo que sí está claro es que, sea cual sea el rol que asuma el padre en este contexto, su influencia y su presencia es fundamental.

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