Ofrenda del día de muertos

El día de muertos es una celebración de
raíces prehispánicas que busca la unión del mundo de los vivos con el mundo de
los muertos, a través de un colorido y tradicional festejo.

México se caracteriza por ser una nación
festiva, alegre y multicolor que se muestra al mundo orgullosa de sus
tradiciones. La celebración del día de muertos se lleva a cabo oficialmente el
2 de noviembre; sin embargo, muchos pueblos indígenas extienden sus festejos
desde el 25 de octubre hasta el 3 de noviembre, y algunos más pueden prolongar
esta ceremonia durante todo el mes de noviembre.

Una significativa fecha en la
que se realizan ofrendas para los muertos con el fin de recibirlos en el mundo
de los vivos permitiéndoles así, recordar sus buenos momentos y disfrutar sus
comidas y bebidas favoritas. Esta es una costumbre que data de la época
prehispánica realizada en honor a la muerte, a una muerte alegre y muy mexicana
que cada año nos visita para compartir, bailar, comer e iniciar de nuevo su
largo viaje, su eterno descanso.

Cada
año miles de familias mexicanas acuden a los panteones a visitar a sus fieles
difuntos; decoran sus tumbas con flores, les llevan los que eran sus platillos
favoritos y hasta los complacen con su música predilecta.

Hay
quienes, además de este festejo, optan por prolongar la celebración hasta la
intimidad de su hogar, en donde elaboran un altar para recibir a sus seres
queridos que han pasado a mejor vida.

Existen
muchas variantes y formas de colocar un altar de muertos. Los elementos que
comúnmente se utilizan para hacer una ofrenda de muertos son:

 

• El retrato de la persona a quién se le
dedica el altar.

• Un cirio, señal de duelo y representa
al alma sola.

• Agua para mitigar la sed de un largo
recorrido y como fortalecimiento para su regreso.

• Copal para ahuyenta los malos espíritus
y purificar; el olor guía al alma al lugar donde es esperada.

• Cadenas de papel de china en color
morado y amarillo que simbolizan la unión entre la vida y la muerte.

• Papel de china picado para dar alegría
y colorido.

• Sal, que contribuye a que el ánima no
se corrompa en su viaje; elemento purificador.

• Un Cristo, una imagen de una Virgen o
un Santo para que haya bendiciones y favores a los vivos.

• Un camino de flores de cempazúchitl
para guiar al difunto.

• Velas, simbolizan la fe y sirven para
que el alma siga el camino correcto a casa; se pueden colocar formando una cruz
representando los cuatro puntos cardinales.

• Tres calaveras de azúcar que
representan a la Santísima Trinidad.

• Una cruz de ceniza para que
el alma, al llegar al altar, pueda expiar sus culpas pendientes.

• Comida, los platillos y golosinas
favoritas del difunto.

• Pan de muerto, que es considerado una
ofrenda fraternal.

 

Otros
elementos que también se pueden incluir son agua, jabón y una toalla para que
el difunto se lave las manos después de su largo viaje; una botella de licor
(el favorito del fallecido) para que recuerde momentos alegres en vida; la
figura de un perro (de preferencia un izcuincle) que según las creencias de los
aztecas, ayuda a las ánimas a cruzar el río para llegar Mictlán, lugar a donde
van los muertos comunes y, por último, flores blancas que representan la
pureza.

Hay
muchos tipos de altares, pero el más completo y común es el de siete pisos, que
representa los siete pasos que debe recorrer al alma antes de encontrar el
descanso.

En
el primer nivel, de arriba hacia abajo, se coloca el Cristo o la imagen del
Santo o Virgen de su devoción. En el segundo nivel se ubica la fotografía de la
persona a la que se recuerda y se le dedica la ofrenda. En el tercer nivel se
pueden colocar las calaveras de azúcar. En el cuarto se coloca el pan de
muerto. En el siguiente las pertenencias del difunto, el agua y la sal. El
penúltimo posee la comida y las bebidas que más le gustaban al difunto. Y el
último albergará el copal, la cruz de ceniza y, en caso de así desearlo, la
figura del izcuincle. Al ras del piso se coloca el camino de flores. Las velas
y papel picado pueden ir distribuidos por todo el altar.

El reencuentro con los seres queridos para nuestros
pueblos es uno de los rituales más importantes de su cultura, representado en
una gran fiesta de sabores y colores, y proclamada por la UNESCO “Patrimonio
Oral e Inmaterial de la Humanidad” en 2003. Participar en este ritual nos
ofrece la oportunidad de preservar la esencia de nuestra cultura. Así que ya lo
sabes, comienza hoy mismo con los preparativos para recibir a todos aquellos
que se han adelantado en el camino.

 

 

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