La infidelidad: cuando no son dos sino tres

Inmersos en la cultura desechable, el hedonismo y la
permisividad, la infidelidad se ha incrementado en todas las culturas;
anteriormente esperaban la crisis de los cuarenta o el aburrimiento de los
cincuenta para darse la oportunidad de una aventura, lo que no sucede hoy en
día.

El 90% de la población mundial considera la fidelidad
como requisito imprescindible para que las relaciones de pareja se puedan
desarrollar de manera sana; sin embargo, “del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Las buenas intenciones sobre fidelidad no siempre funcionan en la práctica,
parece que la doble moral es inherente a la naturaleza, cuando de pasión se
trata el corazón puede más que mil restricciones. “Hormona mata neurona”, dice
la sabiduría popular.


Muchas parejas se casan sin estar
enamorados, pero cuando se enteran que su pareja es infiel su ego no resiste la
competencia. Tanto hombres como mujeres quieren exclusividad de su pareja y al
mismo tiempo la incumplen. La infidelidad no es un asunto solo de los hombres,
las mujeres santas están en peligro de extinción y no existe sociedad alguna
donde el adulterio sea desconocido, aunque sí sabemos que en Afganistán y en
otros países islámicos la mujer puede morir apedreada o masacrada por adultera.

Cuando la víctima del engaño lo
descubre, pasa por una serie de emociones: negación, coraje, resentimiento,
ira, ansiedad, miedo, vergüenza, culpa, venganza, envidia, frustración,
desilusión, pérdida de confianza, baja autoestima, depresión. La infidelidad
aunque no se ve se siente. Las dudas dan vueltas en la mente, la intuición
manda las señales, una frialdad sutil, lenta, se apodera de la relación hasta
congelarla. “Se la está pasando a todo dar”, “se está burlando de mi”, no
siempre es cierto, el infiel también sufre, también pasa por varios
sentimientos, a no ser que sea su
estilo de vida.

 

¿Qué es ser infiel?


Cuando los pactos de exclusividad se cumplen hay
fidelidad, cuando se rompen hay infidelidad. Es importante revisar los pactos
que luego no están explícitos, algunas parejas, sobre todo mujeres, le comentan
a su pareja: “No me importa que me ames, sino que no te acuestes con nadie”, la
manera de interpretarlo sería: “Me perteneces, no te burles de mi”, el pacto no
es de amor sino de amor propio.

Las abuelas toleraban con naturalidad la infidelidad de sus
maridos, “así son los hombres”, comentaban con resignación, eran los códigos de
la inequidad de género, hasta fingían demencia sabiendo que el marido tenia
otra familia, no tenían contemplado el divorcio.

Hay dos tipos de divorcio: el
legal y el emocional, muchas parejas se divorcian emocionalmente y siguen
viviendo en la misma casa, sin comunicación, odiándose, con el argumento que lo
hacen por los hijos. Mentira vil, los hijos van a salir dañados y terminarán
abandonando a sus padres o se quedarán fusionados sin poder ejercer la libertad individual. La relación de
pareja insatisfactoria, la tensión, tiene varias salidas: infidelidad,
enfermedades (somatizaciones), adicciones, alcohol, drogas, juego patológico y
mujeres atrapadas en los casinos
de juego.

 

