El matrimonio: tarea de dos

Hoy en día, muchas personas piensan que es más
difícil sacar adelante a una familia que en cualquier otra época; sin embargo,
cada generación ha tenido sus dificultades puesto que, en aquel entonces,
existía otro contexto social y otras problemáticas muy diferentes a las
actuales. 

En épocas pasadas la familia trabajaba unida en sus
negocios; con la industrialización todo el sistema familiar cambió, el hombre
se fue retirando de sus obligaciones familiares a favor de actividades
lucrativas, lo mismo fue pasando con la mujer, la familia fue quedado un tanto
desprotegida en la comunión de los cónyuges, así como también en las relaciones
padre-hijo, madre-hija, etcétera.

Hoy por hoy, se
sabe que cada vez son más las crisis que acechan a los matrimonios; es
frecuente que los cónyuges cuenten con distintos campos de acción profesional
en el cual hay una convivencia constante con otras personas, y es común que al
llegar a la casa se encuentren cansados y sin muchas ganas de entablar un diálogo profundo con su
pareja.

Otra de las
posibles crisis es cuando pretendemos eludir a toda costa un conflicto, si se
acostumbra callarlo quizá puedan presumir de una “tranquilidad conyugal”, pero
con el tiempo se darán cuenta de que el precio que pagarán será mucho mayor que
la “tranquilidad” que recibían. Es allí cuando nace una crisis que no saben
afrontar por la poca comunicación objetiva que existe entre ellos.

Podríamos decir
que la clave está en la objetividad de ver a la persona, en la comunicación, ya
que las banalidades no nos llevan a algo profundo. En las relaciones no se debe
dominar, exigir y ordenar, más bien, dar, aceptar y responder a las necesidades
tanto de uno como del otro, consiste en saber sobrellevar juntos los momentos
difíciles, aceptar al otro tal cual es, de la misma manera en la cual me acepto
yo.

No hay
matrimonio que no pase por situaciones difíciles, es normal que éstas existan,
tanto los conflictos como las divergencias de opiniones siempre existirán en
cualquier relación. Lo decisivo es la actitud que se adopta ante estas
situaciones: lo bueno sería aprovechar esa situación para estrechar los lazos
de unión y superar juntos las situaciones. Toda crisis trae consigo un cambio,
que bien puede ser hacia la madurez y hacia una confianza más plena. 

Donde se ama,
se da, y la persona se abre al otro; es fácil ser herido, pero, a pesar de eso,
una crisis no es una catástrofe.       

 

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