Tiempo matrimonial
Compartir el tiempo con tu cónyuge es una de las mejores estrategias para asegurar la felicidad en la vida matrimonial.
¡Tengo Sed! No hay una persona en el mundo que en su vida no haya pronunciado estas palabras. Tener sed es sentir la necesidad de un elemento imprescindible para continuar viviendo; es ansiar algo básico.
El ser humano ansía por naturaleza la felicidad. En el transcurso por la vida cada hombre y cada mujer van buscando la felicidad en todo lo que hacen; sin embargo, hoy en día nos encontramos con parejas sedientas de su felicidad, sin saber que en sus propias manos tienen el elemento más importante a su favor: el tiempo.
La vida está hecha de momentos y en la vida de pareja esos momentos deben ser una acumulación de detalles que son el alimento diario, su ausencia provoca que el matrimonio poco a poco se vaya desmoronando.
Pensar en un detalle es tiempo, pasar a comprar un detalle es tiempo, preparar su platillo favorito es tiempo, todos estos detalles son alimento y vida para el matrimonio. El amor para permanecer requiere de nosotros, necesita de ciertos cuidados y es ahí donde la voluntad de las personas resulta vital para conseguir esa felicidad.
Para ser feliz como pareja se necesita tiempo; saber disfrutar de los momentos. Necesitamos retornar a la parte sencilla de una relación de pareja, volver a los detalles de cuando eran novios, aprender a “perder el tiempo” jugando como muchachos alegres, caminando juntos y en el mismo sentido. Compartir calidad de tiempo no significa sólo la presencia física, sino ofrecer lo mejor de nuestra persona, es lograr que nuestra presencia sea edificante, es dejar huella de nuestro paso en la historia.
Compartir el tiempo implica dar espacio. Es escuchar, prestar atención a los sentimientos del cónyuge sin analizar y sin opinar, simplemente es estar presente con actitud receptiva y atenta. Es expresar interés y deseo de compartir de tal manera que el otro pueda manifestar libremente sus más íntimos sentimientos ofreciéndole comprensión y acogida.
Cómo compartir el tiempo con mi cónyuge
Tener al menos una comida juntos al día.
Salir los dos juntos al cine, al teatro, a cenar cada semana.
Hacer partícipe a mi cónyuge de mis actividades profesionales y sociales.
Tener algún pasatiempo o deporte en común y practicarlo juntos.
Leer algún libro o artículo los dos y comentarlo como pareja.
Tomar por lo menos una semana de vacaciones al año los dos solos.
Tener uno o más detalles semanales con mi cónyuge.
Estar atento para determinar qué es lo que hace feliz a mi cónyuge y estar dispuesto a hacerlo.
Participar en algún movimiento religioso que los haga crecer como pareja.
Colaborar los dos en las actividades del hogar, de tal manera que el hogar sea fruto de lo que los dos quieran de él.
Acostumbrarse a caminar juntos al menos durante media hora, de tal manera que se comparta lo ocurrido durante el día.
Cultivar juntos nuevos amigos.
Explicar a los hijos que los papás necesitan salir solos.
En la relación hace falta querer querer, pues la chispa se extingue si no se atiza; y la llamarada se consume si no hay más combustible.