Esa luna de octubre…

El
tiempo corre a toda prisa y los preparativos de la boda parecen interminables,
incluso me atrevería a asegurar, sin temor a equivocarme, que no se han dado
tiempo ni para voltear a ver el cielo, y eso que están tan enamorados.

¿Qué
pasa? ¿Por qué tantas prisas? ¿Cómo fue que de un momento a otro el tiempo se
hizo tan breve? ¿Dónde se les perdió el lado romántico? Por qué ya ni siquiera
tienen tiempo para sentir la buena vibra de la luna más bella del año si se
supone que el festejo que están organizando es precisamente para celebrar el
gran amor que los ha unido.

Octubre, con sus
espléndidas lunas, es el mes perfecto para desempolvar la ternura de los
enamorados. Durante siglos este poético astro ha sido relacionado con el amor
quizá por considerarlo fiel testigo de sus apasionadas promesas; este mes en
particular, destaca por la perfección de sus lunas, quizá por ello muchos
prometidos lo eligen para festejar sus nupcias.

Pero, ¿qué tienen de
especial sus lunas? La luna llena  más cercana al  equinoccio de
otoño es conocida como la Luna de Cosecha, que por lo general ocurre en torno a
la última semana de septiembre y, aproximadamente, uno de cada cuatro años ocurre
en el mes de octubre; a ella le sigue la Luna del Cazador, ambas con un
esplendor único. Visualmente estas lunas se ven más grande de lo normal,
ilusión óptica dada gracias a su posición cercana al horizonte y mismo factor
que las hace lucir más grande de lo habitual en una tonalidad dorada,
amarillenta o rojiza, lo que las hace lucir más hermosas que ninguna.

Octubre por muchos
años fue el mes de las bodas; hace poco más de cuatro décadas, su elección se
debía a dos factores: el primero, sin duda, su bella luna y el segundo que la
iglesia no permitía bodas en tiempo de Adviento o preparación para la Navidad.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y hoy por hoy, el mes de bodas es
diciembre; el aguinaldo y las vacaciones de fin de año podrían ser factores que
convirtieron al último mes del año en el preferido de los novios. El caso es
que con ello los festejos nupciales entorno a estas fechas, por un lado, se han
vuelto mucho más costosos y, por otro, ha propiciado que enamorados olviden la
belleza de las lunas de octubre.

Es curioso mencionar
que antaño casi todas las bodas se realizaban al medio día lo que dejaba a
los novios la noche y la luna solo para ellos permitiéndoles extasiarse con la
bóveda celeste y con su deslumbrante protagonista. Esta era una de las razones
por las que se elegía el mes de la luna perfecta para intercambiar los
juramentos de amor eterno.

Tan importante es la luna para los recién
casados que hasta el viaje de bodas lleva su nombre: luna de miel, una luna
bella, dulce y perfecta. Este mes de noches sublimes hagamos compromisos firmes
con nuestra pareja: 

 

· Trabajar con constancia para que el matrimonio que
hoy está tocando a su puerta se convierta en una unión bañada de luz, de esa
luz amorosa que irradia la luna bella.

· Entregar su mayor esfuerzo en cada fase matrimonial:
nueva, creciente, menguante, llena, y recordar cada noche de bella luna las
promesas de fidelidad, amor, apoyo y respeto que ante el altar intercambiaron.

· Hacer de su vida una eterna luna de miel.

 

La luna tiene su ciclos, como los tiene la
Historia, la vida, los años e, incluso, el mismo matrimonio, y es
necesario aprenderlos a vivir. Así como hay días en que la luna se oculta,
habrá momentos en el camino donde parezca que el amor ha desaparecido, pero esforzándose,
se darán cuenta que el sentimiento que los unió sigue de pie, tan bello y pleno
como el primer día, igual que la luna.

Regálense unos minutos cada noche para voltear
al cielo y ver la luna, el ser más enamorado de los astros que, aun cuando no sabemos
su sexo pues para los que hablamos español es “la Luna”, y para otras culturas,
como los alemanes, es der Mund o sea “el Luna”, lo que importa es lo mágico y
romántico de su aspecto, tanto así que si estamos enojados y la contemplamos
hasta el carácter nos cambia y si lo dudan, ¡inténtenlo!

Dense tiempo para alimentar su amor, unos
minutos recostados sobre el pasto observando la glamourosa perla celestial y
escuchando un poco de música clásica se convertirá en un momento inolvidable.
Es muy triste que los novios que se encuentran planeando su boda vivan tan de
prisa que no tengan ni un minuto para admirar la belleza del paisaje nocturno,
sus preparativos son parte de la boda, ¡disfrútenlos! Dejen que su amor sea
siempre el fiel reflejo de una luna perfecta, tan bella como la que ahora en
las noches brilla.

 

 

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