Mitos al respecto de la Infidelidad

  • El hombre o
    la mujer buscan fuera lo que no tienen en casa: puede tener algo de
    verdad, sobre todo si la relación está muy desvitalizada, aunque no
    siempre es cierto, lo que se busca fuera es lo que no se encuentra dentro
    de sí mismo: baja autoestima, reconocimiento, comunicación, intereses en
    común.
  • Después de
    la infidelidad, se tienen que divorciar: no necesariamente, si se comprometen al proceso de
    terapia puede que la relación se fortalezca, cuando todavía se aman.
    Aumenta la libido, mejora la comunicación.
  • Hasta que
    la muerte nos separe: el juramento es un peso tan grande que muchos piden
    ayuda para cargarlo, puede resultar un triángulo amoroso. Resulta que para
    no divorciarse siguen con la pareja a pesar de que sus diferencias son
    irreconciliables, con el avance de la modernidad los matrimonios hoy en
    día ya no duran toda la vida.
  • La
    masculinidad se demuestra compartiendo con muchas mujeres: por el
    contrario, el hombre que presume que tiene muchas mujeres, puede que
    sienta duda sobre su masculinidad y necesite reforzarla, es probable que
    se trate de homosexualidad oculta.
  • Los celos
    casi siempre son ciertos: no necesariamente. Pueden ser proyecciones, “lo
    que te choca te checa”. O un dicho que lo aclara mejor: “El león cree que
    todos son de su condición”.
  • Las parejas
    tienen que ser iguales, los mismos gustos, el mismo estatus: las parejas
    no tienen que ser iguales, tampoco diferentes, las parejas buscan
    complementarse.

 

Los celos

Los celos patológicos tienen dos causas: la
inseguridad y la paranoia. En el trastorno de personalidad paranoide abundan
las ideas absurdas delirantes, piensan que están en peligro y buscan pruebas
para apoyar sus sospechas; la desconfianza es desproporcionada, los celos se
vuelven patológicos y se centran en la infidelidad, si la pareja lo permite se
incrementa de tal manera que puede llegar a la violencia o al homicidio de la
pareja.

Si te sientes libre de culpa,
arroja la primera piedra. Lucas descubrió por un mensaje que su esposa le era
infiel, cuando la increpó ella le reveló que hacía un año que tenía relaciones.
Furioso habló con el amante quien, asustado, le dijo que era ella la que lo
buscaba. Lucas lo compartió con la familia y hasta con su hijo. En la consulta
me comentó lleno de rabia: “Le voy a decir a su esposa para que se destruya su
familia como él destruyó la mía”. “¿Te sientes libre de culpa?”, le pregunté.
“Bueno, tú me conoces, este año fui más infiel que en otras ocasiones”. “¿Y no
crees que tu esposa se sentía abandonada?, su relación está muy deteriorada, o
entran a terapia o se separan, le están haciendo mucho daño a los niños”, fue
mi recomendación.

 

Celos patológicos

Charles se encontraba trabajando fuera del país
cuando recibió llamada de su esposa reclamándole que le era infiel, las
evidencias: un libro con una dedicatoria y un mensaje. La esposa habló con la
mujer y la insultó. Charles regresó sintiéndose culpable, al llegar a casa la
esposa lo agredió sin que opusiera resistencia. En consulta me comentó que no
hubo nada entre ellos, únicamente el mensaje lo hizo sentirse halagado. Han
pasado cuatro años en los cuales la esposa lo difundió entre la familia y
amigos, constantemente le reclama y él absurdamente lo tolera. Me sorprendí de
que no pusiera límites. Descubrimos en terapia la razón de permitir un pacto de
castigo: la culpa a cuestas que trae desde niño.

 

Recomendaciones

  • Cuando el
    ego es muy débil la infidelidad puede causar trastorno de personalidad
    paranoide.
  • Puede más
    la costumbre que el amor, y la costumbre se convierte en ley. Nos
    acostumbramos a vivir en eterno conflicto.
  • Cuando no
    se ponen límites y se tolera la infidelidad y los conflictos, hay ganancia secundaria: hacerse la
    victima, intereses económicos, el “deber”, miedo al cambio, miedo al qué
    dirán, soledad y por culpa.

 

*
Dra. Rosa Chávez Cárdenas es psicóloga, homeópata y terapeuta. Consultorio:
Tenochtitlan No. 361, Jard. del Sol, Zapopan, Jal. Tels. (33) 3631 8312 y 3632
3166, Cel. 333 166 92 72, [email protected].

           

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