Cuando al amor se le pone fecha
Cuántas veces hemos escuchado la siguiente frase: “Es viernes y hoy toca” que sin duda evoca el hecho de tener relaciones con tu pareja. Ahora mi pregunta es, ¿y qué pasa si no quiero?, ¿qué sucede si hoy en especial deseo dormir temprano o, mejor aún, deseo solo charlar con mi pareja acerca de nuestra relación?
Lamentablemente esto puede ser más común de lo que imaginamos; sin embargo, pocas veces reparamos en revisar cómo es que estoy viviendo mi vida erótica con mi pareja.
Cuando recién decidimos vivir en pareja nuestra capacidad de vivenciar, compartir y experimentar la sexualidad, el erotismo y la creatividad es de tal magnitud y de tal fascinación que lo único que estamos pensando es “Ahora que estemos juntos le hare, le diré, me pondré”. Y, no me dejarán mentir, cómo después de tres, cinco o hasta diez años casados o de vivir juntos en algún momento del día aún vuelven a recordar cuando en los inicios de su vida en pareja ustedes llegaban a casa y su amorcito las recibía con un abrazo apasionado, un beso que parecía que deseaba robarles hasta el último gramo de aliento y que de tan sólo recordarlo ya se sienten de nuevo de pie tras de esa puerta pegadas a la pared en sus brazos, o ese día cuando viendo que su pareja regresaba a seguir con el trabajo a casa, ustedes lograron de manera muy ingeniosa distraerle para llevarle hasta ese rincón de la cocina donde dicen que habitan los verdaderos dioses del placer y descubrieron que la mesa central de la cocina no sólo sirve para hacer alimentos. Bueno, pues yo sé que sí, se que todas lo hemos sentido y lo recordamos
Pero ahora, con el paso del tiempo, ese acto tan maravilloso lleno de explosivas manifestaciones de deseo, se vuelve peor que una cita para acudir a una reunión por compromiso o una visita lamentable y obligada con el odontólogo, misma que sabemos que debemos hacerla aunque no nos guste. ¿A qué me refiero? Me refiero a ese día en el cual ya no estamos más a solas con la pareja pues ahora la familia ha crecido, viven con nosotros los niños, mi mamá, su mamá o simplemente el tiempo ha pasado de tal manera que “ya no somos los jóvenes de antes, ahora ya somos personas serias”… Terrible error.
Y ahora tenemos tantas cosas de qué preocuparnos, como las cuentas pendientes, la economía de la familia, los problemas de conducta de los niños y podríamos seguir enlistando pues son mil y todas ellas tan “importantes”, que resulta que el sexo, el erotismo, habrá que dejarlo en algún otro lado pues estamos casados y “hay que cumplir” y es justo ahí donde nace la célebre frase con la que iniciamos nuestra plática: “Es viernes y los viernes toca”.
Yo quiero invitarlas a reflexionar un poco. Y sobre todo imaginar o recordar qué sucede cuando nuestra agenda de pareja tiene marcados los días viernes con la leyenda “Hoy toca” y habrá que reaccionar en consecuencia. Es decir a las diez u once de la noche, cuando ya todos estén dormidos —porque, claro, habrá que cerciorarse de que los niños se durmieron— y entonces apagar la luz, con suerte apagar el televisor y entonces el rito se repite como el viernes pasado, bueno también como el viernes de hace 22 días y como sucedió hace un mes y hace un año y ahora que hacemos memoria, tal cómo ha sucedido desde hace más de tres años.
Entonces, ¿en verdad sienten deseos alocados de encontrarse con la pareja y en consecuencia su cuerpo reacciona excitándose, cambiando el color de su piel, modificando el ritmo de su respiración? ¿Y sucede lo mismo con su pareja? ¿También a él le cambia el ritmo de su respiración por el simple hecho de imaginar que llegando a ti una bomba de erotismo, deseo, fantasías, juegos y sexo saldrá a su encuentro?
Es imposible negarlo: poner “es viernes hoy toca” en una agenda que debiese ser divertida y creativa, mata y termina con cualquier deseo. Incluso se llega al grado de saber cómo colocarme físicamente para que se dé la relación sexual, ya sé que me dirá y qué le diré y en ocasiones hasta ya puedo saber cómo sonará el último minuto de placer —porque son sólo minutos—.
Es momento de prestarle atención a esa agenda, pues es un hecho que ponerle día y hora al “debo” sentir, mata cualquier espíritu de deseo y erotismo sexual con la pareja. Y aquel momento pasado donde bastaba una mirada para hacer que apareciera un orgasmo en mi pareja o un susurro bajito y delicado en mi oído para que mi piel vibrara y se erizara gritando en silencio de placer, pueden quedar como contenido de un añejo libro de recuerdos.
La rutina y el tedio matan cualquier deseo erótico y, por ende, la relación de pareja además de impedir que se fortalezcan los vínculos afectivos. La medicina perfecta para impedir tales consecuencias, sin duda siempre será el diálogo, la creatividad y la apertura a una sexualidad fresca y lúdica, donde me y nos permitamos incluir siempre algo nuevo y diferente a nuestros encuentros eróticos, donde todo suma y nada resta. ¡No lo agendes! ¡Se espontánea y creativa! Como ayer, cualquier momento es ideal para demostrarse su amor.