La comunicación
Paradójicamente, es necesario, a veces, hablar en primera persona para explicar un proceso que no se hace sólo. En este caso, hablaremos de los preparativos de mi boda y, muy en particular, de nuestros padrinos de velación.
Cuando se toma la decisión de elegir a las personas que formarán el cortejo, es casi predecible la respuesta que ellos nos darán. Aún así, respecto a los padrinos de velación, para mí era muy importante que en el momento de solicitar su compañía creáramos una atmósfera calurosa, cómoda y tradicional; me preocupaba que se forzara por aspectos como el tiempo o por su agenda personal, quizá sea necesario agregar que nuestro padrino es una persona muy ocupada, lo que prácticamente exigía que la velada fuera muy dinámica.
Cuando estas ideas encontraron el camino para salir de mi cabeza y fue posible que mi secretario pudiera anotarlas, la realidad se hizo más dócil, serena, como si estuviera de mi lado.
Al expresar mis pensamientos y emociones a mi prometida, ella me veía a los ojos y sonreía. Me sonreía como si estuviera viendo a un niño aprendiendo a hablar. Esa sonrisa contenía inocencia, ternura y comprensión; pero también un poco de sarcasmo y diversión. Ella me hablaba de sus ideas y yo las convertía en imágenes.
La complejidad de la situación radica en que la noche que visitas a tus futuros padrinos es el primer ensayo, y también el definitivo. Y tienes sólo una oportunidad para llevarlo a cabo como deseas.
El resultado de mi experiencia fueron esas divertidas enseñanzas, una cena con mucha plática, solemne por las copas de vino y el champán que nosotros decidimos agregar para la ocasión y, por otro lado, relajada y fresca. Hablamos de música un poco, de historias políticas, contamos anécdotas personales como parejas y nos la pasamos muy bien. Todo fue posible gracias a la enorme paciencia que desarrollan las mujeres mientras los hombres aprendemos a hablar y a descubrir que ellas también se preocupan por lo mismo, además de todo lo demás por lo que se pueden preocupar las mujeres.
Las mujeres de hoy son muy versátiles, conviven y se desenvuelven con gran naturalidad y participan desarrollando muchos roles. Comunicarnos con ellas no es sólo escucharlas cuando nos hablan, sino escucharlas cuando nos expresan sus emociones o pensamientos con una mirada, una levísima inclinación de cabeza, un suspiro o con cualquier otra clave que habremos de decodificar. Comunicarnos con ellas consiste en descifrarles o explicarles qué es lo que intentamos decir cuando a nosotros nos pasa lo mismo, todo con el simple propósito de comprendernos mutuamente.
Sea lo que fuere, expectativas, emociones, motivaciones, ¡cuéntale todo! También es tu fiesta.