Cuitláhuac Correa

A él lo hace feliz la fotografía y se le nota cuando habla de su profesión, de esas historias que captura del otro lado del obturador. Hace dos décadas que Cuic  —como lo llaman sus amigos—, incursionó de manera profesional en el medio y aunque premios, reconocimientos y exposiciones se acumulan en su hoja de vida, su sonrisa y su amabilidad no han sido alteradas.

 

En amena charla telefónica José Cuitláhuac Correa, graduado de Ciencias de la Comunicación en el ITESO, nos habló sobre su vida, su profesión y sus logros. Fundador y director hasta el 2010 del colectivo Rendija Taller Visual y cofundador del centro cultural Casa Escorza, espacios dedicados a la difusión de la cultura fotográfica en Guadalajara, Jal., con veinte años de trayectoria profesional y más de cien exposiciones colectivas e individuales en México, España, Francia, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Suiza, entre otros países, actualmente tiene a su cargo, entre muchos otros proyectos, la producción de las portadas de Fiancée.

GABRIELA SALAS: ¿En qué momento supiste que la fotografía era lo tuyo?

CUITLÁHUAC CORREA: Después de haber trabajado en diferentes áreas de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Trabajé en radio, televisión y en algunos otros medios. A los 18 años hacía fotografía, a los 22 me enfoque totalmente a la fotografía en el área de la docencia en cuestiones más personales como desnudos e impartiendo talleres.

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GS: Iniciaste muy joven, ¿hubo algún tipo de complicación por la edad?

CC: La verdad es que el medio de la foto —al menos con el que yo me desarrollé— es muy noble, siempre haces amigos, te permite conocer gente de muchos niveles culturales, de diferentes filosofías; el mismo medio es muy sabio, hay tantos géneros en los que puede trabajar cada uno que jamás hay celos ni competencias, cada quien se enfoca a su trabajo. Creo que el trabajo del fotógrafo, a diferencia de otros medios de producción, es muy íntimo, muy independiente y muy personal.

GS: ¿Cuál fue tu primer oportunidad?

CC: Desde mis inicios, antes que tomar gente vestida empecé a tomar gente desnuda, en ese sentido fui armando colecciones diferentes, participaba en diferentes publicaciones aquí en Guadalajara, hasta que hice un proyecto bien armado, bien estructurado, eran 25 o 30 fotografías, se llamaba “Cuando te acuerdas”, una serie que mostraba una cuerda [en todas las fotografías, como hilo conductor de la historia] y hablaba de la vida, de la muerte. Fue la primer exposición formal que tuve, era un juego de palabras: cuando te a-cuerdas, se hizo en el 97 o 98, no lo recuerdo bien, en Casa Vallarta. Previo a esto había participado en exposiciones colectivas e individuales. Expuse parte de esta serie en la Galería Lluciá Homs, en Barcelona, a partir de ahí surgieron conexiones con diferentes galerías.

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GS: ¿Tienes algún trabajo que consideres el mayor logro de tu trayectoria?

CC: Me gustan todas las piezas, pero no podría decir ‘esta es mi mejor pieza’, en su momento me encantó y cumplió las expectativas. Disfruto mucho más el proceso de la toma, la sesión, cómo se fue llevando a cabo, qué pasó antes y durante. Sí tienes tus favoritas, por ejemplo mi exposición “Cuando te acuerdas” se la dedicaba a mi madre, mi madre murió cuando yo tenía 17 años, nació a partir de los recuerdos, de la convivencia, cuestiones más emotivas, entender que la vida y la muerte están pendiendo sobre un hilo. Otra exposición sumamente simbólica en mi vida es “Cartas viejas y olvidadas”, se la dedique a mi padre, ya de entrada el título te remite a lo que está atrás, a lo que ya no te influye, lo que ya no te cuestionas, lo que ya no te molesta o te duele. Son cartas que a mí me enviaron o que yo envié, las transcribí con faltas de ortografía, con tachones, con borrones, el tono sepia me remitía a lo viejo y el cuerpo se muestra como un eje rector, como una forma. Yo trabajo siempre con el cuerpo, ¡me encanta!, ha sido en mi trabajo un elemento constante, a veces con ropa y a veces sin ropa.

