¿Hace cuántos kilos?
¿Qué les pasa a
todos los que se casan? ¿Por qué de buenas a primeras empiezan a engordar?
¿Será la buena o lo mala vida? Aún no encuentro la respuesta y mientras no la
encuentre mejor ni pienso en casarme… no vaya yo a perder, además de mi
libertad, mi buena figura…
“¡Ay Dios, que
dramática andas!”. Le dijo Vivi a Jenny después de que, sin decir agua va,
aventó sus tremendas cavilaciones sobre el peso de los recién casados.
—¡Ay,
sí, reinis!, es que es de no creerse como engorda la gente después del
matrimonio. ¿Qué será? Porque de plano, por más vueltas que le doy, no
encuentro el motivo de que la pareja se descuide de tal manera que hasta diez
kilos se echan encima en menos de seis meses.
—Pues
a mí también me pasó —dije un poco abochornada—. Me acuerdo que de recién
casada durante los primeros seis meses subí como cinco kilos y a mi Viejito le
fue peor, él creció 10 kilitos más y aún cuándo lo notábamos, no pensamos
siquiera en separarnos de nuestro nidito de amor para que cada uno continuara
con la rutina de ejercicios que teníamos de solteros.
—A ver
reinis, pero no tenían que irse cada quien por su lado para poder hacer
ejercicio o ¿sí? Digo, creo que si tanta era su ansiedad de estar juntos, igual
y podían ir a correr al mismo parque o inscribirse al mismo club —concluyó
Jenny muy tajante aventando su última bocanada de humo antes de apagar el
cigarro que ya nos tenía mareadas a todas.
—Pues
no, en nuestro caso no —comenté haciendo una leve mueca—. Es que a él le gusta
el ejercicio en la mañana y para mí, hasta la fecha, me es poco menos que
imposible levantarme temprano. Y aún cuando a los dos nos gusta nadar, pues no
podíamos ir a la misma hora, y si él madrugaba yo lo hacía quedarse y en la
noche él me chantajeaba para no ir.
Y en lugar de ir cada quien por su
lado a hacer ejercicio yo le hacía un mega desayuno para compensarlo y él me
invitaba a cenar esos taquitos tan deliciosos de la esquina, y regresando una
buena película y a dormir.
—¿O
sea que se convirtieron en dos ositos cariñositos que fueron acumulando kilitos
de amor? —dijo Jenny con su habitual ironía.
—Pues
sí, así lo quieres ver —contesté un tanto pensativa—. Hasta que llegó el momento
en que decidimos, aún con el pesar de nuestro corazón, que teníamos que hacer
ejercicio y que por el beneficio mutuo, él iría en la mañana y yo en la tarde.
—¿Y no
les causó tristeza separse tanto? —Preguntó un tanto afligida Vivi—. Digo, si
yo me separara de mi Gusanito, creo que a mí si me costaría muchísimo dejarlo
ir solo al gym con tantas niñas tan buenas alrededor. Y tampoco creo
que él quisiera que yo fuera sola. Somos muy celositos el uno del otro.
—Pues
sí, si nos costó un poco de trabajo, pero después lo encontramos bastante
divertido pues teníamos un tema más del cual platicar y descubrimos que así,
solos, cada quien tenía su propio espacio y lo disfrutábamos tanto como si lo
hiciéramos juntos.
Y así
es hasta ahora, cada quien hace su propia rutina, cada quien tiene un grupo de
compañeros de natación y en lugar de ser un conflicto, se vuelve súper
divertido en las competencias porque cada quien va con sus amigos y entre todos
hemos hecho una amistad maravillosa.
—Ay
reina, pues todas las recién casadas deberían de seguir tu ejemplo, porque hace
una semana me encontré en la plaza a unos amigos míos que se casaron hace un
año y de verdad que me costó reconocerlos. Antes tenían unos cuerpazos y ahora,
están gordísimos. Yo creo que fácil cada uno subió como 15 kilos.
—Pero
no siempre se puede —intentó justificarse Vivi—, te digo que a nosotros no nos
gusta separarnos y es más, no nos gusta ir al gym, lo encontramos
bastante aburrido y si a eso le sumas que somos de tan buen diente y con tanta
actividad social, pues no tenemos de otra….
—Vivi
—le dijo Marijós—, tú eres privilegiada entonces, pues tu buena suerte te
mantiene en súper forma; pero por salud, ¿no crees que valdría la pena
ejercitarse un poco? Digo, acuérdate que el colesterol y los triglicéridos ya
son enemigos nuestros de todos los días.
—Bueno,
eso sí… quizá una actividad que podamos disfrutar en pareja, algo como el yoga
o el tai chi, ya ves que están tan de moda y a mi Gusanito ese tipo de
ejercicios más pausados sí le llaman la atención. Tienes razón, en la semana me
pongo a buscar algo…
—Ay
sí, por favor —intervinó Jenny—, ojalá todos los recién casados entendieran que
tienen que cuidarse; que no sólo por verse bien vale la pena estar en forma,
sino que por amor propio y por el propio amor que le tienen a sus parejas deben
de mantener su peso.
Digo,
un ratito de arrumacos llenos de dulzura no le hacen daño a nadie si es que
después de la prolongada luna de miel se regalan una membresía al club o al gym y cada uno se
lanza, por su lado o juntos, a recuperar la figura que obtuvieron para verse
increíbles en la foto de novios ¿no?
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