En la salud y en la enfermad
¿De qué manera la pareja entiende los procesos de salud y enfermedad y,
sobre todo, cómo los enfrentan? Un tema de suma importancia pues no todas las
personas actuamos de la misma manera.
En mi calidad de médico,
terapeuta y asesor familiar, me he dado cuenta que no todas las parejas tienen
la misma idea sobre qué rol se debe asumir ante la enfermedad o convalecencia
de la pareja.
Para poder entender de qué manera nuestro comportamiento ayudará o
complicará el estado de salud del otro, es importante analizar el estado
emocional en el que nos encontramos: como pareja y como persona, nuestro estado
emocional se reflejará en la forma en que enfrentemos el proceso. No es lo
mismo enfrentar la enfermedad en condiciones de estabilidad y funcionalidad,
que en una relación disfuncional o con alteraciones psicológicas.
Otros factores que influyen son los antecedentes personales y culturales
de cada miembro de la pareja, asimilados consciente o inconscientemente en sus
familias de origen, indistintamente de que sean conocimientos efectivos o
infectivos.
Es una realidad que los conocimeintos aprendidos de nuestras familias
para algunas pesonas pueden ser la única manera de enfrentar un periodo de
convalecencia en familia o en pareja. Usted y yo, por ejemplo, podemos recordar
cómo nuestra madre atendía a nuestro padre y hermanos cuando estaban en cama,
lo que nos llevará a tratar de imitarla o, por lo contrario, proceder de manera
completamente distinta.
Cuando la enfermedad se presenta de manera sopresiva algunas personas se
paralizan, otros piden ayuda a los miembros de su familia o solicitan
información y asesoría al médico sobre el papel que deben seguir en dichas
circunstancias. A muchos nos podría parecer increíble imaginar que existen
personas que no saben cómo atender a su pareja cuando se encuentra enferma; la
realidad es que cada uno tiene conocimientos y actitudes diferentes frente a
este tipo de circunstancias y debemos entender que es una nueva experiencia y,
como tal, debemos aprender de ella.
Sabemos que las personas enfermas además de sus alteraciones biológicas
o físicas, sufren cierto grado de alteración emocional manifestando mayores
exigencias de atención. Esto se debe a que las enfermedades nos recuerdan lo
frágiles que somos físicamente lo que nos produce ansiedad, angustia y
tristeza, por lo que nuestro comportamiento, incluso nuestro sistema
inmunológico, se verá afectado: puede haber y presentarse coraje, malestar,
volvernos más susceptibles a las complicaciones.
A nadie le resulta fácil enfrentar una enfermedad, por lo tanto, hay que
estar preparados psicológicamente para que no nos tome por sorpresa
desencadenando una conducta disfuncional que complique más el escenario.
Como pareja o familia es pertinente que en todo momento tengamos
presentes las necesidades del enfermo para poder auxiliarlo con mayor
efectividad. Las conductas protectoras, solidarias, de acompañamiento, amorosas
y empáticas son más fáciles de otorgar al enfermo cuando se vive en una
relación funcional; si no fuera el caso, ambos deben comprender que uno
necesita del otro y pedir ser asistido no es ningún error, por el contrario, es
una actitud asertiva y humana. La persona sana debe pensar cómo quisiera ser
atendida por su pareja si ella fuera la enferma, esto creará empatía.
Por otra parte, cuando las circunstancias externas impiden estar y
asistir a la pareja o acompañarla físicamente, es importante comunicárselo y
hacerle sentir nuestro apoyo y amor en todo momento, aunque sea vía telefónica
o internet. La persona enferma tratará de entender los impedimentos y buscará
en su círculo familiar y social el apoyo que necesita. La comprensión será un
factor importante para ambos.
No olvidemos que las enfermedades físicas alteran y, en ciertos casos,
ponen en evidencia la disfunción ya existente en la relación de pareja, bien
porque no se está preparado o por no contar con la suficiente madurez. En
estos casos la enfermedad de uno de ellos se convierte en un pretexto para
señalar o confirmar la idea que cada uno tiene respecto a la conducta del otro:
“Si no me ayudas o no me atiendes como quiero, me la deberás y me la vas a
pagar” o “Me la debes y ahora me la cobro: atiéndete solo”.
Me ha tocado ver y escuchar quejas de mis pacientes respecto a la
actitud de su pareja cuando alguno de ellos cae en cama. Cuando la mujer se
enferma, el hombre se va con sus amigos y llega en estado de ebriedad o muy
tarde, y si es el caso del varón
es la mujer quien se va de compras o con sus amigas; en ambos casos, consciente
o inconscientemente, no se desea compartir el estado de enfermedad de la pareja
por la razón que usted guste.
Existen personas a las que se les hace más fácil brindar apoyo a su
pareja o a otras personas cuando están enfermas; no obstante, hay individuos
que no saben de qué manera actuar o, incluso, no quieren hacer nada, si es así,
el estado previo que guardaba la relación y los antecedentes familiares nos
darán la respuesta del por qué a esta actitud. Como sea, lo que menos desea un
enfermo es seguir así y alimentar su padecimiento con rencor, enojo, tristeza,
lo mejor es cooperar con las indicaciones médicas para salir lo más rápido
posible de ese estado o, en su defecto, intentar adaptarnos a la nueva
circunstancia.
Es parte del desarrollo y crecimiento emocional de la pareja aprender a
enfrentar las enfermedades. Podemos aprender a asistir más efectivamente a
nuestra pareja si con antelación le externamos qué hacer cuando estas
circunstancias se presenten, sobre todo en quienes tienen padecimientos
crónicos o afecciones constantes derivadas del estrés, de cierta época del año,
de alergias, y no confiar en que ellos ya saben cómo actuar. Hablen claro sobre
cuáles son las prescripciones médicas, los medicamentos y los posibles efectos
secundarios para evitar complicaciones mayores.
Hay que tomar en cuenta que si sé es muy demandante o dependiente en su
sanidad, estos rasgos se intensificarán durante el periodo de enfermedad.
También puede suceder que el hecho de ver a la persona que se ama enferma nos
produzca angustia, ansiedad y estrés o en otras circunstancias paralizarnos y
no saber qué hacer, si así fuera el caso, lo mejor es pedir asesoría médica y
psicológica. Recordemos que las enfermedades nos pueden unir más si aprendemos
a vivirlas juntos y en solidaridad.
* Dr. Psic. Héctor Ornelas Delgadillo, escritor, investigador, terapeuta
y psicotraumatologo, fundador del Centro de Intervención en Crisis de Zapopan,
Jal. Contacto: [email protected]. Consultas: (33) 3656 7572, Cel. 044
333 490 28 13.
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