Mutismo Electivo
El mutismo electivo (ME) es un trastorno de ansiedad de la infancia y la adolescencia, caracterizado por la incapacidad del niño para hablar en ciertos ámbitos sociales. No es que no puedan hablar, son incapaces de hablar con normalidad en lugares donde se sienten incómodos. También padecen fobia social, tardan en responder, si se les presiona, se inhiben más.
El mutismo electivo también se presenta en la vida adulta en ciertas condiciones: posterior a un duelo, en conflictos de parejas y en un área laboral donde el ambiente no es favorable. La novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus, es muy ilustrativa, al respecto.
Las características asociadas al ME
Niño muy introvertido, con temor de todo lo nuevo, aislamiento, retraimiento social, dependencia de la madre, de un hermano o de un cuidador. Negativismo, ansiedad, fobias, además, puede presentar trastornos compulsivos como: lavarse las manos, obsesión por el orden y la limpieza, conductas autoagresivas como morderse las uñas, jalarse el cabello, cortarse con objetos: cuchillo, navaja. Puede presentar ataque de pánico cuando se encuentra rodeado de mucha gente.
Comparte signos y síntomas con el autismo y el Asperger, la diferencia para el diagnóstico es que el niño funciona de manera normal en su casa y, en ocasiones, en la escuela. Puede ser muy inteligente y obtener buenas notas, por ser más pensante que activo, solo muestra ciertas características en algunas situaciones. Los padres a menudo comentan lo simpático, comunicativo y asertivo que es en casa, de manera que no entienden la inhibición de su comportamiento y la incapacidad para hablar en ciertos lugares.
La edad de inicio es antes de los cinco años. No siempre la identifican en los primeros años como un problema; sin embargo, en la primaria puede presentar más problemas de adaptación. Sin atención profesional sistémica, con toda la familia, puede persistir y causarle problemas severos más adelante: de adaptación, salud y sueño. Puede presentar enuresis (se orina en la cama) o mojar la ropa en situaciones de mucho estrés, regularmente no les gustan los baños públicos.
Muchos aspectos del ME son similares al autismo y el síndrome de Asperger. Es importante la diferenciación para el avance o retroceso en su formación. Es sustancial el diagnóstico acucioso, el ojo clínico para identificar trastornos somáticos en la digestión. El cerebro y el estómago están muy conectados de manera qué, síntomas como reflujo, falta de apetito, resistencia a ingerir ciertos alimentos, abdomen inflamado, deseo de dulces, poco o nulo deseo de beber agua, vómito, dolor de cabeza, falta de energía, estreñimiento por varios días, pueden ser la causa del mal humor y los problemas de conducta.
Características diagnósticas y diferenciales
- Sensibilidad al ruido.
- Presentan tendencias creativas y artísticas, si se desarrollan pueden ser terapéuticas.
- La alteración interfiere en el rendimiento escolar, laboral y en la comunicación social.
- El mutismo, para clasificarlo como trastorno de ansiedad social, debe estar presente por lo menos durante un par de meses, hay que descartar problemas de discapacidad y que no esté relacionado con el ingreso del preescolar, cambio de casa o separación de los padres.
- Se niega a articular palabras a pesar de que ya tenía lenguaje, solo se expresa mediante gestos, con movimientos de cabeza o con sus manos.
Recomendaciones
- Muchos niños no son diagnosticados, los dejan con sus fobias y ansiedad hasta la vida adulta, hasta que ya no son rescatables. Son severamente descalificados por su entorno, sobre todo si tienen hermanos que son muy extrovertidos y sociables.
- Hay que tener en cuenta el modelo de escuela ya que no se adaptan a las instituciones demasiado tradicionales y con mucha disciplina, donde siempre lo verán raro.
- Otra situación delicada es que lo diagnostiquen con trastorno mental de esquizofrenia, bipolaridad o retraso mental. La crisis de esquizofrenia se presenta hasta pasada la adolescencia. La mayoría de los profesionales en salud mental van en busca de la patología y pronto lo etiquetan, luego se queda señalado y experimentará más síntomas. Son niños especiales que les cuesta adaptarse, si observan sus cualidades y los motivan serán brillantes en alguna de sus aptitudes.
