¿Todos para uno?
En el campo laboral, el hecho de que una persona sea capaz de trabajar en equipo puede hacer la gran diferencia en el logro de los objetivos.
Hay un sin número de ideas y frases alrededor del trabajo en equipo que logran entorpecer la disposición para trabajar con otros por un objetivo en común, y que tras su repetición, se van incorporando a lo largo del tiempo a la cultura de trabajo personal y de empresa.
La frase “meterse el pie” ilustra con buen tino lo que de maneras distintas se expresa y deja clara esta idea que se tiene de evitar a toda costa que el otro sea capaz de alcanzar mejoras en cualquier plano de su vida, al margen de los resultados personales. Pareciera que esa incapacidad de poder estar en equipos es una situación que la naturaleza humana no nos permite, cuando no hay que olvidar que somos esencialmente seres sociales y que reunirnos a favor del bien común y para la búsqueda de soluciones, no es algo desconocido o ajeno.
¿No existe?
Quizás un error de los más comunes es que apoyamos el buen funcionamiento del trabajo en equipo en las simpatías, en la capacidad de intimar con los otros, en las relaciones afectivas o sólo en las buenas intenciones y no en el valor del trabajo, compromiso y respeto acerca de labor de cada uno.
Las expectativas respecto a un equipo tienen que ir de acuerdo con el motivo de su creación, a partir de ahí pueden establecerse las actividades y tareas que son necesarias para el cumplimiento de los objetivos. Olvidar la intención original del por qué se conformó el equipo puede hacer que quienes lo componen distraigan su atención y esfuerzo. Los integrantes de un equipo deben saber y sentirse parte fundamental de él.
La incertidumbre laboral, desconfianza acerca del uso de la información, falta de reconocimiento en el trabajo y una paga injusta, son algunas barreras que entorpecen el funcionamiento de un equipo, de ahí la importancia de establecer una firme y clara comunicación entre los participantes que les brinde un campo de seguridad dentro de su trabajo en el que puedan encontrar soluciones a sus problemas.
Todas esas frases y actitudes que van reforzando el miedo al éxito por temor a que otros lleguen a hacernos daño, llegan a truncar carreras profesionales exitosas, el desarrollo de planes ambiciosos o la asertividad en la toma de decisiones; el costo de creerlas llega a ser alto. Puede aprenderse mucho de los equipos deportivos ya que fusionan sus talentos, saben sacar provecho a sus capacidades, conocen las áreas fuertes y las débiles de sus compañeros no para funcionar como una máquina, sino como una unidad.
Puntos para reflexionar
Estas son algunas recomendaciones para mejorar y promover el trabajo en equipo:
Aprender a comunicar necesidades y diferencias.
Reconocer el éxito de los otros integrantes.
Expresar qué pueden esperar de nosotros.
Comprometerse con el objetivo del equipo.
Buscar concertación.
Compartir información que fortalezca al equipo.
Quien tiene la actitud del “cangrejo” reconoce el fracaso ajeno como el éxito propio, no toma en cuenta sus propias capacidades ni las aprovecha para “salir de la cubeta”, prefiere invertir su tiempo y talento en evitar que otro sobresalga colocándose como espectador del quehacer de todos aquellos que trabajan convencidos de su labor, y para quienes tiene sentido aquella frase de “todos para uno y uno para todos”.