Primavera matrimonial
Año con año, y a veces sin darnos cuenta, la naturaleza se renueva por completo en la primer estación del año recreándose de nuevo la vida misma. Como ella, el amor de los recién casados puede renovarse cada mañana.
Esta es una de las más hermosas épocas del año donde la naturaleza retoma la vida y dispone un paisaje de ensueño para realizar los más espléndidos festejos de bodas al aire libre; sin embargo, la preparación de la boda, tan llena de ajetreo, deja poco tiempo para admirar estos simples detalles —privilegio de nuestro México—, múltiples flores con intensos colores pendiendo de arbustos y frondosos árboles. Este es el mejor momento para comenzar una nueva vida en sincronía con el ambiente mismo.
La primavera jamás se da por vencida, se renueva a sí misma sin importar cuan frío o duro haya sido el inverno, sabe su tarea y la cumple a la perfección. Su misión es agradarnos y lo hace con toda discreción; sólo quien se detiene a contemplarla logra admirarse y cautivarse con ella.
El camino que ahora ustedes comienzan, el matrimonio, podría tomar por ejemplo a esta estación del año. Renueven sus ánimos cada día, cada mañana, ante cualquier dificultad que la vida les presente; pasen por alto aquellas reacciones del cónyuge —en ocasiones no gratas— sin tomarlas como ofensivas, esfuércense por ser constantes en su entrega, una entrega que busca dar sin exigir el recibir en la misma medida —y menos aún en el mismo momento—. El secreto es que este trabajo sea realizado por ambos de una manera constante, en tiempo preciso.
Habrá ocasiones en que él esté molesto por lo vivido en el trabajo, por no haber alcanzado el aumento esperado, la aprobación o reconocimiento de su jefe, para ella habrá otros momentos complicados, tal como aprender a ser ama de casa, adaptarse a la familia política, dividir su tiempo entre hogar y profesión. Sin embargo, el apoyo discreto, delicado y constante del compañero de vida será la herramienta para brincar cualquier obstáculo.
La primavera nos invita a aprender a admirar y a gozar de las cosas más sencillas de la vida, como las flores de los campos, las puestas de sol y los inigualables amaneceres. Al igual que ella, la vida de casados está llena de actividades simples y ordinarias y sólo de ustedes dependerá saber encontrar en ellas retos y alegrías; el esfuerzo en ésta su primavera de vida matrimonial, es de los dos, o como dice un dicho muy mexicano: “Hay que jalar parejo”.
Los que vivimos en matrimonio también somos como la primavera, nos renovamos siempre después de una helada dificultad con los retoños de una nueva actitud, sin cuentas pendientes ni rencores por lo que se ha vivido sino con la esperanza plena en que lo acontecido nos ayudará a crecer y a lograr nuevas metas.
En estos acelerados momentos de la preparación de la boda, intenten darse tiempo para ser parte de la alegría de primavera pues quien lo logra se convierte en trasmisor de la misma, en un ser que parece transformarse en ángel por su forma de ver y actuar en la vida siendo feliz y contagiando la felicidad a quienes lo rodean. ¡Felicidades!