Estrés: detonante silencioso de problemas gastrointestinales
Según lo indica la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), el estrés es una reacción natural del cuerpo ante situaciones que modifican la rutina habitual. Aunque en pequeñas dosis podría ayudar a superar miedos y motivar, cuando es causado por preocupaciones de dinero, trabajo, salud o relaciones, y se prolongan por horas, días o meses, el cuerpo y la mente empiezan a manifestar diferentes tipos de reacciones, entre ellas problemas gastrointestinales.
De acuerdo con un informe de la encuesta ‘El Estrés en América’ que realiza anualmente la APA, el 75% de los participantes del estudio manifestaron haber experimentado al menos un síntoma de estrés en el último mes. Asi mismo, el 33% afirmó que las situaciones estresantes generan comportamientos como comer demasiado o comer comidas poco saludables.
“A veces nos preocupamos por conocer a nuestra pareja o amigos y saber qué les gusta, qué les molesta o cómo reaccionan ante ciertas situaciones; entonces ¿por qué no hacer lo mismo con nuestro cuerpo? Es importante entender nuestro organismo para identificar las señales que alertan sobre algo que no está bien y tomar cartas en el asunto”, comentó el Dr. Alfonso Moguel, Director Médico de Abbott en México. De igual forma, el Dr. Moguel hace énfasis en que los hábitos de sueño saludables, el ejercicio y la calidad de la alimentación, son muy importantes para combatir los efectos negativos del estrés.
¿Cómo puede afectarse el sistema digestivo?
De acuerdo con la misma encuesta de la APA, alcanzar objetivos de vida saludables, como comer sanamente, se ven afectados por el estrés. Aunque cada cuerpo responde diferente ante situaciones o lapsos de este tipo, generalmente el organismo envía señales físicas y/o emocionales de que algo no está bien. La APA señala que algunos de estos síntomas incluyen pérdida del apetito, ingesta excesiva de comida y problemas de estómago, intestino y colon, como acidez, gases, diarrea o estreñimiento.
De igual manera, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que las personas que trabajan bajo presión o en condiciones de empleo que contribuyen con el estrés, son más propensas a tener una dieta poco saludable. Esta reacción, a su vez, puede generar problemas gastrointestinales derivados de la pérdida del apetito o del exceso de ingesta de alimentos.
La ansiedad y necesidad de comer más, sobre todo comida rápida con altos contenidos calóricos y de grasas saturadas y trans, además de estimular el aumento de peso y diferentes enfermedades, puede ocasionar problemas digestivos al no proporcionar los nutrientes necesarios para el funcionamiento del tracto gastrointestinal. De hecho, el consumo regular de carnes procesadas (presentes en comidas rápidas) como salchicha, jamón, carne en conserva, en lata, seca, entre otros, está asociado con el riesgo de padecer cáncer colorrectal.
En México, por ejemplo, según estimaciones del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) el cáncer de colon y recto ocupa el cuarto lugar de mortalidad a nivel nacional. Anualmente, se presentan más de 5.000 casos en el país.
A nivel nervioso, el cuerpo también responde al estrés liberando adrenalina y cortisol, hormonas que aumentan el ritmo cardiaco y la respiración, y preparan los músculos para responder ante la situación. La secreción de estas sustancias puede afectar también el sistema digestivo por el incremento de los ácidos en el estómago.
¿Qué hacer para reducir los efectos negativos?
“Los efectos del estrés a nivel físico y emocional son variados, pero la buena noticia es que todo tiene solución. Aunque nuestro sistema se ve afectado debido a las tensiones y angustias del día a día, pequeños cambios en nuestra rutina pueden hacer la diferencia y ayudarnos a enfrentar el estrés de forma sencilla”, afirma el Dr. Moguel. Algunas de las modificaciones en los hábitos que aconseja el especialista son:
- Alimentación: ser conscientes de lo que se ingiere e incluir alimentos ricos en compuestos antiinflamatorios como ácidos grasos insaturados, por ejemplo salmón y atún; antioxidantes, polifenoles y carotenoides, como chocolate negro, verduras de hoja verde, pimientos de colores y vino, puede ayudar a controlar los efectos del estrés.
- Hábitos de sueño: dormir bien es fundamental. Aunque lo recomendable es de siete a ocho horas diarias, cada organismo es diferente y algunos podrían necesitar más o menos. Hábitos de sueño adecuados permiten pensar con más claridad, ayudan a mantener un peso adecuado y disminuyen los riesgos de padecer problemas de corazón y enfermedades crónicas.
- Ejercicio: es importante ejercitarse siempre, incluso cuando existen momentos de estrés. La actividad física beneficia el tránsito intestinal, ayuda a controlar el peso, reduce los niveles de adrenalina y cortisol, y libera endorfinas que disminuyen el estrés mental y relajan el cuerpo.
- Beber más agua y menos café: consumir cafeína en exceso puede ocasionar insomnio, temblores, taquicardia, entre otros. Estos síntomas, asociados con los que puede producir el estrés, no son una buena combinación para el cuerpo. Por el contrario, beber agua previene la deshidratación y nos permite mantener energía para otras actividades.
- Hacer pausas: la presión del trabajo y el hogar, las preocupaciones y las diferentes situaciones que desencadenan estrés, siempre van a estar presentes, lo importante es aprender a manejarlas y saber que siempre hay tiempo para todo. Dedicar espacios del día para hacer lo que más nos gusta y disfrutar las cosas simples de la vida como escuchar música, almorzar con un ser querido, jugar o cualquier actividad que nos haga felices, es fundamental para relajar el cuerpo y la mente.
“Dicen que ‘No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír’, por eso, la invitación es a observar, escuchar y atender las reacciones de nuestro cuerpo. Solo así, tendremos tiempo de calidad y salud para disfrutar de lo que más nos gusta” finaliza el Dr. Moguel.
Recomendaciones
El Dr. Alfonso Moguel, Director Médico de Abbott en México, nos comparte las siguientes recomendaciones para mantener a raya al estrés.
- El estrés puede ser paradójico, en algunos casos puede provocar pérdida del apetito, en otros, puede generar ansiedad de comer como si no existiera el mañana. En cualquiera de las dos circunstancias, lo importante es encontrar equilibrio para proporcionarle al cuerpo los alimentos que necesita para funcionar correctamente.
- El cuerpo nos envía señales y debemos aprender a entenderlas. Por ejemplo, periodos prolongados de estrés pueden producir reflujo, diarrea, estreñimiento o vómito. Cuando se identifican estos síntomas, sin causa aparente, puede ser momento de realizar una pausa, respirar y relajar la mente, al menos, por un instante.
- Los hábitos saludables, igual que las cosas buenas de la vida, toman tiempo. Seguramente al empezar será más difícil realizar cada actividad de la manera más sana posible, pero no hay que rendirse. Lo importante es incorporar paulatinamente las buenas costumbres en el día a día.