Edad de inicio
Antes de los cinco años de edad, regularmente. No lo identifican como un problema que requiera atención psicológica, es más notorio cuando ya se encuentra en la educación primaria. Sin atención, el mutismo electivo puede persistir y causarle problemas de estrés, de salud y cambiar severamente los patrones de sueño. Incluso, puede presentar enuresis (orinarse en la cama) o mojar la ropa en situaciones de mucho estrés.
Un caso clínico
El caso de Ricardo, mi hijo, con diagnóstico de ME es muy ilustrativo. Cuando ingresó al preescolar no socializaba, a la hora del recreo se la pasaba en un rincón, regresaba con el refrigerio. La maestra no presentó empatía con él, de manera que, al siguiente año, lo cambié de escuela. En una ocasión, me di cuenta que estaba leyendo una revista, me sorprendió que supiera leer antes de que lo enseñaran en la escuela. Me di cuenta que era un niño especial, con un gran potencial; pero, su inteligencia social y emocional no estaban al mismo nivel. Lo llevamos a consulta con un psiquiatra infantil. El niño me decía: “No me lleves con ‘el rasca buches’, nada más me está observando y tiene unos juguetes muy feos”. El psiquiatra lo trató durante unas tres secciones y luego nos dijo: “No puedo hacer más por su hijo, no lo hice hablar una sola palabra”. En ese momento sentí que me aventó la papa caliente, él era el experto y no podía hacer nada.
Poco tiempo después, ingresé a la universidad a estudiar psicología, pero no podía esperar, la teoría no aportaba para ayudar a mi hijo, de manera que dejé que la intuición me guiara en su educación. Lo traté como a su hermano, sin sobreprotegerlo; su papá trataba de evitarle situaciones, pero, le aclaraba que el tenía que enfrentase al mundo. Nunca tuve que decirle que hiciera su tarea o estudiara, el solo cumplía. Siempre obtuvo las mejores calificaciones, jamás esperó un aplauso.
En una ocasión me pregunto: “¿Me has visto bailar?”, “No”, fue mi respuesta. “Pues no me vas a ver bailar nunca”. Él esperaba que yo lo rescatara del festival del Día de la Madre. Lo dejé que el solo luchara. Habló con la maestra y me sorprendió saber que hasta pidió cita con el director. No lo tomaron en cuenta. Se quejó conmigo. Yo le expliqué que en la vida hay reglas y muchas veces tenemos que hacer cosas que no nos gustan. Yo sabía que no bailaría, pero lo dejé para ver el desenlace. A la hora del bailable se escondió, nadie se dio cuenta. La maestra muy enojada quería que lo regañara frente a sus compañeros. Le dije que aplicara el reglamento y que, en mi casa, yo me encargaría. No le dije nada, ni lo castigué, me dio mucho gusto que hubiera luchado de frente. Aunque la maestra y el director no lo entendieron, fue un gran logro, yo estaba contenta, él me demostró que en la vida lograría salir adelante. Para sus estudios de secundaria lo cambié a una escuela personalizada, era lo que necesitaba. Se sentía como pez en el agua.
Cuando mi hijo terminó la universidad me encontré al psiquiatra y me preguntó por él. Le comenté que estaba orgullosa de sus logros, en una semana había terminado su tesis y acababa de presentar su examen profesional como diseñador gráfico. “Te felicito, fue gracias a ti. Yo tuve tres casos más como el de tu hijo, ninguno salió adelante, las madres y sus hijos entran y salen al psiquiátrico, a ellos los tienen medicados…”. Hasta ese momento me di cuenta de lo que habíamos logrado. En cuanto llegué a casa le comenté lo que me había dicho el psiquiatra y él lo aceptó. “Estoy de acuerdo, sé que con otra mamá no hubiera salido adelante, estoy consciente de que luchaste para educarme como a un niño normal y lo lograste”.
Ahora comento en broma que mi hijo es un marciano, es como un joven viejo: no bebe, no fuma, no le gustan los antros, es el consejero de sus conocidos, defensor de los derechos humanos y ama los animales. A mí me costó años recuperar mi autoestima, no fui motivada, me enfrenté a mis traumas, al machismo, a la educación autoritaria, nadé contra corriente. Mi recomendación: desbaraten los nudos y encuentren un hilo conductor.
* Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/