GS: ¿Cámara analógica o cámara digital?

CC: No podría pensar en una cámara con rollo. Antes, cuando tomabas una fotografía con película tenías que esperar a mandar revelarla y luego imprimirla… ahora eso es mucha agonía ¿no? Las cámaras digitales te permiten observar lo que tú, en teoría, también observaste a través de la cámara. Prefiero las cuestiones más rápidas, ¡ni modo! Digo ni modo porque si hago camino hacia atrás me encantaba todo ese proceso romántico y mucho más erótico de la fotografía, ¡claro que era sumamente romántico!, ¡claro que era maravilloso! Pero hoy prefiero la inmediatez, porque esa incertidumbre ya no la disfruto; si tuviera tiempo, podría regresar a una cámara analógica, pero en lo común, lo digital es lo que necesito.

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GS: ¿Ser alumno o maestro?

CC: Yo creo que siempre eres los dos. Desde los 22 años empecé a dar clases en diferentes lugares, en mis primeras clases yo preguntaba a los propios alumnos para poder aprender de ellos. Yo creo que siempre enseñas y eres enseñado. Me gustan las dos partes porque no puedes vivir la una sin la otra.

GS: ¿Locaciones exteriores o interiores?

CC: Me gusta mucho, muchísimo, trabajar en el estudio porque puedo estar trabajando con luces controladas a cualquier hora. Me gustaría poder trabajar más en exterior porque es más contemplativo, depende de muchos elementos, de cuestiones climáticas que no controlas y que son las que te permiten producir de otra forma, esa capacidad de contemplación en este momento no la tengo desarrollada.

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GS: ¿Blanco y negro o color?

CC: El blanco y negro ha sido una historia de introspección que implica cerrar los ojos, y en ese sentido, al cerrar los ojos, generas un diálogo inevitable contigo mismo, a nivel de la imaginación, a nivel de tus miedos, de tus deseos, es como pensar que estás haciendo un diálogo mucho más íntimo, más para ti, para uno solo. Cuando hablo de color siempre pienso que es para todo, es abrir los ojos, es el movimiento, es la fuerza, es todo, es diferente, es más real. Me gustan los dos.

GS: En cuestión de bodas, ¿cómo elegir la locación?

CC: Las relaciones de pareja tienen que ver con dos personas nada más. De entrada que olviden ser “diferentes”, ser diferentes implica que estás compitiendo. Que sea un lugar que te remita a algo más personal, que tenga simbolismos, que haga referencia al momento que están viviendo. Cuando retomas esa historia es cuando haces algo distinto. No depende de las locaciones ni del color en el estudio, sino de la pareja. La fotografía es un documento histórico, qué más rico que la pareja pueda trasladarse después a lo que ellos sentían en ese momento, a lo que ellos estaban viviendo, y no decir: “Ah, es que eso se usaba…”, es más bonito, más importante, poder decir: ‘Es que así nos sentíamos en ese momento’. Me gusta más elegir el espacio a partir del momento que están viviendo en la relación y de la manera en que ellos se sienten, más allá de qué se usa y qué no se usa.

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GS: Alguna sugerencia para quienes planean dedicarse a la fotografía…

CC: Es como cualquier otra profesión, necesitas una técnica, pulirla, tener conocimientos, hacer práctica, estar tomando fotografía, estar viendo fotografía, pensar en fotografía. No sólo es tener la cámara y estar tomando sino estar visualizando, sintetizar, la fotografía sintetiza. En cualquier profesión, si no la disfrutas y si no es algo que te mueva y te seduzca, no va a funcionar. Es como el corazón, hay que rascarle, indagar, husmear un poquito más a ver si es realmente lo que te gusta y lo que te hace feliz. Pasamos más del 50 por ciento de nuestra vida en eso, yo paso más del 50 por ciento haciendo fotografía, un poquito comiendo y la otra parte durmiendo. Si vas a hacer eso, lo padre es que pienses si realmente te satisface, lo demás hay que aprenderlo, hay que practicarlo.

Cuitláhuac Correa

Web: www.ojografia.com/

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