David Enciso, exorcista y sanador
En una muy amena charla, Martha Valadez Huizar nos habló de la obra póstuma de David Enciso donde de manera autobiográfica, el autor narró su encuentro con los seres de luz.
David Enciso fue sanador y exorcista muy a su pesar, pues siempre dijo que no era precisamente algo que hubiera elegido. A más de un año de su muerte, Editorial Pax México ha publicado su obra póstuma: “Ay güey,… de pronto me encontré que yo era… exorcista y sanador”, el título encierra parte de la hilaridad con la que el protagonista conduce la historia, biografía de la vida misma de David Enciso.
Martha Valadez Huizar es psicóloga de profesión, tras la muerte de su esposo y con el lanzamiento del libro, se ha dedicado a compartir las experiencias que vivieron juntos a la par de abordar el nuevo título que da seguimiento a la biografía comenzada en “Con el diablo adentro”, es decir, la segunda parte.
“Son dos libros que escribió David, el primero se llama “Con el diablo adentro”, anteriormente se llamaba: “El recorrido de mi alma para vencer el mal y llegar al amor divino” pero le cambiaron el nombre, y este segundo se llama “Ay güey… de pronto encontré que yo era… exorcista y sanador. El primer libro cambió de título, es una nueva edición, lo quisieron sacar para que saliera junto con éste, ahí se narra toda la primer etapa de exorcismo de David. Lo que él señala es que si bien existen esas energías, nosotros podemos permitir que nos afecten cuando tenemos muy débil nuestro espíritu; el mensaje que da en este segundo libero es que nosotros debemos contactar a nuestra alma y a nuestro espíritu para saber nuestras propias necesidades, nuestras propias capacidades espirituales, para enfrentar la vida”.
Los dos libros forman parte de la autobiografía de David Enciso, la primer parte muestra escenas angustiantes y llenas de horror que el autor tuvo que enfrentar, los sentimientos encontrados que vivió durante todo este periodo, la manera en que su alma se conectó con su espíritu y su encuentro con entes divinas y demoníacas. La segunda parte es más espiritual, en ella se toma conciencia de la importancia que juega el alma y el espíritu para potenciarnos como seres humanos. No obstante, la narrativa de ambas obras es bastante fluida, con un lenguaje coloquial y un gran sentido del humor.
“Las experiencias con entes demoníacas, de David, fueron ataques muy fuertes, por esos ataques llega a que le hagan un exorcismo pero al final de todo este camino él entiende que tuvo que recorrer todo esto para aprender a enfrentar el mal. Cuando tuvo estas experiencias nadie lo ayudó, iba a la religión, fue con los masones, nadie le explicaba nada, todo mundo lo juzgó de loco. Escribir este libro era una manera de dar a conocer que esas energías existen”.
Convertirse en sanador y exorcista fue un hecho que él consideró como su misión, sin embargo, no fue algo que el planeara o al menos pudiera haber imaginado, de ahí surge el título que, por cierto, retrata la manera en que coloquialmente hablaba el autor: “Ay güey,.. de pronto me encontré que yo era… exorcista y sanador”, al respecto, refiere Martha: “Cuando le sorprendía algo decía ‘Ay, güey’, jamás pensó que se iba a dedicar a esto. Le costo mucho tiempo procesarlo, aceptar que iba a hacer exorcismos, sanaciones, él decía no quiero esas experiencias porque al abrir ese tipo de dimensiones ves de todo, veía muertos, entes que estaban pegados a la gente, no quería estar viendo este tipo de cosas. Él tenía que conocer esto, experimentarlo en vida propia, para después ayudarle a las otras personas. Así fue como encontró su misión y la aceptó“.
Independiente de que sean diablos, entes demoniacas o energía, David quería demostrar cómo vivimos con esas partes negativas de nuestro ser que no son otra cosa que nuestros propios demonios y el hecho de que no utilizamos nuestra alma para enfrentarlos ni nuestras capacidades espirituales. Martha comenta: “Cuántas veces en la vida nos sentimos con algo que nos está pesando en la espalda, con algo que tenemos en el cuello y no podemos ni hablar. De una u otra manera nosotros vivimos ese tipo de cosas aunque no visualmente”.
