En tu relación de pareja, ¡olvídate de olvidar!
Empieza un año más y pareciera que las reflexiones y buenos deseos del año que se esfuma quedaron atrás. La mayor parte de las personas continúan su vida bajo la consigna de: “año, nuevo, vida nueva, costumbres: las mismas”, olvidando que la vida nunca es la misma para nadie, porque todo se mantiene en constante cambio, incluso nosotros mismos. Hoy te propongo cambiar, empezando a construir nuevos paradigmas en los que te desafíes a ti mismo a ser la mejor versión de ti, para tu vida y para las relaciones que establezcas con los demás, en específico con el amor. Por eso te reto a que te olvides de olvidar.
En el mundo de las relaciones, el que un amor sobreviva con toda su fuerza —pese a lo que muchos digan— es posible, el meollo del asunto es querer y nunca darse por vencido para lograrlo. Para ello una cosa es segura: necesitarás todo tu empeño, fuerza de voluntad y salir del lugar cómodo de “lo tengo seguro/a”, para hacer de cada día algo especial.
En México suele pasar, por costumbre, que las personas ponen su máximo esfuerzo durante el periodo de coqueto y el proceso de la conquista; pero, una vez establecido el vínculo —ya sea éste el noviazgo, pareja o matrimonio— dan por sentado el amor, provocando así que éste, ante la pereza de una vida rutinaria y monótona, simplemente se vaya. ¿Qué hacer al respecto? Olvídate de olvidar. Y empieza a tener presente que en el principio está la base y que si los cimientos de un amor son fuertes, el resto también lo será.
En este cambio de paradigma, que atenta contra la fanfarronería, una premisa es básica: si no lo cuidas, ¡el amor se va! Es una esencia que necesita cuidados y mantenimiento, y para que éste logre darse es necesario todo el interés por parte de las dos personas que integran la relación, porque el verdadero amor nunca es algo dado, sino construido día a día con base en el esfuerzo, perseverancia, humildad y el perdón. Así que, ¡manos a la obra!
La metodología de olvídate de olvidar consiste en salir de área de confort preestablecida en las relaciones desafiando la monotonía. Se basa en tener todos los días un detalle para con tu pareja, no importa si es: una palabra, una sorpresa, un gesto, una actitud o un objeto, porque en realidad no es el objeto lo importante, sino el sentimiento que genera a su vez una experiencia y que fija un recuerdo en la mente, proceso que va construyendo los lazos de una vida juntos.
Las generaciones precedentes mostraron la calidez de la indiferencia ante el amor. Frente a esta actitud, los resultados fueron desastrosos: un alto porcentaje de divorcios y generaciones de posteriores adultos indolentes, indiferentes, atemorizados ante los efectos del amor y escurridizos tras la bandera de la “libertad”. ¿Y si nos atrevemos a cambiar esta situación?, ¿si nos comprometemos a sentir en vez de huir?
Una cosa es cierta, las nuevas generaciones xennials, millennials y centennials tenemos algo en contra: el tiempo se nos escurre entre los dedos ante los ridículos imperativos de una vida estandarizada que ante la ficticia obtención de un efímero éxito reclama un cuerpo de gimnasio, belleza de concurso, juventud permanente, altos niveles educativos para mantener latente la competencia, estabilidad económica que te permita cumplir los sueños de un sistema global como: viajes, objetos y presunciones efímeras; tolerancia al estrés y, sobretodo, una sonrisa imborrable que parezca fruto del botox.
Sin embargo, también tenemos mucho a favor: vivimos en un mundo hiperconectado, de amplias redes que nos unen y proporciona múltiples ofertas en la menor cantidad de tiempo, lo cual agiliza la producción de grandes planes y su paulatina implementación.
Así que, ya sabes, no todo está perdido, en la balanza siempre existe un equilibrio. El tiempo de calidad contra el de cantidad. Si tienes a alguien importante en tu vida olvídate de olvidar. Recuerda que dentro de las relaciones los detalles son una forma de hacerle saber al otro que es valioso y que sigue presente aunque existan mil y un actividades de la vida cotidiana. Maximiza los tiempos y emplea los recursos a tu alcance para demostrarle esa persona, día a día, lo que en realidad significa para ti, teniendo presente siempre que lo primero es el amor, no el objeto, sino la intención con la que cada día se hace que sea especial e irrepetible. Abandona la vana comodidad y emprende el vuelo: olvídate de olvidar. Y ten siempre presente lo que realmente es importante: los corazones que te rodean.
* Mireille Yareth, comunicóloga e historiadora, contáctala en: [email protected]