¡No me gusta mi vestido de novia!
Al borde del caos: falta menos de un mes para la boda y tu vestido de
bodas no termina de convencerte. ¿Qué hacer? ¿Hay más opciones aparte de volver
a gastar miles de pesos? Acá te daremos algunas ideas.
A unos días de pisar la alfombra blanca y la hermosa prometida se da
cuenta que su vestido de novia no tiene nada que ver con ella… ni con sus
sueños; sin embargo, el gasto está hecho, no hay billetes para otro traje
nuevo —si los hubiera esto no sería problema—, y definitivamente “no ir a
la boda” no entra en el paquete de opciones.
Primero hay que caer en una
realidad: no hay Hada Madrina, si hasta este momento nadie de tu familia y
amigos se ha ofrecido para realizarte un préstamo para otro vestido, no lo
harán, si la tarjeta de crédito está al tope tampoco será opción. Aún así, el
mundo no se acaba, hay más opciones.
Es común que por el estrés de la planeación la
prometida se muestre irritada, estresada y a la defensiva, para descartar que
no sea el mismo estrés quien nos haga ver el ‘lado malo’ de nuestro vestido, lo
mejor será relajarnos: un buen masaje con un profesional, homeopatía,
ejercicio, incluso los tés de la abuela o la charla con la mamá, pueden ser de
gran ayuda.
Ya más tranquila, vuelve a colocarte el vestido y
piensa qué es lo que no te gusta: ¿no te gusta una parte del vestido (falda,
top, adornos) o no te gusta cómo te ves tú dentro del vestido? Una vez definida
esta situación podrás implementar un plan de rescate. Acá las ideas:
a) Pedir un cambio: si es de boutique siempre habrá la posibilidad de
visitarlos nuevamente y pedir un cambio, asegúrate de llevar tu tiket de compra
o factura, así como las etiquetas del vestido. Si es de diseñador, será bueno
visitarlo y platicarle lo sucedido, un profesional siempre podrá hacer arreglos
de última hora para dejar satisfecha a su clientela, siempre y cuando sea con
antelación pues ellos están a tope con su trabajo.
b) Rentar otro vestido: dado que el costo de traje nupcial es muy
elevado, para no salir del presupuesto podrías rentar un vestido de novia (en
México, el promedio de un alquiler de este tipo es de aproximadamente dos mil
pesos). Dale una vuelta a las boutiques de alquiler para ver de cerca tus
opciones.
b) Accesorios o complementos: si el problema es el talle o top,
disimúlalo con un bolero, una chaquita o un abrigo de novia que vayan acordes
al estilo de tu traje, puede ser en materiales como hilo, pelo o encaje, muy de
tendencia.
c) Un segundo vestido: usa el vestido que tienes para la celebración
religiosa y haz uso de la costumbre norteamericana donde, tras terminar la ceremonia,
la novia sale con un vestido de fiesta al banquete, en este caso habrá que
optar por un diseño largo y en colores claros: blanco, beige, champán, palo de
rosa, te sentirás más segura y eso te hará disfrutar más de la fiesta.
Pedir prestado el vestido de la prima o la amiga es muy válido; adaptar
el vestido de mamá o de la abuela también, aunque el proceso de adaptación y
restauración especializada llevaría un mes cuando menos; comprar un traje usado
en Internet (en Fiancee.mx/ contamos con bazar de novias). Lo que de plano no
te recomendaría ni por error son dos cosas: tratar de enmendar tu misma tu
vestido o pedirle a otra persona distinta de tu diseñador que lo haga, y mucho
menos solicitar préstamos financieros.
Deseo de todo corazón que se resuelva tu problema de la mejor manera.