La vida con mi ex

Los hijos no deben de padecer el enojo o tristeza que sus padres sientan tras su separación.

Para Romina, la separación de sus padres ha sido difícil y últimamente también muy dolorosa. Los problemas entre ambos la han llevado a participar de las agresiones y padecer el ambiente tenso que hay en la relación de ellos. A este respecto, Jonathan, el papá de la pequeña, comenta: “Me di cuenta que las cosas estaban mal, cuando el pasado fin de semana, le pregunté a mi hija sobre los patines que le había comprado, ella respondió que su ‘papá Pablo’ le había quitado las rueditas para que pudiera usarlos en la escuela. En ese momento le dije: yo soy tu papá, él es novio de tu mamá”.

Esto sucedió poco después que Jonathan le informó a su ex pareja, que había iniciado una relación amorosa. Desde ese momento, Adriana, la mamá de Romina, hacía comentarios a la pequeña que podían herirlo, sin en reparar que a la persona que más lastimaba era de su hija. Ella descargó su enojo y frustración contra su ex pareja a través de las cosas que le decía a su hija como el caso de que su actual pareja era su papá y no Jonathan.
 Hans Olvera, académico de la Universidad Iberoamericana, explica que es necesario entender que con la separación se termina el rol de pareja, pero no el de padres. Por lo que la relación que ambos entablen sigue afectando a sus hijos.

Adriana se dedicó a repetirle a Romina que su papá se fue de la casa porque encontró a una persona a la que quiere más que a ella y que pronto la iba a olvidar, porque seguramente se iba a casar y a tener otros hijos. “Cuando al niño se le ponen en duda sus afectos, se le hace dudar del amor que sus padres sienten por él, y se le está haciendo un daño enorme”, afirma Hans Olvera.

Violencia pura

El especialista afirma que si bien es difícil para los pequeños no ver a sus papás juntos, la situación se torna más compleja cuando son utilizados para agredir a uno de ellos: “Si un pequeño se convierte en el emisor de mensajes violentos o amenazadores, se deteriora su desarrollo emocional e incrementa la probabilidad que pueda desarrollar depresión, así como aumenta las probabilidades de que genere patrones violentos”, afirma el catedrático, y agrega: “Los niños no son un botín de guerra”.

Jonathan ha decidió que Romina acuda a un psicólogo, para que ella pueda hacer un manejo adecuado de la situación por la que pasa. También, para sí mismo, para que el hecho de que su ex pareja y él tengan una relación amorosa, no se convierta en un evento traumático.

Para finalizar, Hans Olvera comparte algunas recomendaciones puntuales que ayudarán a mantener la integridad emocional de los hijos cuando hay una situación de este tipo: 


Evitar hablar mal de alguno de los padres. 

No transmitirles rencor y enojo.

No formar falsas alianzas con ellos para ganarse su confianza y fidelidad, buscando por este medio vengarse de la ex pareja.

No hacerlos hablar mal padre o la madre.

No importa si la relación de pareja ya se terminó, entre dos personas pueden continuar las agresiones si no se rompe el círculo de violencia, ya que con el fin de ganar revanchas o cumplir desquites, los adultos someten a los niños a circunstancias en los que son los más perjudicados, ya que no sólo ven pelear a sus padres, también los ubican en el centro del conflicto y del sufrimiento. Una gran muestra de amor hacia un pequeño será asegurarse que él nunca vivirá el enojo o dolor que su papá o mamá sientan por el otro.

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Si requieres alguno de estos servicios puedes acudir a la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia de tu localidad o visitar: http://procuradurias.dif.gob.mx/Procuraduria/

* Ricardo Córdova Orta, contáctalo en www.sermexico.org.mx, [email protected].

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