Cómo gestionar el proceso del duelo en los niños
No podemos proteger a los niños de la muerte, pero sí ayudarlos en su proceso de duelo, validando lo que sienten, ayudándoles a poner palabras a lo que están sintiendo y acogiéndolos con todo lo que vaya surgiendo, sin miedo.
La situación generada a raíz de la pandemia está desarrollando una serie de problemáticas y dificultades sociales y de gestión psicológica. Entre ellas, una de las más dolorosas está siendo la muerte de personas en soledad, en donde la despedida entre familiares no ha sido posible y, por tanto, el proceso de duelo es más complejo. Este hecho es doloroso conlleva un proceso orientativo, es por esto que Zenaida Aguilar Vijande, profesora colaboradora del máster en Psicología Infantil y Juvenil de la UOC, ha creado una guía sobre el duelo en la infancia para acompañar a los niños y niñas en este proceso.
Cuando un niño sufre una pérdida, o incluso un adulto, lo que ocurre es que la sensación de seguridad se tambalea. La pérdida repentina genera una sensación de falta de control y de seguridad que puede llegar a ser muy abrumadora, algo interno se mueve dejando un vacío muy doloroso. Como si se rompiera nuestro propio edificio interno de creencias sobre la vida y sobre todo aquello que conocíamos hasta ahora; por ello, el objetivo transversal será proveer al menor la sensación de seguridad, ayudándole en su proceso de reestructuración.
Recomendaciones para gestionar el duelo en la infancia
1.- Comunicarlo lo antes posible: buscar un lugar y un momento adecuado, explicar cuanto antes con un lenguaje fácil y sencillo lo que ha sucedido, sin utilizar eufemismos que generan mucha confusión como “se ha ido”, “se fue al cielo”, “se ha quedado dormido para siempre”; si es una muerte que se preveía, es mejor ir preparando al niño poco a poco y con antelación.
2.- ¿Cómo se lo explicamos? Teniendo en cuenta las características individuales y la edad que tenga el menor, se debe adaptar el lenguaje, la forma de explicarlo y el momento; es importante responder sus preguntas por muy alocadas que sean, esto les dará seguridad; sin embargo, si desconocemos la respuesta, poder asumir que no lo sabemos y que para nosotros tampoco es fácil entenderlo.
3.- ¿Cómo acompañarlos en su expresión? Cada menor tiene su forma de expresión, es importante estar atentos y ayudarles a que se den cuenta de que esa expresión es quizás dolor o tristeza, por ejemplo el hecho hacerse pipí en la noche, el miedo a perder a otras personas, conductas de regresiones, la irritabilidad, culpabilidad o la desmotivación.
4.- Mantener las rutinas les dará seguridad: poder explicar lo que pasará de aquí en adelante, algunas cosas cambiarán, pero otras seguirán igual y esto les irá bien saberlo.
5.- ¿Qué repercusiones está teniendo en su vida? Estar atentos para reconocer si otras áreas de su vida se verán afectadas, cuando la parte emocional no está bien no podemos concentrarnos y memorizar, además estar con los otros nos cuesta más.
6.- Compartir lo que sentimos: no se debe tener miedo de compartir la tristeza, la rabia, la impotencia delante de los niños, siempre siendo seguros, si les mostramos que de vez en cuando nosotros también lloramos por la pérdida, ayudaremos a normalizar la expresión de la tristeza de manera sana para cuando ellos sean adultos.
7.- No tener miedo al dolor: a veces nos asusta ver el dolor de los otros, pero es inevitable y estará bien, lo importante es que noten nuestra presencia y acogimiento, para esto es importante animarlos a expresar lo que sienten.
8.- Podemos acompañar diciendo: “Entiendo que te sientas así, duele mucho perder a alguien”, “Entiendo que ahora no te apetezca hablar de ello, pero podemos estar en silencio abrazándonos”, “Es terrible lo que ha pasado, cuando lo necesites puedes compartirme cómo te sientes”, “A mí también me entran muchas ganas de llorar cuando pienso en él (o en ella)”.
9.- El amor no se acaba: la realidad es que nos despedimos de una parte, pero quedan recuerdos, imágenes, sensaciones, esas sensaciones no se olvidarán y estará bien tenerlas en cuenta y ponerle palabras.
10.- Realizar un ritual: es conveniente que los niños puedan asistir al funeral, de manera que puedan empezar a digerir lo sucedido y empezar a elaborar el duelo adecuadamente. Si el menor no desea participar en el ritual de despedida, será necesario escuchar su deseo y respetarlo.