No queda de otra: adaptarnos

Nada tenemos seguro, desde el momento del nacimiento hasta la muerte, no queda de otra que adaptarnos a todas las demandas y los cambios de la vida diaria; sin embargo, el gran problema de la actualidad es vivir estresados.

El estrés no es malo, es una energía, un impulso, una reacción psicológica y física normal a todo lo que nos acontece. El enfrentamiento con el cambio, ya sea agradable o desagradable produce el mismo nivel de estrés, por ejemplo, las situaciones de alegría como una graduación, una boda, un viaje, un nuevo trabajo y las situaciones de tristeza como el fallecimiento de un ser querido, un asalto, el abandono, la pérdida de un objeto. Solo los muertos no tienen estrés; es la energía de la vida. Lo importante es la forma en que lo manejamos.

Es interesante conocer la maravillosa reacción que sucede en el momento del nacimiento. Se produce un aumento inusitado de adrenalina que genera cambios fisiológicos en el cuerpo del bebé, la adrenalina es una de las hormonas del estrés, es la fuente de vida. Gracias al incremento de adrenalina en el momento de nacimiento inicia la función respiratoria y toda la movilización de sustancias combustibles almacenadas durante la gestación, además, la irrigación sanguínea al corazón y al cerebro.

Miedo al cambio

Es un hecho, tenemos miedo al cambio, cuesta trabajo adaptarse a lo nuevo. En la terapia es muy interesante descubrir ese miedo cuando están progresando. Por ejemplo, ya tienen logros para sí mismos, se animaron a poner límites a los hijos, a la pareja, ya no comen por ansiedad, no fuman tantos cigarros, no compran de manera compulsiva, en fin. De pronto, ya no vuelven a consulta y ponen muchos pretextos para convencerse a sí mismos de que lo mejor es no asistir. Racionalizaciones como: “No tengo dinero”, “Está muy lejos”, “Tengo otras ocupaciones” y, así, vuelven a su estado original. Esto se entiende, somos animales de costumbres y la costumbre se hace ley, cuesta reaprender. Además, la familia o los amigos sabotean la terapia. Observaciones como: “¡Desde que vas a la terapia estás peor!”, “¿Para qué pagas?, tú solo puedes cambiar”, “Todos los psicólogos están locos, vas a terminar igual que ellos”.

 

Cuando las conductas, los hábitos, las rutinas, afectan la convivencia, cuando se estancan y no avanzan en la vida, cuando se niegan a intentar cambios en conductas como la alimentación, la economía, la dinámica familiar, laboral, es posible que estén atrapados en un trastorno de adaptación, un mecanismo de defensa llamado negación, en donde parece que no pasa nada. La clave es adaptarse, avanzar, generar el entusiasmo para hacer cambios que les favorezcan de manera individual y en grupo.

Signos y síntomas del trastorno de adaptación

  • Ansiedad.
  • Bajo rendimiento escolar o laboral.
  • Problemas en las relaciones.
  • Tristeza.
  • Pesimismo.
  • Pensamientos de suicidio (en casos graves).
  • Preocupación.
  • Trastornos en la conducta alimentaria.
  • Trastornos del sueño.
  • Trastornos en la digestión.
  • Dolor muscular, tensión.

Si no se enfrenta, la vida se complica

Lucía, tiene muchos asuntos no resueltos desde niña; veinte años separada de su esposo y sin firmar el divorcio; en una de las crisis de nuestro país tuvo que cerrar su negocio y mudarse a Guadalajara. Su economía fue buena por varios años como vendedora independiente hasta que sufrió un robo muy cuantioso; parecía que no había pasado nada, siempre sonriente y bromista, evitaba hablar del tema hasta que, de pronto, se volvió compradora compulsiva: cambió el carro, saturó sus tarjetas. Las deudas se acumularon hasta que ya no pudo más y tuvo que vender su casa. Se la pasa dando vueltas sin saber por dónde empezar, trata de engañarse a sí misma: “No pasa nada, no hay mal que por bien no venga”.

La torta antes del recreo

Paco estudiaba en la universidad, su novia le dijo que estaba embarazada. Cuando le comentó a su padre, éste se puso furioso, le enfatizó que no contara con él y que se fuera de su casa. Buscó un departamento y consiguió un trabajo, casi no dormía por tantas ocupaciones y las tareas de la escuela. Un año después Lucy le dijo que de nuevo estaba embarazada. Él se enojó muchísimo con ella, siempre le preguntaba si tomaba la pastilla. Un día regresó a su casa y se encontró solos a los niños, el pequeño de unos seis meses, no había ningún mueble, asustado les preguntó a los vecinos. Una mudanza se llevó los muebles. Lucy se había ido de la casa dejando a los niños. Sin saber qué hacer lloró por varias horas. Su hermana se ofreció para aceptarlo en su casa y cuidar a los niños. Años después cambió de ciudad, canalizó el coraje a los negocios, resultó muy buen empresario. No pensó en hacer denuncia por abandono de hogar. Cuando los niños llegaron a la adolescencia recibieron una notificación de un juzgado, Lucy lo acusó de secuestrar a sus hijos, el juez se puso de parte de ella y le entregó a los niños. Por varios años no los buscó y cambió su teléfono. Aumentó veinte kilos, por las noches tenía un sueño recurrente: viajaba a alta velocidad y el carro caía a un barranco, despertaba asustado y no podía dormir, hasta que vino a terapia. De nuevo canalizó el coraje, conoció a una joven soltera y se volvió a casar.

Un ejemplo de no adaptación

José presentaba síntomas, pero no quería acudir al médico, tenía temor que le dijeran que tenía cáncer en la próstata, cada rato tenía ganas de orinar, le daba mucha sed, además de cansancio y visión borrosa. Hasta que le dio un mareo y con el susto de un infarto acudió al médico. El resultado: diabetes. Muy enojado le dijo a su esposa: “Está loco, yo no tengo diabetes, ni me voy a tomar la medicina”. Ella, preocupada, le advirtió que si no se cuidaba podía quedar ciego como su padre o amputarle una pierna como a su tío. No cambió sus hábitos de beber alcohol, refresco de cola, fumar una cajetilla diaria y comer chatarra.

Recomendaciones

  • Practicar yoga, meditación o alguna rutina de ejercicio con regularidad.
  • Reducir la lista de tareas. Delegar lo que se pueda, en el trabajo y en casa, con los hijos. Acudir a terapia si no avanzan o tienen tiempo con más de lo mismo.
  • Poner límites, a sí mismo y a los demás.
  • Cuando la economía esté en crisis, ser más austeros, tener cuidado con atraparse en el consumismo. Cuidar el gasto de luz, agua, prescindir de gastos superfluos.
  • Es importante ser asertivo, optimista, cambiar el pesimismo y la negatividad.

 

* Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta, contáctala en: www.rosachavez.com.mx [email protected] https://twitter.com/DrRosaCh https://www.facebook.com/Tratamientointegral/

 

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