El miedo al cambio
“No se puede escapar a la responsabilidad
de mañana evitándola hoy”. Abraham Lincoln.
Mario tiene 25 años de casado y tres
hijos. Con el pretexto de que ronca, hace cinco años que él y su esposa duermen
en cuartos separados. Lleva una relación desvitalizada con su pareja: no hay
deseo de estar juntos ni energía para pelearse; poco a poco se fueron retirando
de la vida social y lo único que comparten son las responsabilidades escolares
con los hijos. Mario se ha refugiado en su trabajo, viaja dos o tres veces por
semana y los domingos duerme para reponerse de las desveladas; no tiene tiempo
para hacer ejercicio ni para un hobbie. Su vida transcurría en sus
responsabilidades laborales hasta que en un viaje conoció a otra mujer: amor a
primera vista, comunicación intensa, experiencias similares. Nunca había sido
infiel, hasta que después de meses de conocerse resultó más fuerte el amor que
los principios. Sin embargo, su nueva pareja no puede entender por qué Mario no
piensa divorciarse: “Pero si estás en divorcio emocional desde hace años, ¿qué
te pasa?”. Él manifestó que sus principios religiosos y la imagen social son
más fuertes que sus sentimientos.
Por otro lado está el
caso de Ana: desde hace tres años tiene un negocio de belleza y trabaja
arduamente hasta los fines de semana; sin embargo, los gastos operativos son
tan altos que los ingresos no alcanzan para cubrirlos. Con la crisis económica
cada día tiene menos clientes, al grado de tener que pedir prestado para cubrir
la renta y el salario de su colaboradora. El miedo y la inseguridad se han
apoderado de ella: “Si me cambio, tengo que empezar desde cero en otro lugar”.
A punto de salirse dio marcha atrás y prefirió aprovechar el mes de depósito
con la esperanza de que la economía mejore.
Angélica es madre
soltera, tiene una hija de 16 años y vive con su madre so pretexto de que su
salario no le alcanza para vivir sola. En su negocio, los ingresos han ido
disminuyendo al grado de que ya no puede ni cubrir los gastos; en los buenos
tiempos no se preocupó por incrementar sus ahorros. Su pareja es un hombre
casado y alcohólico que lo único que ha traído a su vida son conflictos, por
tal motivo las dificultades con su madre están al rojo vivo. Su hija,
desesperada, le ruega que vivan solas. La familia le aconseja que cambie de
giro; sin embargo, la inseguridad y la falta de confianza la tienen atrapada.
¿Que sucede en estas
situaciones de crisis? Cuando la ira, la duda y la pérdida de seguridad y
confianza se apoderan de nosotros, no nos permiten salir de la crisis; la
terquedad y la falta de voluntad nos atrapan. Dejarse llevar es una situación
profundamente personal, pese a que se puede recibir asesoría profesional,
puesto que finalmente tendrás que convertirte en tu propio maestro. El proceso
de cambio se lleva a cabo en todos los niveles: mental, físico y emocional, es decir en cualquier plano
en donde la energía puede aferrarse.
Otra situación que
puede bloquear el proceso de cambio son los traumas de la infancia: abusos,
abandono y negligencia de los padres, violencia familiar y cambios frecuentes
de casa. Este tipo de situaciones dejan huellas indelebles, una especie de
fotografías que cuando nos encontramos vulnerables nos traen a la memoria
aquellas situaciones que parecían superadas. Efectivamente, es más fuerte la
costumbre que el amor, como en el caso de Mario: no es feliz en la relación con
su esposa y, sin embargo, las creencias culturales lo aferran a la misma
situación. La voz interior del ego es “déjame como estoy”, un miedo a lo
desconocido: la costumbre se hace ley.