La esencia de estos libros es el desarrollo espiritual: “Todos hablamos de alma y espíritu, unos dicen que no creen, otros que sí, pero en nuestro lenguaje está el alma. El alma es la parte sensible de nuestro ser que nos hace darnos cuenta de lo que necesitamos, de nuestros dolores, pero no nos contactamos con esa parte, la tenemos un poco alejada. El espíritu es lo que nos ayuda a sanarnos a nosotros, es la que concentra todos los conocimientos que llevamos dentro, pero no nos damos cuenta de ello, no los usamos. A final de cuentas, si ven el alma o no, si el espíritu lo ven o no, no importa, ahí están”.
Hablamos mucho de espiritualidad, pero muchas veces no tenemos claro qué es eso. Este libro describe la manera en el autor lo entiende, cómo se contacto con su alma y espíritu y para que sirven en nuestra vida. Cuando las personas sienten vacíos espirituales, señala David, es porque el alma está fuera del cuerpo, esa alma es nuestra parte sensible, pero no nos contactamos con ella, no la alimentamos: “¿Por qué? Porque no estamos felices en lo que hacemos, no estamos contentos con las actividades diarias, no estamos satisfechos con una relación, pero no le hacemos caso a esa parte que te está diciendo haz algo. Tú te amaneces y no disfrutas de este día. Esa es la parte sensible de nosotros que la tenemos desconectada. Esa es nuestra alma”.
Tras el fallecimiento de su esposo, Martha entra en crisis y comienza a replantear su vida: “A veces esperamos situaciones muy críticas, como la mía de una muerte tan fuerte e inesperada, para replantearnos muchas cosas de nuestras vidas sin darnos cuentas que tenemos pérdidas todos los días, como él decía: ¿cuándo perdí la confianza en mí mismo? ¿cuándo perdí mis deseos? ¿cuándo me perdí yo? Entonces nos vamos dejando desconectando, porque nuestra alma nos está diciendo: acuérdate de lo que deseabas, de lo que querías, yo necesito eso, es el alimento para mí, yo quiero ser eso y eso que queríamos ser lo dejamos a veces en el camino. Esa es la parte del alma. Él decía el alma está flaquita porque no la alimentamos”.
La también catedrática recuerda las palabras de su amado esposo quien solía decir que los miedos nos hacen perder nuestros propios deseos por eso es necesario replantearnos nuestra vida: “¿En dónde me siento yo misma o yo mismo? En la actividad profesional, en casa, con los amigos. Imagina las energías que se producen con esas emociones de insatisfacción, de no estar a gusto contigo mismo, imagínate el tipo de energía que estamos generando dentro de nosotros con nuestra alma desnutrida y si hay cosas negativas en el ambiente pues obviamente las atraes”. Para David, estar satisfechos con nosotros mismos y desarrollar nuestra creatividad era la principal pauta de todo ser humano, para lograrlo la meditación es una vía: “La meditación la definía como los momentos de estar consigo mismo, reflexionando, contactando con tu alma aunque no la veas, qué necesitas, qué te disgusta, qué te está molestando, qué estás permitiendo que te haga…”.
La historia de David, es una historia continua que muestra la ambivalencia de la vida, la parte malévola y la parte positiva, al abrir esta dimensiones ves no solamente demonios, también lo divino, se abren las dimensiones y se abre todo. “La gente no quiere ver lo malo y lo bueno, muchos queremos ver solo lo bonito, lo feo no me lo pongan. A mucha gente le impacta el tema de exorcistas y demonios, pero es muy divertido, si quieren conocer a David, es como escribe, juguetón, escribe burlándose, te pones a llorar y luego te mueres de risa. Es muy divertido, es un estilo que le quita lo formal y lo fuerte del tema”.
Libro disponible en: http://www.editorialpax.com/