Y a mí, ¿qué me toca?

Según la tradición, ¿sabes qué es lo que le corresponde pagar a los papás de tu pareja? y, ¿sabes cuáles gastos hará tu familia?

La tradición tiene marcado un protocolo de gastos para los futuros esposos y sus familias y, aún en la actualidad, es común que la mayoría de los novios se apeguen a él realizando sólo pequeñas modificaciones. Aquí les daré las pautas tradicionales y algunos consejitos que les resultarán de gran utilidad.

Según la tradición
La tradición mexicana ha marcado ciertas pautas que nos pueden servir de guía, pero que de ninguna manera son reglas; cada pareja decide qué le funciona o qué es lo que quiere para su vida matrimonial. Así, en nuestro país es tradicionalmente correcto que:

El novio paga el vestido de la novia y los gastos de la ceremonia —sea civil y/o religiosa— incluyendo: música, flores, honorarios del juez y/o sacerdote, alianzas, arras y lazo, así como las invitaciones y los agradecimientos o recuerditos que se obsequian en el templo.

La familia de la novia tendrá a su cargo los gastos que genere la fiesta; aquí es donde comúnmente se presentan más complicaciones, por ejemplo cuando la familia de ella no tiene los mismos recursos que la de él, entonces ellos pueden organizarla según su estilo y costumbres, siempre y cuando estén de acuerdo los papás de la novia.

Es común que la familia que no tiene a su cargo la organización de la fiesta apoye a la otra con los vinos, los postres, las bebidas, etcétera, siempre y cuando lo desee y, por supuesto, platicándolo previamente con la otra familia.

Novios independientes
Hablando de dineros, hoy en día es frecuente que ambos contrayentes sean económicamente activos por lo que las responsabilidades de los gastos de la boda suelen asumirla los dos. Cuando ambos cónyuges son económicamente independientes y así lo desean, serán ellos quienes se hagan cargo de todos los gastos.

Si hablamos de una segunda boda para alguno de ellos, los padres de quien se vuelve a casar ya no tienen el compromiso de ser los anfitriones puesto que ya lo fueron una vez, por lo que no tendrán a su cargo los gastos que le corresponderían a su familia.

¡Ojo, chicas!
También puede suceder que gracias a su trabajo ella sea más esplendida —o menos medida— y compre, organice, contrate y haga a su placer y entender. ¡Ojo! Este puede ser el principio de un gran conflicto matrimonial pues el mensaje que le envía al cónyuge es: “¡En lo económico yo las puedo!”. Inconscientemente está haciendo que él deje de sentirse responsable de ser el primer proveedor del nuevo hogar. Eso no estaría mal si la mujer desea que así sea, lo malo vendrá después, cuando ya no quiera o pueda porque vienen los hijos, entonces ese mal comienzo se convertirá en una avalancha incontrolable.

O por el contrario, cuando ella desea ahorrar a sabiendas que la inversión será muy alta, pequeños detalles en la preparación de la boda como: “Mi amor, no gastes en mi vestido, mejor me pongo el de mi amiga”, es un gesto súper lindo, pero debe manejarse con mucha habilidad, por ejemplo: “Qué te parece que me compres esta linda sala de piel en lugar del vestido de novia que puedo pedir prestado a mi amiga”.

Y ¿qué tal si ella tiene la ilusión de casarse con el vestido de su mamá? En este caso ya está el vestido, entonces el novio puede ofrecerse a pagar por su adaptación y/o restauración, si el modelo así lo requiere.

Los invitados
Los comensales también tienen obligaciones en los festejos de boda, los principales son: confirmar su asistencia al festejo con tiempo y respetar las reglas protocolarias señaladas en la invitación.

Los señalamientos que se realizan en las invitaciones tienen la finalidad de proporcionar un mejor trato y servicio al comensal en el festejo. Si se realiza la acotación de “Formal”, “Coctel”, “Rigurosa etiqueta”, etcétera, así será como debemos vestirnos. Si no sabemos cómo vestir o qué implica el señalamiento siempre habrá a nuestro alcance publicaciones como revistas, Internet, amigas y hasta las mismas boutiques o tiendas departamentales donde adquiriremos el atuendo, ellos podrán orientarnos para no sentirnos incómodos al portar una vestimenta que desentonará totalmente con el resto de los invitados.

Y si en ella leemos: “No niños” o “Solo adultos”, pues no tenemos por qué llevar a los pequeñines a la celebración. Es frustrante para los novios cuando esto sucede ya que ellos organizaron su festejo de manera que no se contempla el que haya niños y, por tanto, no se cuenta con un espacio, mobiliario, menú, bebidas, distracciones ni una zona adecuada para ellos. Siendo así, no se vale salir con: “Pues, me los traje porque ellos no dan lata”, aunque tengamos los niños más lindos del mundo si se realizó el señalamiento fue porque no habrá un espacio apropiado para ellos.

Los regalos
Todos los invitados, ya sea que acudamos a la tienda departamental donde los novios tienen su mesa de regalos o que optemos por realizar la compra del obsequio en otro lugar, debemos enviar el presente antes del día de la boda y a la casa de la novia, aún cuando seamos invitados o familiares del novio. Eso es lo que la dicta el protocolo.

Luna de miel
El viaje de la luna de miel también es pagado por el novio. En muchas ocasiones el futuro esposo prefiere guardar el nombre del destino para darle la sorpresa a la novia, pero esas sorpresas no son muy agradables para las prometidas pues no saben si comprar y empacar biquinis para la playa o chamarras para la nieve. Esta situación no es nada fenomenal, el encanto de la sorpresa puede conservarse en detalles dentro del viaje como visitar la ciudad que a ella le apasiona, una cena de gala en un lugar súper romántico, una entrada al teatro o la ópera, un paseo en lancha, entre mil actividades más.

¡Ahorremos!
Hay novios a quienes les funciona de maravilla abrir una cuenta bancaria a nombre de ambos para comenzar con los ahorros para la fiesta desde un año antes de la planeación, mientras que para otras parejas resulta un error fatal.

Si optan por realizarlo, dejen la chequera o tarjeta en manos del más organizado y mejor administrado de los dos, eso les evitará pequeños disgustos. Comprométanse a destinar cierto porcentaje de su sueldo (una cantidad razonable) cada semana, quincena o mes de manera que se convierta en una regla y se cumpla puntualmente. Eviten auto prestarse dinero: lo que entra ahí no deberá salir más que para gastos relacionados con la boda. No realicen gastos sin consultarlos previamente en pareja.

Recordemos que en el protocolo de los gastos, como en cualquier otro, nada es obligatorio; cada punto puede ser modificado con el fin de preservar la esencia y la trascendencia de la unión, que es la felicidad vitalicia de la nueva pareja.

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