En estos tiempos
modernos la definición de inteligencia ya no es el cúmulo de conocimientos como
anteriormente se media; se ha descubierto que contamos con inteligencias
múltiples, la creatividad y la intuición, y que es la parte sabia la que nos
dicta los cambios. Hace varios años, antes de que el mundo se globalizara, la
economía funcionaba de manera más estable, nuestros padres o abuelos podían
heredar el negocio a sus hijos. Todo lo contrario a lo que estamos viviendo, la
tecnología evoluciona de manera vertiginosa los negocios son como las olas del
mar, suben y bajan según se muevan los mercados, nada es permanente, todo
evoluciona o se destruye, lo que genera una gran incertidumbre, estados
emocionales como depresión y ansiedad.
Culturalmente tenemos
la creencia de que un divorcio es sinónimo de fracaso, lo que complica el
cambio y la evolución. Las personas se avergüenzan ante comentarios que aluden
al divorcio como un fracaso y se quedan sin saber qué responder. En una
ocasión, un hombre que recién me acababa de conocer, coqueteaba insistentemente
conmigo; en la charla me preguntó si estaba casada a lo que le respondí
afirmativamente. Continuamos platicando y me dijo: “Tú no estás casada”, le
cuestioné en qué lo había notado y señaló: “Es que te ves muy libre y
relajada”. Le di la razón y argumentó que cómo había fracasado en mi matrimonio
me daba pena decirlo. “No fue un fracaso, fue un ciclo que se cerró con todo un
proceso para poder continuar mi vida”, me dio risa lo que me expresó: “Qué
mujer tan inteligente, a la mayoría les da pena”.
El cierre de un
negocio, la pérdida de un empleo o un cambio de vida son situaciones que suelen
provocar tensión, una manera de aferrarnos a expectativas, sinónimo de falta de
inteligencia. Por el contrario, si tratamos de verlas cómo crecimiento nos
pueden traer un estado de paz interior y hasta crecimiento económico. Todas
aquellas situaciones que están estancadas en crisis permanente, generan costos
emocionales y económicos enormes, pérdidas financieras, emocionales,
accidentes, abandono de los amigos y hasta de los hijos. Mientras no cerramos
un proceso en conciencia para dejarlo ir, la vida se nos seguirá complicando.
En terapia familiar cuando los padres se aferran a seguir juntos en su lucha de
poder, la metáfora familiar es: “Nos vamos para que sigan juntos”, es decir,
los hijos tienen que “abandonar” la casa cuando todavía no están listos, lo que
puede provocar enfermedades graves, embarazos, adicciones, la muerte o hasta el
suicidio.
Para salir de estados
en los que te encuentras estancado, cambia tu manera de pensar, visualiza un
futuro mejor, llena de energía positiva el nuevo proyecto, planea lo que
quieres hacer, busca los recursos, prepárate lo mejor que puedas y después por
favor, ¡haz algo! Cualquiera puede sentarse en un hormiguero, pero sólo un
hombre necio permanecerá en él.
Recomendaciones
- Tienes todo el derecho de ser feliz: si estás bien, los que te rodean
también lo estarán. - No vas a empezar de cero, los conocimientos que
adquiriste te los llevas en el corazón y en la mente. - Aferrarse al “no cambio” genera costos emocionales
y económicos enormes. - La crisis es un momento de oportunidad.
- El que no arriesga no gana, más vale correr el
riesgo que quedarte con las ganas y después vivir con el “hubiera”. - La salud es lo más importante, aferrarse al “no
cambio” agota las reservas de energía, el sistema inmunológico no
responde, por lo que cuando llega el verdadero enemigo no tiene fuerza
para enfrentar las emergencias. - No te dejes llevar por lo que dicen los otros;
aprende a escucharlos pero corre el riesgo: si te sale mal, qué bueno, no
somos perfectos; si te sale bien: mucho mejor. Si te dejas llevar por
otros sin hacer caso a tu intuición y las cosas salen mal, vas a estar
enojado contigo.
* Dra.
Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Consultorio:
Tenochtitlan No. 361, Jard. del Sol, teléfonos (01 33) 3631 8312 y 3632 3166,
Cel. 333 166 92 72, o contáctala en: [email protected].
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