El hígado y las emociones

El hígado es un órgano que realiza múltiples funciones. Lo que comemos, respiramos, los medicamentos que ingerimos y hasta las emociones como el odio, la irritabilidad y la violencia se procesan en el hígado.

El hígado está a cargo de descomponer, almacenar y reconstruir materia; si la vida de una persona se desmorona y no puede llevar a acabo la tarea de adaptarse a tantos estímulos, almacena sensaciones de sobrecarga, y la sobre exigencia genera desgaste de las funciones naturales del organismo. 

 

El estado de ánimo está relacionado con la salud física, somos seres bio-psico-sociales-emocionales y espirituales, no hay nada que afecte a la mente que no se sienta en el cuerpo. Ciertos estados mentales son muy peligrosos: depresión, angustia, ira, resentimiento, preocupación, pesimismo crónico, así como las hormonas del estrés y otras sustancias químicas del cerebro que los estados negativos de la mente generan, sobrecargan el sistema mente-cuerpo y reducen la capacidad del sistema inmunitario para luchar
contra la enfermedad.

Los pensamientos de ira producen sustancias químicas que son corrosivas, por ello resulta perjudicial para la salud alimentar pensamientos de odio. Los sentimientos desagradables dan lugar a neuropéptidos, moléculas que producen sustancias químicas como adrenalina y noradrenalina que aumentan el ritmo cardiaco, la presión arterial, elevan el colesterol y reducen la inmunidad, incrementan la ansiedad y al no tener defensas suficientes aparecen las enfermedades. Los pensamientos positivos o agradables producen neuropéptidos que elevan las endorfinas que dan la sensación de bienestar y placer.

 

Las personas malhumoradas o coléricas tienen temperamento caliente, fogoso, impetuoso, regularmente son muy aprensivos, inseguros, hacen un gran esfuerzo para no demostrarlo; sin embargo, por más que se esfuerzan, se les nota: manchas en su cara, la expresión de sus ojos y las arrugas en su rostro, son introvertidos, ponen distancia para no ser descubiertos, esconden sus sentimientos para no revelar su vulnerabilidad. La ira reprimida cambia por completo la flora de la vesícula biliar, el miedo y la ansiedad alteran el intestino grueso, como resultado se inflama el vientre causando dolor, estreñimiento o diarrea. Cuando la vesícula no funciona adecuadamente la persona es incapaz de tomar decisiones, se atemoriza, sufre insomnio y miedo. Si el hígado está perturbado las uñas se vuelven débiles, blandas y quebradizas, duelen los tendones y los músculos, aparecen migrañas o cefaleas, además de mostrarse irritable y poco tolerante. Acumular ira o reprimir las emociones provoca sobrecalentamiento, de la misma manera que el planeta donde las catástrofes naturales son síntomas del desequilibrio ecológico.

Las emociones reprimidas se acumulan hasta que una gota derrama el vaso. La finalidad de la rabia es defender el territorio, poner límites, es una energía para actuar: “correr o pelear”. Similar a la explosión de un volcán, una fuerza que sube hacia arriba como la lava, el calor invade, quema, cuando tenemos que reprimir la salida, comportarnos como si nada pasara, se presenta la somatización (la enfermedad). El problema se complica ya que de tanto reprimir la salida, el día menos pensado el volcán hace erupción con la
persona equivocada, somatizamos la emoción de manera que amerita cirugía de vesícula, en los casos más leves, en los graves: cáncer, infarto o embolia.

 

“Pareces un higadito”, “Es como un gancho al hígado”, son frases para nombrar a las personas coléricas. Nerviosismo, cólera, impaciencia, insomnio, exceso de actividad mental, torpeza, zumbidos, depresión y tristeza, falta de energía, son manifestaciones de que el hígado no está funcionando de manera correcta. El hígado tiene manifestación en los ojos, la visión es el sentido del que depende directamente: ”los ojos son el reflejo del alma”, las primeras manifestaciones se presentan en los ojos: rojos, tristes, amarillos, hinchados revelan un problema de hepatitis. Si el hígado está gravemente enfermo, como en la cirrosis, las funciones de eliminación están perturbadas por lo que el agua se acumulará en el vientre.

 

El gran problema es que la disfunción del hígado es silenciosa y aguanta un cúmulo de emociones; con el tiempo se presenta la alteración en las funciones fisiológicas y hasta depresión. La depresión exterioriza la rabia y las frustraciones contenidas, todo lo que no sale se queda; en la depresión se manifiesta culpa, miedo, se pierde la seguridad y la
confianza en sí mismo.

 

Leticia se divorció hace varios años, después de mucho tiempo de reprimir los conflictos con su esposo. Él le quitó la casa donde vivía con sus hijos y continuaron los problemas por el dinero, los permisos, los celos, la hija que salió embarazada, en fin. Desde niña le obligaron a reprimirse, a no enojarse; alergias en la piel y ataques de asma eran tema de todos los días. Desde hace unos meses su cuerpo está cobrando la factura: el horario de trabajo cambió su metabolismo, aumentó veinte kilos de peso, labora desde las cuatro de la mañana hasta las tres de la tarde. Constantemente la internan por hemorragia del intestino, el diagnóstico del hígado: esteatósis hepática (hígado graso). A pesar de los malos pronósticos, siempre trata de vivir “como si aquí no pasara nada”. Peregrina de médico en médico, buscando diagnóstico; sin embargo, por más que le recomiendo que cambie de trabajo, argumenta que no encuentra en otro lugar. La salud no tiene precio.

El llanto es la forma en que la fisiología baja los niveles de las sustancias químicas del cerebro; correr, practicar ejercicio aeróbico, gritar, son tácticas eficaces para contrarrestar emociones que nos perturban. Otro recurso es la actitud mental, ver los acontecimientos de una manera diferente, se conoce como reestructuración cognitiva. Buscar el lado positivo, el aprendizaje que nos deja cualquier incidente, no cargar con la culpa de lo que no hicimos, o culpar a otros y lavarnos las manos como víctimas. Ni darle la vuelta una y
otra vez a un mismo problema sin resolverlo: ”¡Yo no tengo depresión!”, me respondió mi hijo enojado, después de su divorcio y de tantos contratiempos a los que se ha enfrentado.


Recomendaciones

  • Alimentarse de manera equilibrada, disminuir grasas y carbohidratos, dormir al menos ocho horas y practicar ejercicio.
  •      Aprender a conocer las emociones en nuestro cuerpo; el calor interno es una emoción, señal de que algo nos está perturbando. El coraje es una buena energía para hacer cambios.
  • Ser obedientes, muy educados, complacientes, no saber decir ‘no’, nos deja un cúmulo de emociones reprimidas. Los que se reprimen constantemente corren el riesgo de despersonalizarse.
  •  Un remedio natural: remoja en agua cinco cucharadas de alpiste durante toda la noche. Por la mañana cambia el agua y licualo, cuela y agrega un litro de agua e ingiere la bebida a lo largo del día. Las enzimas que proporciona el alpiste, como la lipasa, tienen la particularidad de desinflamar el hígado, los riñones y el páncreas, además
    de ayudar a perder peso. Incrementa los hepatocitos y desinflama, favorece la diuresis por lo que baja la presión arterial. Suspéndelo ante cualquier efecto
    secundario.

* Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Consultorio: Tenochtitlan No. 361, Jard. del Sol, Zapopan, Jal. Tels. (33) 3631 8312 y 3632 3166, Cel.
333 166 92 72, [email protected]

 

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