Noche de gala

Adoro el encanto
de las noches de gala, el glamour que se respira, los largos vestidos que
desfilan por el salón, los hombres vestidos de esmoquin, el champán, la música…

Las galas
representan la expresión máxima del buen gusto y la elegancia. Son mágicas
porque una vez en ellas pierdes la noción del tiempo y te transportas a un
mundo en el que todo es bello, armonioso y alegre, aunque sea por una noche.

Los
caballeros engalanados en su clásico esmoquin, vestidos de negro, lucen más
atractivos que nunca. Las damas, con largos vestidos, sus zapatos altos, luciendo sus mejores joyas o accesorios,
hacen gala de su belleza, de esa belleza que sólo está reservada para estos
momentos, que son irrepetibles.

En
esta noche todo es armonía, distinción, buen gusto. Los asistentes saben del
privilegio de haber recibido una invitación de esta categoría. Y saben también,
cuáles son los estatutos de vestuario que deben seguir. Puedo recordar mi
última gala como si fuera ayer…

 

Ellos

Llevan
invariablemente un esmoquin, de color azul marino o negro, con chaqueta de
botonadura sencilla o cierre cruzado y, por supuesto, con su distintiva solapa
hecha de seda. El pantalón, del mismo color de la chaqueta, con su
característica costura lateral ribeteada con una cinta de seda, que da el toque
final de elegancia al fino conjunto.

La
camisa blanca con puños vueltos y sus impecables mancuernillas, sencillas y
elegantes. La típica pechera con pliegues verticales o reforzados con piqué,
que solo se usa en ocasiones como esta, acompañada por el fajín de pliegues
colocados hacia arriba que se usa para detener los pantalones, ya que no se
lleva cinto.

Quien
asiste a una noche de gala sabe que el código de etiqueta es black tie
, eso quiere decir
que su esmoquin va acompañado de una pajarita negra, no blanca, ya que su uso está reservado
para el frac.

Todo
caballero va preparado con un pañuelo blanco limpio en el bolsillo, para
secarse la humedad de su frente después de bailar o, mejor aún, para ayudar a
alguna damisela en apuros. Reserva, por lo tanto, el pañuelo que lleva en su
solapa del saco y usa sólo el que lleva en el pantalón.

Los
zapatos de charol con agujetas danzan toda la noche al compás de la música y
lucen los elegantes calcetines de seda negros, compañeros indiscutibles de este
tipo de atuendo.

 

Ellas

Vestidas todas de
largo con zapatos altos suficientemente cómodos para bailar, porque toda dama
que asiste a una gala sabe que en algún momento deberá pararse por lo menos a
caminar entre los invitados y saludar. Si tiene la suerte de ser acompañada por
su pareja de baile, sabe que gozará de una velada al ritmo de la música, razón
por la cual lleva un vestido sin cauda para bailar sin dar tropezones, así como
zapatos aptos para el baile.

Las
damas asistentes conocen la importancia de un buen diseño y son conscientes de
que los vestidos con vuelos y holanes, aunque hermosos, no son cómodos para
desplazarse o danzar. Escogen vestidos que favorecen su figura, casi siempre en
cortes rectos o línea A. Se diferencian unas de otras por la gran variedad de
telas, hechuras y colores en sus vestuarios.

Ellas
saben que, en la actualidad, los vestidos negros son una opción segura, pero se
atreven a usar vestidos de colores como el verde esmeralda, rojo carmín, nude,
verde aqua, azul eléctrico, azul cielo, palo de rosa, dorado, plateado, cobre,
porque conocen cual es el tono que más les favorece. Los usan en finos tejidos
como gasa, seda, chifón, solas o adornadas con pailettes o detalles preciosos.

Todas
deslumbran a los presentes con sus hermosos zapatos por su finura y delicadeza,
que son exclusivos para este tipo de eventos, dejando en casa los ordinarios.

Las
pequeñas bolsas son visibles en las mesas y todos saben que solo contienen
algún labial y polvo para la nariz.

El
celular lo trae su esposo o su
acompañante, y ella lo pide en caso necesario. Como toda dama, sabe darse
tiempo para disfrutar de estos hermosos momentos y deja todo en orden en casa
antes de salir.

Esta
es la noche de los brillos que se encuentran en el cuello o en las manos.
Aquellas que lo llevan en los accesorios son las que llevan vestidos sencillos
y de cortes discretos. Y viceversa.

Los
cabellos recogidos a la altura de la nuca permiten disfrutar de los rostros
maquillados de manera sencilla que resaltan las facciones, pero que ponen de
manifiesto la belleza natural de las asistentes. Esta no es la excepción, sigue
siendo válido el cliché: “Menos es más”.

Al
caer la madrugada, los caballeros ofrecen poner en los hombros de sus damas
pasminas o pieles para cubrirlas del frio.

Al
despuntar el alba, se acaba el hechizo, solo queda el recuerdo de un memorable
anochecer en el que todo era hermoso, lleno de armonía, glamour y alegría;
pero, en la mente de los asistentes, queda el recuerdo de una noche inolvidable
y única en la que asistieron a una gala.

 

* Mary Nevárez, Stylist
Guide
y miembro fundador de la Intercoiffure Mondial México, marynevarez.com,
[email protected].

 

 

Fotografía

Barrera & Fitch Photography

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