La primera expresión del amor

Reflexionar
sobre la propia conducta y la relación que tenemos con nuestro entorno, puede
brindarnos claridad sobre las áreas en las que tenemos que trabajar.

Casi todo
mundo habla de amor, sobre todo en cada fin de año y principio del siguiente.
Pocas personas saben y entienden que la primera conducta que expresa este
sentimiento de manera genuina es el respeto a sí mismo, seguido por el respeto
a los demás.

Tampoco
se reflexiona acerca de que no se puede amar ni respetar lo que no se conoce,
por esa razón surgieron las ciencias de la conducta, en especial las que
consideran que la mente humana tiene por lo menos dos partes: la mente
consciente con la que nos damos cuenta, y el inconsciente que por definición se
refiere a lo que pensamos, sentimos y hacemos sin darnos cuenta, lo que en
parte genera el egoísmo malsano que dificulta las relaciones humanas.

Por
lo mismo, es necesario rescatar y desarrollar el autoconocimiento que conduce a
la adecuada autoestima y que en oposición al egoísmo, cultiva el altruismo, la
fe que da confianza, la aceptación con tolerancia de todas las diferencias
aparentes y sobre todo el amor a la humanidad.

Los
sabios de todos los tiempos dicen que quien responda con verdad a las
preguntas: quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy, habrá alcanzado la
sabiduría.

La
mayoría de las personas creemos conocernos por responder a nuestro nombre, ver
diariamente nuestro cuerpo, creyendo que solo cambia cada 10 años y por creer
que somos lo que hacemos: soy médico, soy escritor, soy futbolista…

Cuando
nos preguntamos quienes somos los mexicanos, de inmediato respondemos que somos
producto del mestizaje de la conquista de América y que formamos parte de los
grupos humanos llamados latinoamericanos.

José
Vasconcelos que fue el noveno Rector de la UNAM, Universidad Nacional Autónoma
de México, de 1920 a 1921 creía que el mestizaje y la fusión de los valores
hispanos, con los valores de los grupos prehispánicos llamados indígenas y con
los de los negros, crearon una raza que surgió con la grandeza de los valores
más profundos de las culturas que la formaron.

La
gente estudiosa del autoconocimiento sabe que es especialmente importante
cuidar los cuatro roles: pareja, familia, trabajo y sociedad; así como el
espíritu de cada uno de los individuos. Sabe que a la única persona que pueden
cambiar para mejorar son a ellos mismos, no pueden cambiar a los demás, ni a
sus familiares, ni a sus subordinados, solo pueden invitarlos, especialmente
con su propio ejemplo.

La
mejor opción es que a nivel individual, dejemos de mencionar lo negativo y
despertando la conciencia, sólo mantengamos en nuestra mente lo positivo de los
valores, con el ejemplo de Teresa de Calcuta, que cuando la convocaron a
participar a una marcha contra la guerra, respondió: “Nunca asistiré a una
invitación de ese tipo, asistiré a una marcha por la paz”.

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