Descubre “Enfant Terrible”, la más reciente colección de la marca 431-88

En el mundo de 431-88, el glamour siempre ha sido espontáneo. Una seguridad serena que se lleva como una segunda piel. Esta temporada, la mujer 431-88 madura. Ya no es solo la chica cool del salón; es la protagonista, la que perdura en la memoria mucho después de que la fiesta haya terminado. Ocupa espacio —en alfombras rojas, en conversaciones, en momentos que exigen atención— y la ropa hace lo mismo.

 

Nacida de un momento profundamente personal, la colección comenzó como un gesto íntimo: la diseñadora Shweta Kapur creó piezas para sus propias damas de honor, asegurándose de que fueran tan cómodas como cautivadoras. Se trataba de movimiento: de cómo las mujeres existen en el espacio, de cómo una prenda puede cambiar y evolucionar con ellas mucho después de que la ocasión haya pasado. Y así, por primera vez, 431-88 presenta el sari de seis yardas. A diferencia de sus característicos estilos pre-drapeados, este sari se puede usar una y otra vez, trascendiendo la naturaleza efímera de la ropa para ocasiones especiales. Es, en muchos sentidos, una carta de amor a la longevidad, un testimonio de la ropa que trasciende un evento singular, al igual que las amistades que la inspiran.

De hecho, el movimiento es la esencia de “Enfant Terrible”. Kapur ha canalizado el flujo perpetuo del mundo submarino en sus bordados y siluetas. Las borlas vibran como algas marinas atrapadas en una corriente invisible, los tonos ombré se funden entre sí como la luz cambiante bajo la superficie. Los adornos imitan el brillo caótico del fondo del océano: inesperados, orgánicos, vivos. Nada permanece inmóvil, y ahí reside la belleza. Pero si el mar enseña la impermanencia, las flores prensadas, las hortensias, los claveles y los alhelíes canosos entretejidos en la colección nos recuerdan el deseo humano de preservar. Los motivos florales son una oda a la memoria, un eco de las tardes de infancia dedicadas a guardar flores silvestres en las páginas de gruesos libros. En la boda de la diseñadora, paneles de organza estampados con flores secas formaron el telón de fondo de momentos robados. Ahora, esas mismas flores reaparecen, un símbolo sutil del tiempo capturado y revivido.

Las siluetas abrazan tanto la estructura como la fluidez. Las capas —atrevidas, amplias, cinematográficas— marcan un giro hacia una opulencia más madura. Las lentejuelas se extienden por la superficie, creando un efecto ombré que refleja y refracta la luz. Las borlas se mueven como las algas y la hierba que se ven en el fondo marino. El jersey fundido imita los tonos joya con los que estas piezas están diseñadas para combinarse. Mientras que los drapeados característicos como Kaai y Kyra continúan ofreciendo el tipo de glamour desenfadado que define a la marca. Y, sin embargo, incluso en su grandeza, hay soltura. Porque la mujer 431-88 se mueve con rapidez, y su ropa debe seguirle el ritmo. Es esta dualidad —la tensión entre lo transitorio y lo preservado, entre lo cómodo y lo impactante— la que existe en la colección. Estas prendas son para mujeres que prosperan en ese punto intermedio: entre la tradición y la rebelión, entre la nostalgia y la reinvención, entre la boda y la fiesta posterior. Y cuando la noche termina, cuando se sirve la última copa de vino y la música se apaga, la mujer 431-88 se llevará consigo sus recuerdos. Pero siempre, siempre, seguirá adelante.

431-88

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